A más de quince años desde que Troy Bolton (Zac Efron) y Gabriella Montez (Vanessa Hudgens) hicieran su debut en las pantallas de Disney Channel, es imposible negar el impacto que High School Musical (2006) tuvo para toda una generación. Y es que si bien Disney desde sus comienzos fue asociado con los musicales, el éxito que tuvieron los chicos de East High dio lugar a lo que casi podríamos llamar un género propio, estas historias de adolescentes y sus drama colegiales interrumpidos por coreografías en el aula y  canciones pegadizas. La trilogía de Z-O-M-B-I-E-S es sin duda su pariente, pero el agregado fantástico a la historia es un condimento que le brinda una identidad muy personal.

Zombies con conciencia de clase

El pueblo de Seabrook nunca fue el mismo luego de que un trágico accidente en su planta nuclear desatara una plaga que convirtió a buena parte de su población en (adivinaron) zombies. Siendo confinados a  un sector de la ciudad que luego llamarían Zombietown, el gobierno desarrolló los brazaletes Z-Bands, dispositivos capaces de calmar el hambre de estas criaturas gracias a pulsaciones electromagnéticas para volverlos inofensivos y volver a insertarlos en sociedad.

Fue así como humanos y zombies fueron obligados a convivir, si bien aquellos afectados por el virus fueron considerados seres de una clase inferior a la del humano promedio. Sin los prejuicios de sus pares encontramos a Addison (Meg Donnelly), aparentemente una chica normal, aspirante a ser parte del equipo de porristas, mientras que Zed (Milo Manheim) quiere ser el primer zombie en jugar en el equipo de fútbol de la escuela. Sus vidas no tardan en cruzarse y pronto descubren que tienen en común mucho más de lo que esperaban.

Enfrentando este mundo en donde los humanos parecen estar obsesionados con colores pasteles y los zombies exigen derechos igualitarios, la primera película aparece como un gracioso hibrido entre West Side Story y las muñecas de Monster High. Con un tono muy camp y un humor simple que a veces rompe la cuarta pared, la historia no parecía tener aspiraciones más allá de entretener mientras se dejaba un lindo mensaje. Por lo visto lo logró, porque en 2020 llegó una secuela que- repitiendo a grandes rasgos la fórmula de su predecesora- introdujo a su historia un nuevo grupo de monstruos alienados: los hombres lobo.

El giro más interesante de la segunda parte es cómo explora la identidad de Addison, quien nunca terminó de encajar en el mundo perfeccionista humano. Pero, a pesar de ser bienvenida por Zed y sus amigos, ella jamás experimentará el prejuicio social que viven los zombies. Es así como, mientras el status quo de Seabrook se quiebra con la irrupción de la manada de licántropos, la posibilidad de que Addie sea la legendaria alfa que los lideraría para encontrar su mágica piedra lunar parece dar un nuevo sentido de pertenencia a nuestra protagonista. Entre canciones, celos y makeovers, esta segunda parte es un poco más bizarra y entrañable que la primera.

Encuentros cercanos del tipo musical

La tercera parte, ya estrenada en Disney Channel y disponible para streaming en Disney+, nos presenta a Addie y Zed en su año final de la secundaria. Zed lucha por conseguir una beca para asistir a la misma universidad a la que irá su novia, para así también convertirse en el primer zombie en tener estudios terciarios. Por su parte, Addison pasa sus últimos meses en la escuela organizando un torneo de porristas inclusivo, abierto a todas las naciones.

Lo que nadie espera es que a este evento quiera asistir el grupo de extraterrestres recién llegado al pueblo. Humanos, zombies y licántropos, quienes habían aprendido a convivir en armonía, temen que esto sea una invasión. Pero A-Spen (Terry Hu), A-Li (Kyra Tanao) y A-Lan (Matt Cornett), traídos a la Tierra por su Nave Madre (RuPaul, en un acertado cameo de voz), se unen a la escuela con la esperanza de participar en el combate de cheerleaders. Por supuesto, hay mucho más que eso en juego.

La tolerancia hacia aquellos que son diferentes a nosotros mismos es evidentemente uno de los temas principales en la historia, así como la aceptación de nuestra propia identidad también es un elemento clave. Esto último es aún más evidente en la tercera entrega, tanto en la historia misma como fuera de esta. Es un paso grande tener a un personaje como A-Spen, ya que es el primer personaje no binarie en un live action de un gigante como Disney, traído a la vida gracias a un intérprete no binarie también.

Al hablar con el elenco, comprendimos aún más lo importante que era para el ellxs transmitir estos mensajes de inclusión y cómo estos temas lxs tocaron desde lugares muy personales. Mirá por acá lo que sus protagonistas tiene que decir sobre eso: