Profesión Peligro

“The Fall Guy” de David Leitch: una remake hecha con amor al género de acción

Un homenaje a la serie de los 80 y al arte de hacer películas de manera artesanal, con humor metarreferencial y el carisma de su pareja protagonista.

por | May 2, 2024

Hacer cine — más allá de las pantallas verdes y los algoritmos — es un arte. Uno, además, que requiere amor, esfuerzo, dedicación y un poco de maña. Hace casi cuarenta años, entre 1981 y 1986, la serie The Fall Guy, de la cadena ABC, sorprendió por su combinación entre acción y comedia.

Colt Seavers (Lee Majors) interpretaba a un doble de películas, que utilizaba sus abundantes conocimientos en técnica y cultura pop para perseguir a los más peligrosos delincuentes a través de Norteamérica. La pregunta de cómo el cine y el mundo criminal colindaban entre sí no se respondía del todo. Pero a pesar de eso, el argumento lograba reflotar la idea para analizar las infinitas conexiones entre el mundo de lo imaginado — en la pantalla grande — y lo que ocurría en el ámbito vulgar de la realidad. 

The Fall Guy (2024) de David Leitch retoma la idea, pero en lugar de concentrarse solo en el escenario delirante de un doble de riesgo convertido en mercenario, hace algo más interesante. Explorar cómo la ficción se construye, desde los cimientos y a partir de un esfuerzo humano de músculo y talento. Dicho así, la premisa puede parecer filosófica, pero el director de Bullet Train (2022) no está interesado en teorías metafísicas, sino en la acción. 

Y acción es lo que hay de sobra en esta cinta inteligente, que usa el humor como aliciente y que reflexiona sobre el cine como caja de resonancia de la cultura pop. Todo entre escenas exageradas, brillantes y con una coreografía tan precisa, como para sorprender a los amantes del género. Pero sin perder el pícaro buen humor y desenfado que hizo famosa a la serie y que hace de su adaptación una sorpresa en uso de recursos y narración. 

Contar un gran chiste para todos 

El guion de Drew Pearce es todo lo que una película semejante debería ser. Lleno de humor genuino, es, también una sucesión de referencias al cine como industria, que va desde las películas de Henry Ford hasta la incombustible saga John Wick. En The Fall Guy todo avanza con una dinámica de concentrarse en lo que es el cine en realidad. 

Más allá de la inteligencia artificial — atención a la ingeniosa broma sobre los deepfakes, que resume años de debate — la película es un compendio de trucos exagerados sobre lo que Hollywood es. Como si se tratara de revelar los trucos de un mago, la película poco a poco muestra cómo es la bestia cinematográfica por dentro. Cómo son sus entrañas, movedizas y coloridas y, en especial, el pequeño ejército de creativos que la hace ser lo que es. Una premisa interesante que se hace incluso conmovedora mientras avanza la trama. Que es en apariencia sencilla.

Colt Seavers (Ryan Gosling, en otro derroche de encanto) es un doble de riesgos que conoció tiempos mejores y que ahora se recupera de ellos. Con una lesión que lo envió a un retiro temprano, observa al tiempo pasar — y a la industria madurar — en medio de una natural frustración. Lo que el director equipara al cine de siempre, en contraposición al actual, todo técnica y pantallas verdes. 

Eso, hasta que Gail (Hannah Waddingham), una productora con suficiente poder para cambiar las cosas — el concepto va y viene como un juego de tenis entre extremos de la industria — le recluta para un último trabajo en apariencia sencillo. Participar en el futuro éxito taquillero de ciencia ficción Metalstorm. No parece gran cosa, hasta que Colt descubre que en la dirección está Jody (Emily Blunt), su ex amante y amor de su vida, ahora inalcanzable para él. 

Chispas en medio de la acción 

La relación entre ambos personajes es casi lo mejor de la película y el primer tramo es un juego de palabras y de química que sostiene a The Fall Guy como un leve devaneo de comedia romántica. Gosling, que aprendió algunas cosas sobre el humor en Barbie (2023), es toda melancólica tristeza y torpeza física, mientras que Blunt interpreta a su ansiosa directora con la rigidez de una estrella en ciernes. Pero lo cierto es que Leitch tiene mucho más que mostrar que un burlón romance entre explosiones falsas y actos acrobáticos extravagantes. 

Todo se volverá rápidamente más turbio, cuando Colt y Jody deban lidiar con lo que sea que ocurrió con Tom Ryder (Aaron Taylor-Johnson), la estrella de acción del momento y que, para horror de todos en la producción, tiene más de un vínculo con el mundo del crimen.

Por supuesto, el meollo de la película está en este paraje ambiguo y extraño de medias verdades y dobles interpretaciones. Sin embargo, lo que la sostiene y la hace un éxito es lo poco que se toma en serio, la alegría de los chistes y la forma de celebrar el cine por lo que es. Una combinación de esfuerzo, imaginación y casi ingenuidad, que convierten a The Fall Guy en una agradable sorpresa. 

En una época llena de películas densas con escenarios complicados, el desenfado, brillante energía y amabilidad de The Fall Guy sorprende. Mucho más, su ingenuidad de cinta creada para la diversión. A lo grande, con chistes que divertirán tanto a los amantes del mundo cinematográfico como a los que no lo son.

Al final, el gran logro de esta cinta sin pretensiones es simple, pero importante: demostrar que el cine — que se celebra a sí mismo — funciona. Y deja claro que más allá de efectos especiales e inteligencia artificial, hay toda una experiencia por recorrer. La que recuerda que lo cinematográfico nació de los errores, las equivocaciones y el trabajo humano que la hace ser lo que es. 

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