Un grupo de niños corren por un campo de tulipanes que parece infinito. Llegan al pueblo trayendo una buena noticia. De a poco el rumor corre, todo es alegría, danza y alivio. Es una mañana brillante en Oz y desde el cielo, Glinda La Buena desciende para confirmar que, efectivamente, La Bruja Malvada del Oeste ha muerto.
Esta es la secuencia con la que Jon M. Chu, nos da la bienvenida a un festín visual de 2 horas y 40 minutos de lo que es su interpretación de la Tierra de Oz. Comienzo la reseña remarcando la extensión de la película porque, aún pecando de excesiva, nos mantiene hechizados y anclados a la butaca de principio a fin.
Los amantes del cine de todos los tiempos sabrán reconocer que la escena mencionada en el primer párrafo de este artículo es casi el extracto del comienzo de El Mago de Oz (1939). Es la primera de varias referencias que la película hace a ese hito indiscutido de la industria cinematográfica. Como dándonos un adelanto de lo que esta por venir, Chu nos avisa que estamos a punto de hacer un viaje al pasado de esa historia para conocer el origen de sus personajes y descubrir la verdad jamás contada sobre la Tierra detrás del arcoíris.
De broadway al cine
Wicked (2024) es la adaptación cinematográfica del mega exitoso musical homónimo que llegó a los cines argentinos el pasado 21 de noviembre. A 21 años de su estreno teatral y apenas unas semanas antes de estar en cartel, una extensa campaña de marketing pareció teñir al mundo de verde y rosa, haciendo referencia a los colores adoptados por las brujas protagonistas .
Cynthia Erivo (Elphaba) y Ariana Grande (Glinda) se suben al carrito de esta montaña rusa emocional y nos regalan dos personajes que, con todo cariño, incorporaremos a nuestras vidas como en algún momento lo hicimos con un Marty McFly o Indiana Jones. Si, todos vamos a querer tener esos Funkos en la repisa.
En varias de las cientos de entrevistas que vienen inundando la internet en los últimos meses, ambas actrices han declarado su gran apego por el material original. Esto se traduce en una verdadera carta de amor al teatro musical, el género en donde tanto Erivo como Grande iniciaron sus carreras.
Si bien todo en Wicked es grandilocuencia, es en su sutileza en donde nos gana como público. La Elphaba de Erivo abre la boca y nos demuestra que es una fuerza de la naturaleza cantando, pero logra decir mucho más con la mirada. Este combo se completa con el manejo de los tiempos de comedia de Grande. Ambas generan momentos inolvidables. Es una amalgama perfecta de talento que sostiene la acción y no la deja caer. Con ellas reímos, nos conmovemos, las admiramos, festejamos y, a veces, las queremos matar (¿Sobre todo a Glinda durante su Bully Era!).
Fiyero (Johnatan Bailey) es el chico malo que viene a sacudir el avispero, subiendo la temperatura en la Academia Shiz, lugar en donde pasamos gran parte del primer acto. Gracias a un gran carisma y muy buenas decisiones interpretativas, Bailey logra romper ese estereotipo entregando a un galán que se aleja de los lugares comunes, incluso mientras los está transitando.
El resto del elenco está integrado por un coro de caras conocidas en donde destacan Jeff Goldblum como el mismísimo Mago, la recientemente ganadora del Oscar Michelle Yeoh como Madame Morrible y Bowen Yang de Saturday Night Live como Pfanee. También tenemos a Keala Settle, a quien quizás recuerden como la mujer barbuda en The Greatest Showman (2017), interpretando a Miss Coodle. Como si fuera poco, el genial Peter Dinklage le aporta su voz al profesor cabra, el Doctor Dillamond. Además de ese elencazo, entre las caras nuevas tenemos a Ethan Slater (Boq) y Bronwyn James (Shen Shen), ambos muy correctos en lo suyo.
Wicked (2024) opera simultáneamente en varios registros:
Cuando es seria es muy seria. Ahí tenemos conspiraciones, intrigas a resolver, un poder político corrupto, desapariciones misteriosas y “el rol de los medios” como tramas paralelas que se muestran sin tapujos.
Cuando es graciosa, es desopilante. Prueba de esto es cada intervención de Glinda.
Cuando es conmovedora nos roba el corazón. Tan solo basta oír los soliloquios de Elphaba. A pesar del riesgo de ser carnada para el melodrama, terminan siendo una ventana a la esencia de un personaje muy tridimensional y cautivador.
Cuando es una película musical, es gloriosa. Las voces fueron grabadas directamente en el set, dando a los actores la libertad de improvisar y tomar decisiones interpretativas con cada compás. Todo suena más brillante, más honesto y comprometido. Mención especial a los cuadros coreográficos que desafían a la gravedad.
Cuando debe entretener, nos presenta un despliegue visual filmado en sets inmersivos que parecen no tener límites. Oz se extiende hacia los cuatro puntos cardinales que evocan tanto a la puesta teatral como a El Mago (1978). Pero ojo, esto no quiere decir que estemos ante un refrito que apunta a la nostalgia. La adaptación cinematográfica de Wicked es un artefacto cultural en sí mismo. Y llegó para quedarse (como el Funko en tu repisa).
Cuando busca representación, lo hace con ganas. En un artículo anterior les comentaba las lecturas que se hacen sobre el personaje de Elphaba como metáfora de las minorías – tanto étnicas como disidentes – y sobre cómo la obra trata la mirada hacia la otredad. La película sube la apuesta al incluir en su elenco a Marissa Bode en el rol de Nessarose, la hermana menor de la protagonista.
Tal como su personaje, la actriz es usuaria de una silla de ruedas. Es un elemento que le permite a la película explorar problemáticas de integración, como por ejemplo al mostrar a la Academia Shiz como un lugar muy accesible pero con profesores condescendientes. Como un usuario de silla de ruedas durante años, esto me pegó fuerte y era muy difícil no incluirlo en la reseña.
Una larga travesía
¿Podría la película durar menos? Sí.
Es muy gracioso cómo esta primera parte que adapta sólo el primer acto del texto teatral, sea aún más larga que la obra completa. Pero permite expandir las situaciones que se presentan así como explorar la forma en la que estos personajes se relacionan.
¿Afecta el disfrute que sea tan larga? No.
Como mencioné más arriba, Wicked nos lleva de la manito a un mundo mágico en el que no importa cuánto hayamos estado atornillados a la butaca, hechizándonos para que queramos quedarnos un ratito más.
Imperdible.
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