Cerca del final

Better Call Saul: se despide la serie ¿que superó a Breaking Bad?

Luego de seis temporadas, el spin-off de Vince Gilligan y Peter Gould concluye este martes y nos preguntamos si es superior a la serie de la que surgió.

por | Ago 15, 2022

Better Call Saul: se despide la serie ¿que superó a Breaking Bad?

“Lo hice por mí, me gustaba, era bueno en eso, yo estaba… Estaba vivo”, le dice Walter White (Bryan Cranston) a Skyler (Anna Gunn) en “Felina”, el último episodio de Breaking Bad (2008-2013). Finalmente, Heinseberg dejaba las excusas, dejaba el “lo hice por mi familia” y revelaba la verdadera razón detrás de su indetenible carrera hacia su idea de grandeza. Si “Granite State” oficiaba de capítulo “reposo” y “Felina” cerraba los cabos sueltos (al menos algunos de ellos), el antepenúltimo episodio, “Ozymandias”, era el punto cúlmine de una ficción que se fue superando a sí misma. En ese clímax, los héroes dan su última batalla (Hank y “Gomie”), Jesse (Aaron Paul) se convierte en un alma en pena desde que escucha la frase “Yo vi morir a Jane”, y Walter entra en un espiral de descontrol que lo empuja a amenazar a su familia y a llevarse a su pequeña hija mientras los rostros de Skyler y de Walter Jr. (RJ Mitte) se desfiguran. Ya no hay vuelta atrás para ese hombre de la ciencia que muere en su contexto, rodeado por aquello que le dio la vida y que, al mismo tiempo, lo condujo al final de su derrotero.

Better Call Saul: se despide la serie ¿que superó a Breaking Bad?
Rhea Seehorn y Bob Odenkirk en Better Call Saul

Hay mucho de “Ozymandias” en “Waterworks”, el penúltimo episodio de Better Call Saul (2015-2022), la ficción concebida por Gilligan y Peter Gould que tiene como figura excluyente a Jimmy McGill/Saul Goodman (Bob Odenkirk), ese “abogado criminal” que contratan Walter y Jesse en Breaking Bad y cuya vida ahora vemos sin su fachada. Saul sin su fachada era, claro, Jimmy, hermano de Chuck McGill (Michael McKean), una eminencia de la abogacía, ese hombre cuya superioridad moral, entre otros factores, fue llevando al menor a querer demostrar que él valía mucho más de lo que opinaba el entorno. Jimmy vivía en las sombras, seguía siendo condenado por Chuck por haber traicionado la confianza de su papá siendo chico, y gestando así el famoso presagio de que Jimmy nunca cambiaría: “Esto es lo que hacés, lastimás a la gente, te respetaría más si lo admitieras; sobre el final, vas a terminar lastimando a todos los que te rodean”.

En esa diatriba pasivo-agresiva hay maldad y hay envidia. Por eso Chuck le oculta a Jimmy las últimas palabras de su mamá, Ruth, porque carece de su naturaleza persuasiva, de su charme. Esta construcción -el inicio, al menos- de la identidad del protagonista en función de su hermano se fue llevando a cabo con un tempo muy diferente al de Breaking Bad. Better Call Saul, a fin de cuentas, no es solo su spin-off: es también su precuela y su secuela, un entramado fascinante de personajes encabezado por un Jimmy con quien en un principio es muy sencillo empatizar.


The Winner… ¿Takes It All?

Better Call Saul: se despide la serie ¿que superó a Breaking Bad?
Bob Odenkirk en Better Call Saul

La muerte de Chuck pudo haber sido un momento de quiebre, pero Gilligan y Gould no van por lo bombástico sino que respetan la cadencia de un plan superior. Si uno creía que la atención a los detalles era impecable en Breaking Bad, en Better Call Saul ese aspecto tiene una precisión matemática. Nada está librado al azar y sus showrunners establecen un pacto tácito con su fiel y paciente audiencia, una que fue siempre recompensada con ese minucioso trabajo narrativo. La muerte de Chuck y la carta que escribe Jimmy para recuperar su licencia y que lee con una mezcla de manipulación y sinceridad (cuando está ejecutando uno de sus planes es cuando más en contacto está con sus emociones, paradoja que vimos en numerosas oportunidades), todo eso parece haber quedado tan atrás cuando llega la sexta temporada, cuando llega “Waterworks” y ya no quedan rastros de Jimmy ni en Saul ni en Gene Takavic.

Cuando Marion (una Carol Burnett perfecta) descubre su fachada y él se le va acercando con el cable del teléfono moviéndose en sus manos es imposible no retrotraerse a la mirada de terror de Skyler y Walter Jr. cuando Walter se aproximaba con el cuchillo. Saul sabe que todo está perdido como entonces su representado era consciente de lo mismo -solo que le faltaba dar su tiro de gracia-, pero una frase lo saca de esa suerte de trance. “Yo confié en vos”, le dice Marion. Todo se concentra en esa mirada memorable de Bob Odenkirk. Por esos ojos vemos pasar a Sandpiper, a Marco (Mel Rodríguez), a Kim (Rhea Seehorn), a Howard (Patrick Fabian) y a Chuck ¿Dónde quedó ese abogado que cantaba “The Winner Takes It All” de ABBA con su hermano?

En ese punto, Better Call Saul vuelve a desmarcarse de Breaking Bad al enriquecer de modo más asertivo a sus personajes, como el de Mike (Jonathan Banks, ese padre que busca la expiación con Nacho y luego con Jesse) y como el de Gus (Giancarlo Esposito) y la raíz de su sed de venganza contra Hector Salamanca (Mark Margolis). No es arbitrario que ambos hayan tenido dos monólogos brillantes. El primero, recordando como perdió a su hijo. El segundo, esbozando su parábola sobre cómo la paciencia es su mejor receta para acabar con esa familia enemiga.


Better Call Saul, la verdadera serie madre

No es secreto que Gilligan y Gould trazan muchos paralelismos entre Breaking Bad y Better Call Saul (el “no half-measures” es uno de ellos), pero luego de seis años se puede vislumbrar cabalmente (en blanco y negro, a color, en el pasado, en el presente, en el futuro) que la segunda es, en realidad, la verdadera serie madre del universo que también incluye el largometraje El camino (2019), disponible en Netflix. Cuando Saul ingresa al aula de Walter luego de que Mike le aconsejara lo contrario, se abre otra dimensión. Ese hombre que pudo dejar atrás el trauma de Howard y la partida de Kim a Florida (de lo más triste que mostró la serie) es quien percibe un potencial en ese profesor de química de Albuquerque. La conexión entre White y Fring es solo cuestión de tiempo para que los egos colisionen y las apuestas se suban. En el medio, Saul hace lo que mejor sabe: divertirse apagando incendios. Solo que ahora, a un episodio del gran final, no solo será aún más difícil ver algo de McGill en Goodman (si es que resta algo de Goodman en él también) sino que también será diferente revisitar Breaking Bad.

Al llenar los espacios, Gilligan y Gould vuelven más opaco el panorama. El timbre de Salamanca nos remitirá al suicidio de Nacho y el primer encuentro de Jesse con Saul (“You don’t want a criminal lawyer, you want a criminal lawyer”) ya no será tan divertido. No después de haberlo visto dudando frente a Kim. “En fin… Este tipo… ¿Es bueno?”, le pregunta él. “Cuando lo conocí, lo era”. Esa secuencia dura poco más de cuatro minutos y está plagada de simbolismos. Por un lado, tenemos la ingenuidad de Jesse, quien está metiéndose en un mundo más grande del que imagina, contrastada con la angustia y la culpa de Kim, una mujer que fue al infierno con Lalo (Tony Dalton) y con Gus y volvió, pero en blanco y negro. Por otro lado, está la lluvia. Es la primera vez que llueve intensamente en todo el universo Breaking Bad-El Camino-Better Call Saul, y mientras Kim se cubre, prevenida, Jesse se relaja, con la capucha baja. Con la guardia baja. Ella, en cambio, no podrá caminar tranquila nunca más. Es mucho lo que carga en sus hombros.

Better Call Saul: se despide la serie ¿que superó a Breaking Bad?
Kim Wexler y Jimmy McGill en Better Call Saul

Esta nota se titula con un interrogante que no pretende enfrentar dos de los mejores dramas televisivos de todos los tiempos sino intentar desandar el camino de cómo Better Call Saul logró resignificar Breaking Bad. A su tiempo y con el vacío como una cruz que se carga hasta el final. El vacío del padre de Nacho, el vacío de una Kim perdida entre un sabor de torta u otro, el vacío de Gus cuando elige el odio por sobre la posibilidad de amar de nuevo, el vacío de Jimmy cuando dice “Si hoy muriese, a nadie le importaría”. Las muertes en Breaking Bad dolían (sobre todo las de Hank y Mike), pero en Better Call Saul duele más ser testigos de quienes viven como si estuviesen muertos. Quizá ese sea el precio a pagar de Saul. Saul Gone ¿Qué le queda? Una existencia pueril sin nada de lo que sujetarse. No hay ganadores en esta historia ni nadie que se lleve el botín.

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Milagros Amondaray

Más de 20 años de experiencia en crítica de cine y TV, redacción y edición editorial en medios digitales e impresos.

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