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Drácula: Mar de Sangre – Crónicas de un viaje cinematográfico condenado

Con un vampiro más brutal y deshumanizado, esta versión del director noruego André Øvredal tiene sus fallas, pero es un divertido festival de sangre.

por | Ago 24, 2023

Drácula: Mar de Sangre – Crónicas de un viaje cinematográfico condenado

Siempre es cuestión de tiempo para que Hollywood vuelva a intentar reinterpretar la historia de Drácula de las formas más diversas. Este año le tocó el turno a Nicolas Cage en una comedia de acción enfocada en su lacayo Renfield (2023), pasando sin mucha pena ni gloria por los cines.

Apostando por una producción que regresa netamente al terror, Drácula: Mar de Sangre (2023) se basa en apenas unas cuantas páginas del libro original. Tomando unos recortes de diario y la bitácora del Capitán del Deméter como inspiración, la película muestra la travesía de este barco que, sin saberlo, trasportó en su carga al vampiro en su camino a Londres.

Un final anunciado

Incluso para aquellos que están vagamente familiarizados con la historia, todos conocemos el final de este viaje. Es por eso que la película comienza con los restos del barco encallado en las costas de Whitby, en una tormentosa noche que no puede augurar nada muy bueno. Apenas las autoridades se acercan en la búsqueda de supervivientes, encontrando solo la palabra escrita del Capitán y sus advertencias, retrocedemos en el tiempo unas semanas atrás. Así nos encontramos en un puerto de Rumania, viendo cómo carruajes romaníes llevan cajones con el sello del dragón, identificando a la familia Dracul, en sus cubiertas. 

Sabiendo que el Deméter busca nuevos tripulantes para su travesía, Clemens (Corey Hawkins) ofrece sus conocimientos médicos, además de su musculatura para ayudar con toda mano de obra. A pesar de ser un graduado en Cambridge, el color de su piel hace que el trabajo escasee, pero su inteligencia pronto le gana un lugar en el navío. La tripulación del Capitán Eliot (Liam Cunningham) es pequeña pero no falta de excentricidades, siendo su pequeño nieto Toby (Woody Norman) por quien Clemens instantáneamente genera simpatía.

Es así como el Deméter se nos presenta como todo un mundo en sí mismo. A Clemens le enseñan las reglas del barco y la manera en que los tripulantes se comunican, capaces de encontrarse desde babor o estribor con unos simples y bien dados golpes en su madera. Aprendemos también del folklore del mar, con la superstición de que un barco sin ratas parece ser algo imposible, así como una creencia todavía más conocida: que las mujeres en una embarcación traen mala suerte.

Esto último no resulta prometedor para Anna (Aisling Franciosi), polizona encontrada dentro de una de las cajas traídas de Romania. Lo curioso es que la chica, desvanecida y sufriendo una aparente infección, estaba atrapada en una cajón que solo parecía contener tierra.

Tu cara me suena

La premisa es simple. Un grupo de hombres necesitados de dinero están atrapados en una embarcación en donde poco a poco serán cazados por la bestia que se esconde en las sombras. Es a grandes rasgos una versión de la Alien (1979) de Ridley Scott ambientada en 1890, pero que lejos está de alcanzar el mismo estatus de ese ícono de la ciencia ficción. Este Drácula, bajo el titulo original de El último viaje del Deméter, se destaca ante todo por la visión tan original en la que presenta al vampiro. Javier Botet (REC, It), actor español cuya fisionomía lo llevó a personificar a algunos de los monstruos más icónicos de los últimos años del cine, es a quien se le confió la tarea de dar cuerpo a un Drácula familiar pero diferente.

Como una cruza entre el Conde Orlok de Nosferatu (1922) y las criaturas de The Descent (2005), vemos a este Drácula pasar de ser una criatura marchita a un depredador absoluto, atacando con una ferocidad que lo deja lejos de aquel seductor asesino que interpretó Bela Lugosi. Pero está muy en claro que Botet no interpreta a un animal. Hay un juego planificado detrás de cada uno de sus movimientos y mucho sadismo en la forma en que caza a sus víctimas. Es un juego del gato y el ratón en donde, una vez llegada la noche, no hay lugar donde esconderse y las habilidades del vampiro se muestran cada vez más sobrehumanas.

Reinterpretando al monstruo

Tras ser anunciado que la película estaba en proceso, uno de sus puntos de mayor interés era que André Øvredal era a quien se le había encargado su dirección. Si bien su filmografía es reducida por ahora, no por eso es austera y sus incursiones al terror parecen ser de sus mayores fuertes. Explorando tonos más cómicos en su falso documental Troll Hunter (2010), la forma en que mezcló el folklore nórdico con ruedas de prensa de políticos reales dejó en claro que la creatividad de André tiene a la hora de crear sus mundos.

Le siguió la exquisitamente atmosférica The Autopsy of Jane Doe (2016) en donde los juegos más sutiles marcaban lo sobrenatural. Viendo su talento, al poco tiempo Guillermo del Toro lo eligió para adaptar el querido libro de terror infantil Scary Stories to Tell in the Dark (2019). A pesar de estar enfocada a un público más juvenil, la huella del noruego se hizo notar en lo rico de sus climas y la manera en que llevó a la pantalla aquella estética tan única en sus ilustraciones.

Es cierto que su versión de Drácula no es perfecta y narrativamente se siente por momentos desordenada, con una edición que además no ayuda a esos fallos. La historia a veces demanda que no juzguemos a los personajes por sus malas decisiones y eso inevitablemente nos saca un poco de la historia. Un poco forzada resulta también ese epílogo que parece reinterpretar a otro personaje de la novela original mientras deja abierta la posibilidad a que lleguen secuelas. Esto hace que nos preguntemos si Universal todavía tienen la esperanza de crear su propio universo cinematográfico basad en sus monstruos más clásicos.

Una de cal y una de arena

Pero con o sin estos puntos en contra, la película logra entregar un Drácula bastante original, con sus otras versiones más cercanas no llegando a sostener esta faceta durante la película completa. Este es un vampiro completamente deshumanizado y el filme no escatima a la hora de mostrar el resultado de sus feroces ataques. Una simple mordida al cuello y manchas carmesí extendiéndose en la ropa no es lo que el noruego busca, sino que más bien se asegura de que veamos como la carne es arrancada de un brutal mordisco.

Así como en el libro su protagonista no aparece como un personaje desarrollado al detalle, sino que es más bien una presencia que atemoriza por ser tan difícil de definir, este Drácula también se mantiene en gran parte al margen. Esto hace que cada una de sus apariciones entreguen algo tan nuevo e inesperado como violento.

Si bien se entienden las razones por las que buena parte de la crítica no acompaño a la visión de Øvredal, resulta lamentable que la recaudación tampoco la esté a su favor. Teniendo en cuenta lo genéricas que son muchas de las interpretaciones de esta historia, hay que apreciar cuando alguien se atreve a hacer algo distinto, más cuando tiene todos los condimentos que hacen a una entretenida opción para los fans del género. Este Drácula se sale de la norma a la vez que explora todo lo que sabemos del mito, mostrándolo desde su ángulo más letal.

Con un elenco que entrega actuaciones muy correctas, hay que destacar los lugares a los que se atreve a llevar al actor más joven de su elenco. Drácula: Mar de Sangre sabe mantener un clima de tensión mientras esperamos a que el navío llegue a su inevitable destino. Como si de una casa encantada se tratase, el Deméter logra tener personalidad propia y lúgubre, convirtiéndose en el escenario perfecto para una historia de la que ya conocemos su trágico final. A pesar de sus errores, es un gusto ver cómo Øvredal no tiene miedo de ser especialmente cruel con estos personajes. La expresión “hombres muertos caminando” los define completamente.

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Ro Tapias

Artista visual. Madre de dragones, gatos y un corgi. Hablo de cine, a veces demasiado.