Cada año, dentro de los nichos de las redes sociales cinéfilas, siempre hay algún título independiente que va ganando atención y que, si tenemos suerte, logra que podamos disfrutarla en las salas de cine. Este año nos llevamos esa grata sorpresa con Asesino serial (2023), conocida también por su mucho más interesante titulo original: Strange Darling.

Filmada en 35 milímetros  y con un tono, estilo y uso de la música que le hace honor a la filmografía de Quentin Tarantino, la película dirigida por JT Mollner es un violento viaje que atrapa desde el primer momento.  

Sumándose a la larga lista de películas supuestamente basadas en historias reales, en este caso tenemos lo que se supone es la dramatización de los últimos casos documentados de una serie de asesinatos que se llevaron a cabo entre 2018 y 2020 pero que nunca fueron resueltos.

Si bien Mollner nunca aclaró cuanta verdad hay detrás de los crímenes que asegura inspiraron a la película, estos datos terminan resultando casi anecdóticos y reforzando el eje sobre el cual se construye el relato: las suposiciones.

Dividida en seis capítulos y con un epilogo que la acompaña al final, conocemos a quien simplemente se nos presenta como el Demonio (Kyle Gallner). Imágenes en blanco y negro lo muestras musculoso, masculino, ejerciendo violencia sobre una víctima desconocida. Momentos más tarde aparece la Dama (Willa Fitzgerald), una chica rubia de maquillaje corrido, escapado y buscando refugio en la espesura de un bosque.

Con apenas un par de planos ya asumimos las bases de la historia, sin embargo esta se salta unas cuantas páginas y antes de que podamos comprender que sucede, se nos anuncia que lo que ahora estamos viendo es el capítulo tres. Así como la estética visual corresponde a otra época, la narración tampoco está en orden cronológico. Esto genera baches, pero no por eso no encontramos cierta lógica en lo que estamos viendo. Al conocer los clichés detrás de este subgénero en donde el eje es la persecución y desesperada supervivencia, se nos lleva a sacar nuestras propias conclusiones.

“Pareces buen tipo. De verdad. Pero nunca se sabe realmente. Así que tengo que hacerte una pregunta. ¿Eres un asesino serial?”

Demonio es pura determinación. Tras una intensa persecución en auto de por medio, lo vemos perseguir a su presa sin dar el brazo a torcer mientras Lady demuestra la misma voluntad por salvar su vida. De un momento a otro cambia el capítulo, llevándonos a un escenario totalmente diferente. En el anonimato de la noche, dentro de un auto y bañados en una luz azul de neón, queda en claro que su primer encuentro parecía destinado a una noche de sexo casual.

Ella charla con soltura, habla de lo difícil que es confiar en un desconocido y nos recuerda un miedo muy real, aquel de la vulnerabilidad a las que las mujeres quedan expuestas al tener un encuentro con un extraño. La confianza es primordial sobre todo en el tipo de prácticas que estos dos llevan a cabo, aquellas en donde la agresión sexual consensuada se sostiene en un hilo muy fino y fácil de romper si la compañía es la equivocada.

Explayarse mucho más respecto a los giros que toma Asesino serial llevaría inevitablemente al terreno del spoiler, ya que esta es una de esas películas en donde mientras menos se sepa mejor es la experiencia. Pocos son los personajes secundarios con los que se cruzan nuestros protagonistas y la historia se sostiene ante todo por un guion sólido y extremadamente dinámico, en donde incluso aquello que podría considerarse una pausa entrega diálogos atrapantes.

Taciturno y de palabras justas y medidas, el personaje de Kyle Gallner parece el perfecto depredador. Silencioso y atento, da la sensación de que como un tiburón, en cualquier momento nos sorprenderá con un movimiento brusco y violento, listo para atrapar a su víctima. Es una interpretación muy calculada por Gallner, que demanda gestos sutiles pero también una gran potencia física.

Fitzgerald se lleva el mismo tipo de exigencia con este rol, sino aún más que su compañero, ya que es ella quien realmente se calza la película al hombro. Independientemente de la escena, consigue combinar brutalidad con gran carisma inclusive en los momentos más álgidos o cuestionables de su personaje. Mención aparte merece su última gran escena, la cual tiene un gusto a Mia Goth y el tan hipnótico como incómodo plano final de Pearl (2022).

En sí, este es un thriller que no parece contar nada nuevo y se apoya en esa percepción, en aquello que nos es familiar tras décadas de distintas iteraciones en donde la heroína tiene un tortuoso escape y milagrosamente vence al final. Este conocimiento cinematográfico se vuelve así una de las principales fuentes de los estereotipos engañosos sobre los que se sostiene el guion. Cruda y desvergonzadamente violenta, Asesino Serial es sin duda una de las más gratas sorpresas del año, llevada a cabo como una gran coreografía en donde los calculados movimientos de su director funcionan como los de la mano de un ilusionista.