Un gusto adquirido

The Penguin: Por qué el villano de Ciudad Gótica funciona tan bien sin Batman

La serie original de HBO basada en el mundo imaginado por Matt Reeves para el cine explora y redefine a uno de los villanos más clásicos de Batman.

por | Oct 27, 2024

Las primeras escenas de la serie The Penguin (2024-) son cinematográficas. Apenas transcurrió una semana desde los trágicos eventos del final de The Batman (2022), de Matt Reeves, y esta nueva historia nos transmite en pocos minutos toda la información que necesitamos para estar en contexto, incluso sin haber visto esa película.

Con recursos narrativos muy clásicos de la ficción televisiva, como un par de recaps a través de noticieros, recortes de periódicos y posteriores charlas entre los personajes, sabemos todo lo que tenemos que saber para entrar en una Ciudad Gótica devastada por un atentado, perpetrado por El Acertijo. Una que, además, ostenta un vacío de poder tras el asesinato del jefe de la mafia, Carmine Falcone (Joh Turturro en el cine, Mark Strong en la serie).

Desde las alturas de la oficina en su club nocturno, Oswald Cobb (Oz para los amigos, pero no Cobblepot, a diferencia de los cómics) observa en calma toda la escena, analizando sus próximos pasos. Una de las primeras imágenes que tenemos de él es la del paraguas negro que hizo tan famosa Danny DeVito en la primera adaptación de Batman al cine (la de Tim Burton en 1989).

Pero en este caso, la imagen del Pingüino no es la de un personaje caricaturesco que se asemeja al pájaro que le da nombre, sino la de un mafioso de poca monta dispuesto a aprovechar el caos para escalar en el submundo criminal de una ciudad siempre corrupta en cada oportunidad que se le presente. Sin ir más lejos, al romper la caja fuerte de la oficina de su jefe se revelan sus primeros activos: fotos comprometedoras de potencial extorsivo y una valija de diamantes.

Si en este punto pensamos que lo que vamos a ver es un clásico drama de mafiosos, puede que en parte estemos en lo correcto, pero nunca de la manera en que lo esperamos. A la vuelta de cada escena hay un giro argumental acechando para alterar las dinámicas de poder entre los personajes y poner en juego su futuro, sin que logremos adivinar del todo para dónde va a ir la trama.

Lo interesante es que más allá de las intrigas callejeras y políticas de Ciudad Gótica, vamos a ver una historia de ascenso al poder y descenso en la locura, un estudio de personaje sostenido no solo por la magnífica actuación de Colin Farrell, sino por un guion que evita los lugares comunes y sorprende a cada episodio, incluso a los espectadores más entrenados, y una producción a la altura de las mejores de HBO (que le otorgó el codiciado horario prime time de los domingos a la noche, con estrenos semanales).

¿Un personaje conocido?

Ese primer encuentro entre Oswald Cobb y Alberto Falcone, el heredero del imperio de la mafia, nos dice todo lo que necesitamos saber sobre El Pingüino, y por eso es una gran presentación de personaje. Oz es un tipo ambicioso, pero servicial, un traicionero que busca siempre su beneficio pero no muerde la mano que le da de comer, a menos que sepa con certeza que eso puede llevarlo a un beneficio mayor.

“Se quieren sentir grandes, así que me achico, se sienten bien consigo mismos y yo sigo mi camino”

Es impulsivo y eso a veces lo mete en problemas, pero cada impulso es compensado con ingenio y carisma, mintiendo descaradamente para salirse con la suya. Y, por sobre todas las cosas, tiene una inmensa necesidad de ser aceptado y reconocido.

A los largo de sus 8 episodios, la serie explora en esa interesante psicología y convierte a Oswald Cobb en el trágico antihéroe de su propia historia, haciéndonos olvidar por momentos que se trata de un villano con todas las letras. Ese es tanto un mérito de escritura como de caracterización e interpretación, a cargo de Lauren LeFranc (showrunner), Mike Marino (maquillador protésico) y Colin Farrell (protagonista), respectivamente.

Pero también de un elenco secundario que baila al ritmo del personaje principal y a su vez lo desafía, revelando los matices cada vez más oscuros dentro de la mente maestra del infame Pingüino. Desde su primer encuentro con Alberto Falcone lo vemos como un tipo manipulador, que agacha la cabeza para no presentarse amenazante, mientras por otro lado tienta a un adicto con su mayor debilidad, y reacciona sin meditar cuando hieren su delicado orgullo.

“Eres quien eres y no podrías cambiar si quisieras.”

La frase de Alberto Falcone es lapidaria, pero no por eso menos cierta. A lo largo de la temporada, veremos su enfermiza dinámica con personajes que lo conocen en mayor y menor medida, y cómo manejan esa delicada información para sacar lo que quieren de Oz.

Lo más interesante es la dosificación de esa info para con el espectador, que apenas lo conoce, al igual que el personaje que se convierte en una especie de avatar nuestro, el joven Victor Aguilar (interpretado brillantemente por Rhenzy Feliz).

A los ojos de Vic, Oz es un benefactor que le perdona la vida y lo encauza hacia un objetivo, luego de la tragedia de Crown Place que cambió todo para él. Un pobre tipo entre los poderosos, que no tuvo otra opción que trabajar para la mafia y cuya suerte le juega constantemente en contra, desde sus orígenes humildes hasta su condición física. Algo con lo que el joven puede verse identificado, un vínculo que Oz refuerza cada vez que puede, con sus discursos grandilocuentes y gestos amables.

“El mundo no fue construido para tipo como nosotros. Por eso tenemos que tomar lo que consideramos nuestro.”

La dinámica entre ambos es uno de los aspectos más interesantes de la serie, pero no el único. De hecho, sorprende la cantidad de relaciones que El Pingüino mantiene a pesar de su peligrosa línea de trabajo y su apariencia desapegada de cariño.

Justamente esto último es lo que hace que la serie no se sienta como una innecesaria justificación de la maldad, sino como una exploración en los rincones más mezquinos de la mente y las relaciones humanas.

Sofía, la gigante

Cada personaje merece un párrafo aparte, y eso es precisamente lo que hace las serie: darle a cada uno el tiempo para desarrollarse y mostrar sus matices, su historia de fondo, los sucesos que los llevaron a ser lo que son y estar donde están.

Estos episodios de flashback casi autoconclusivos le dan tiempo a la historia central de respirar y revelan los costados de Oswald que ni él está dispuesto a admitir, mostrando las consecuencias de sus acciones en la vida de quienes lo rodean.

El más memorable de estos personaje es sin dudas el de Sofía Falcone, interpretado por una Cristin Milioti que rompe todos los registros en los que alguna vez la vimos para entregar una de esas “villanas” icónicas de Batman, a la altura de la Gatúbela de Michelle Pfeiffer.

La actriz de How I Met Your Mother (2005-2014) y Palm Springs (2020) se mete en la piel de “The Hangman” (o El Ahorcado, uno de los villanos menos conocidos de Batman) y reinterpreta el mito. Su incorporación también pone en el tablero muchos de los elementos clásicos de cualquier ficción del encapotado, como el funcionamiento de Arkham y la corrupción de las instituciones.

Poco importa que Batman haya pasado de ser conocido como “la Venganza” en la película de Matt Reeves a “el Vigilante” en los noticieros de Ciudad Gótica, esta no es su historia. Quizás sea un capítulo clave para entender lo que vendrá en su próxima película, que oficialmente transcurre una semana después de esta serie, en Navidad. Pero por ahora, lo que nos importa es la historia de Oz y sus secuaces, enemigos y aliados, muy ajenos a las andanzas de Bruce Wayne.

Gotham es mucho más que el escenario donde transcurren las vidas de estos personajes, es la ciudad que los forma y los transforma, que puede llevar a la locura hasta al más puro de corazón y que lo contamina todo con su corrupción.

Es el lugar perfecto para alguien como Oswald Cobb. Salvatore Maroni o Rex Calabrese, que imponen sus propios códigos y los rompen a su antojo, encontrando la forma de vivir bien en medio del caos. Pero es un infierno para los más débiles, que terminan tapados por el agua o asesinados en un callejón.

La serie está plagada de ironías, y la vida de Sofía es una de ellas. Pero la hija menor de los Falcone se niega a ser una víctima en el juego de su propia familia, y su fuerza de voluntad es la única que puede rivalizar con la del Pingüino. Eso la convierte en la antagonista ideal para nuestro protagonista: una mujer sofisticada nacida en la riqueza, pero obligada a convivir con circunstancias extraordinarias y sobrevivir a cualquier precio. Las similitudes con el personaje de Oz saltan a la vista

Sofia es inteligente, asertiva y vengativa. Pero a diferencia de Oz, actúa desde un sentido de la justicia y con sus propios códigos morales, lo cual la convierte en su antítesis perfecta. Mientras Oswald abraza el papel de víctima y culpa constantemente a los demás o a las circunstancias de sus propias acciones, se empequeñece para agradar y le miente hasta a su propìa sombra, Sofia busca rectificar su historia, tomar el control de su propia vida y agigantar su figura para protegerse en un mundo en el que se siente completamente sola.

En el nombre de la madre

El personaje de Frances Cobb (la madre de Oz), interpretada brillantemente por Deirdre O’Connell -o ” Didi” como le dicen sus compañeros de elenco- es quizás el más original de la serie, un gran acierto que aporta el diferencial en la construcción de Oswald Cobb. Ya no es solo el tipo resentido y desamparado que creímos conocer, sino un hijo dedicado y cariñoso, que cuida obsesivamente a su madre de los riesgos de su profesión.

Del otro lado, una mujer compleja, vanidosa y deteriorada, con muchísimos matices y secretos, y una relación tan entrañable e íntima como enfermiza y tóxica con su hijo. La incorporación de Frances en la historia de Oz es lo que termina de darle a esta historia el matiz dramático que la eleva a otra categoría por encima de la típica historia de mafiosos.

Con muchos guiños a los mejores exponentes del género, como Los Soprano (1999-2007) o Buenos Muchachos (1990), esta miniserie retoma también la tradición de series como Breaking Bad (2008-2013) o Mad Men (2007-2015), al presentarnos a un carismático antihéroe y explorar en su psiquis y relaciones para hacer que el público pueda empatizar con él, a pesar de revelar sus más oscuros colores.

Decir más sería entrar en spoilers, y no nos interesa explorar ese terreno cuando aún quedan un par de episodios de la serie por emitirse en HBO y Max. Pero sí destacar que, entre tantas producciones basadas en cómics y cierto “hartazgo” por la sobreexplotación de Batman y su galería de villanos en formato audiovisual, The Penguin (2024) realmente vale la pena.

Además de todo lo mencionado en esta nota, cabe destacar el gran trabajo de dirección de la showrunner Lauren LeFranc (anteriormente conocida por Agents of SHIELD) en adaptar un mundo con tanta identidad propia como el que construyó Matt Reeves para The Batman, logrando una cohesión muy convincente, pero también independizada casi por completo de aquella. Y la dirección de Craig Zobel (Mare of Easttown) y Helen Shaver (Station Eleven, Vikings y Orphan Black) en los episodios emitidos hasta ahora. Nos queda un gran final por delante.

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