Fue una profecía autocumplida. La secuela que reuniría a Carol Danvers (Brie Larson), Kamala Khan (Iman Vellani) y Monica Rambeau (Teyonah Parris) fue víctima de malas críticas por parte de grupos conservadores, sectores misóginos y racistas, incluso mucho antes de que viéramos su primer trailer. Pero, a diferencia de cómo la primera entrega enfrento el mismo panorama y salió airosa, esta segunda parte no corrió con la misma suerte en la taquilla.
Estrenada cuando Hollywood todavía se encontraba en paro debido a las huelgas de guionistas y actores, toda publicidad estaba rotundamente prohibida. Parecerá trivial, pero esto puede significar un gran golpe para todo título a punto de llegar a las salas. Con una recaudación de 47 millones de dólares en los Estados Unidos, esto la convirtió en el peor estreno de Marvel Studios a la fecha.
En contraste, la respuesta del público fue sorpresiva, otorgándole un 84% de reseñas positivas en el sitio recopilador de Rotten Tomatoes. A pesar de eso, una y otra vez, tanto las redes sociales como medios legítimos la condenaron como el símbolo de la decadencia del MCU. ¿Es realmente merecedora de esta definición?
Higher, further, faster. Together
Planteada como una continuación directa a la serie de Disney+ Ms. Marvel (2022), en The Marvels (2023) somos testigos de cómo Carol Danvers es teletransportada al hogar de la joven superheroína Kamala Khan, ignorando completamente que -al mismo- tanto la chica de New Jersey como su sobrina Monica, también son parte de este intercambio.
Detrás de este embrollo se encuentra Dar-Benn (Zawe Ashton), una extremista revolucionaria Kree que encuentra el brazalete gemelo de aquel que da sus poderes a Ms. Marvel, las bandas cuánticas. Son los residuos de un agujero de gusano creado por el artefacto lo que conecta a las tres, dando lugar a que cada una intercambie roles con la otra cuando utilizan sus poderes.
Los gags cómicos no tardan en llegar, pero también se da lugar a una escena de acción muy lograda y original que eventualmente obliga al trio de heroínas a trabajar en su coordinación, lo que permite explorar la relación de las tres. Esto presupone también vislumbrar las grietas, y ante todo, con romper el idealismo al humanizar a quienes admiramos.
El corazón de la película es sin duda Kamala, que tal como Peter Parker (Tom Holland) veneraba a Tony Stark (Robert Downey Jr), vive el sueño de todo fanático del MCU al poder ahora colaborar con su ídola. Vellani se muestra hiperactiva y adorable, pero logra demostrar una gran vulnerabilidad al recibir el golpe de realidad que significa comprender las difíciles decisiones que en ocasiones toma la Capitana. Es una idealización que Rambeau también desarmo con los años, habiendo tenido que enfrentar que esa tía a la que tanto adoraba no solo jamás regresó de los cielos, sino que la dejo sola al momento de tener que enfrentar la pérdida de su madre.
Es un acercamiento a cómo Carol se ve a sí misma, la aceptación de que la narrativa del héroe no solo depende de quién resulta vencedor, sino que también de aquellos que son salvados. Estoica como la vemos, ya sabemos por la primera película que este es un mecanismo de defensa, una manera de no mostrar debilidad al mantener sus emociones bajo control. Es justamente ahí donde de la estocada más grande Dar-Benn, recordándole que el planeta que Danvers una vez llamo hogar fue reducido a algo ni siquiera habitable para los Kree luego de que ella destruyese a la Suprema Inteligencia.
Esto permite que la villana transite espacios grises en donde, así como Killmonger (Michael B. Jordan) o Thanos (Josh Brolin) tenían cierta razón dentro de sus argumentos, sus motivaciones eran al mismo tiempo corruptas. Lamentablemente, es la antagonista quien termina resultando uno de los puntos más flojos de la película, con un personaje plano en su interpretación y desarrollo. De la misma forma, la historia sufre mientras más expositivos se vuelven los diálogos.
Así como varios de los largometrajes de las primeras fases de Marvel, Nia DaCosta presenta una secuela enfocada ante todo en sacarles provecho a sus personajes y hacerlos crecer. Puede sentirse como una bisagra entre acontecimientos que están por venir (hecho remarcado por sus festejadas escenas post créditos), pero poco le desmerece eso a la historia. Imaginativa, con un buen ritmo pero logrando también explotar las dinámicas entres sus protagonistas, sabe aprovechar lo vasto e imaginativo de este universo con el que también jugaron James Gunn o Taika Waititi.
Además, le permite a Brie Larson explorar otras facetas de Carol, pasando de las batallas intergalácticas a perseguir alienígenas gatunos o a vivir una fantasía de princesa espacial, que solo nos remarca el probable gusto de DaCosta por los musicales. Sin más pretensiones que las que tuvo Thor: Ragnarok (2017) respecto a su impacto dentro de la franquicia, The Marvels no busca ser el evento de proporciones épicas que parece demandarse de toda nueva película dentro de este género. Simplemente es entretenimiento puro.
nada personal, atlantes
Independientemente de toda apreciación subjetiva que se pueda tener sobre la película, es indiscutible que gran parte de la crítica resultó ser bastante tendenciosa. Ni siquiera hay que tener en cuenta las listas interminables de videos en donde la lupa estaba empañada a puro prejuicio, ya que tan solo basta con comparar el recibimiento que tuvo con aquel de la última entrega del DCU, Aquaman y el reino perdido (2023).
Variety, por ejemplo, cubrió la taquilla de ambas, dedicándole nueve publicaciones exclusivamente a llamar a The Marvels un fracaso. Por el contrario -y a pesar de haber recaudado 40 millones en su primer fin de semana- la secuela de Aquaman (2018) recibió solo tres artículos dedicados al tema, uno solo de ellos en carácter negativo.
A no equivocarse, esto no tiene nada que ver con comparar la calidad de ambos títulos. Hay que tener en cuenta además que ambos fueron estrenados en un momento en donde hay una clara fatiga por el cine de superhéroes. Un año en donde hasta tanques como prometía ser The Flash (2023) resultaron ser una decepción, tanto en la taquilla como con la crítica. Pero la recepción de ambas producciones tiene una disparidad innegablemente sesgada.
Este no es un fenómeno que podemos reducir a favoritismos entre el Universo Cinematográfico de Marvel o el de DC, ya que toda película pochoclera protagonizada (y/o dirigida) por mujeres o disidencias sufren el mismo escrutinio. Durante el estreno de Capitana Marvel (2019) una de las grandes quejas era que Black Widow era un personaje mucha más interesante y digno de apoyo. Si bien Natasha Romanoff (Scarlett Johansson) merecía tener el honor de ser la primera heroína de la franquicia en tener su propio film, los odiadores estratégicos tampoco supieron abrazarla cuando esto se volvió una realidad.
El bajo rendimiento que provocó estrenar a Black Widow (2021) en simultaneo en el cine y Disney+ fue un factor completamente ignorado por la mayoría de los medios, así como tampoco se tuvo en cuenta en los análisis las restricciones que aún se mantenían tras la pandemia. Buena parte de la crítica se reducía a cómo la temática de la película aborda la experiencia y los miedos femeninos, así como también a desaprobar el género de una de sus antagonistas.
Similar fue el ataque que sufrieron Black Panther (2018) o Spider-Man: Into the Spider-Verse (2018) antes de que fueran abrazadas por el público. Hasta Super Mario Bros.: La película (2023) lo padeció debido a una Princesa Peach (Anya Taylor-Joy) que lejos quedó de ser una simple damisela en peligro. Mientras más éxito tienen estas películas tildadas de “progres”, más se acallan y pretenden olvidar estos discursos.
Cuesta creer el odio que en su momento recibió Eowyn (Miranda Otto) tras matar al Rey Brujo. Hace veinte años no importaba que la trilogía de Peter Jackson estuviese basada en libros publicados en la década del cincuenta, ya que el momento heroico de la guerrera rohirrim simplemente no resultaba creíble.
Una y otra vez, escuchamos que la teniente Ellen Ripley (Sigourney Weaver) o Sarah Connor (Linda Hamilton) son los modelos a seguir en cuanto a películas de acción se trata. Es indiscutido lo icónico de ambos personajes, pero ¿toda heroína debe ser masculinizada para funcionar? ¿Para que sea aceptada, no ha de enfrentar problemáticas relacionadas a su identidad femenina? Sorprendentemente, femineidades de todas las épocas no han tenido problema en identificarse con héroes masculinos.
Hoy en día no hay margen de error para las películas protagonizadas por mujeres o disidencias. No importa si estamos hablando del éxito o del fracaso. Fallar es algo prohibido, que determina si su mera existencia en Hollywood es merecida o no. Mientras tanto, tenemos gran variedad tanto de éxitos como de producciones insustanciales protagonizadas por hombres. Son películas con una ejecución correcta, que a veces no buscan más que entretener y aun así pueden ser celebradas. Independientemente del resultado, los protagonistas y creadores masculinos -por más mediocres que sean- se mantienen sin generar estos cuestionamientos en el discurso de internet y en los medios mainstream. Mientras a las mujeres se les exige la excelencia para poder seguir creando y protagonizando películas.
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