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The Sex Lives of College Girls – Temporada 3: Una despedida y muchos desafíos

La serie original de Max creada por Mindy Kaling y Justin Noble despide a una de sus protagonistas, pero mantiene su esencia con nuevos personajes.

por | Ene 27, 2025

Un nuevo semestre empieza en Essex, la prestigiosa -e imaginaria- universidad de Vermont en la que tener sexo es casi una clase más de la currícula. Y nuestras universitarias favoritas están listas para empezar un segundo año con una nueva carga de drama, después de un final de temporada conflictivo que demoró dos años en ver su resolución, debido a la huelga de guionistas de Hollywood. 

Los fanáticos de la serie estaban advertidos de que esta temporada nos traería la partida de Leighton (Reneé Rapp), quien se transfiere al prestigioso MIT tras descubrir que el programa de matemáticas de Essex no es lo suficientemente robusto. Si bien todos extrañaremos a la mean girl del grupo, su ausencia deja un espacio lo suficientemente grande como para incorporar no uno si no dos nuevos personajes y darle más tiempo en pantalla a algunos de los preexistentes.

Tal es el caso de Lila (Ilia Isorelýs Paulino), que evoluciona de un personaje recurrente a una presencia casi constante en los episodios, aunque todavía no le llega el momento de tener un verdadero arco argumental que la saque del casillero de relevo cómico y le dé más profundidad a uno de los personajes favoritos del público.

Si hay una palabra que usaría para describir a nuestras protagonistas en esta nueva temporada, es “perdidas”. Desde el momento inicial, que arrastra los conflictos que había quedado pendientes del final de temporada pasada, las vamos a ver tratando de encontrarse a sí mismas y entre sí. 

Probablemente el ejemplo más importante sea Bela (Amrit Kaur), quien, después de traicionar a todos y a ella misma en su búsqueda de una vida como comediante exitosa, decide poner pausa y dedicarse a ayudar a nuevos estudiantes como mentora. En eso será fundamental su conexión con Taylor (Mia Rodgers), una estudiante británica que la antagoniza en su rol para después convertirse en una especie de hermana menor que también está, a su vez, en su propia búsqueda.

Por su parte, Whitney (Alyah Chanelle Scott) se debate también tratando de encontrar su lugar entre sus intereses académicos y su actividad deportiva; tratando de lidiar con problemas de salud mental y relaciones personales.

Y si de almas perdidas se trata, no podemos dejar de hablar de la incorporación más importante de la temporada: Kacey (Gracie Lawrence), la nueva compañera de dormitorio. Criada a fuerza de concursos de belleza por una madre que pretende ser su mejor amiga, pero también su mayor competidora, Kacey se transfiere a Essex para estar cerca de su novio, quien pronto queda desenmascarado como un infiel serial. A partir de esa ruptura, y con la ayuda de sus nuevas amigas, Kacey se replanteará su visión de la vida y, sobre todo, su relación con el sexo (que es nula, pues había prometido esperar al matrimonio).

Del mismo modo en que nuestros personajes se encuentran perdidos, es difícil de negar que la serie se vuelve errática por momentos. Muchos de los defectos de las temporadas anteriores siguen ahí. Particularmente, el desarrollo de las líneas argumentales y las personalidades de algunos de los personajes resulta un poco precipitado. Esto es especialmente cierto con respecto a los intereses amorosos de las chicas, que en un episodio parecen recién salidos de nuestras fantasías románticas más profundas para decepcionarnos rápidamente dos episodios más tarde.

Si bien el objetivo de la serie es narrar divertidas y diversas aventuras sexuales de las universitarias, la trama podría beneficiarse de un interés amoroso a largo plazo que también introduzca nuevas dinámicas en el guion y, por qué no, en la cama de nuestras chicas. O quizás es simplemente la shippera patológica en mí que busca siempre tener una pareja por la que suspirar.

Aunque un poco dispar, esta temporada de La vida sexual de las universitarias (2021-) nos pone a sus protagonistas ocupando nuevos espacios que las ayudan a crecer, pero también enfrentándose a sus miedos y fantasmas. Desde Whitney denunciando la falta de respeto hacia los atletas y su salud mental o Bela redescubriendo su sexualidad y su amor por la comedia, hasta Kimberly (Pauline Chalamet) saliéndose de su lugar de chica buena que sigue las reglas, Kacey tratando de encontrar su valor más allá de su relación con un hombre o su belleza, o Taylor buscando un espacio de contención y una familia en la que apoyarse en su camino a la sobriedad. Todas estas jóvenes mujeres transitan un nuevo paso hacia la adultez en medio de circunstancias que oscilan entre lo ridículo y lo absolutamente entrañable.

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