¿Hasta cuándo?

“El planeta de los simios: Nuevo reino” y el dilema de las secuelas tardías

Las dos entregas de la saga dirigidas por Matt Reeves se convirtieron en joyas de la ciencia ficción. Pero quizás lo estén llevando demasiado lejos.

por | May 8, 2024

En 1968, Franklin Schaffner adaptó la novela de Pierre Boulle El planeta de los Simios (1963), sin saber que daría pie a una saga robusta y llena de giros inimaginables para la fecha. Pero por entonces, era un experimento que buscaba mezclar la distopía, la filosofía y una potente lección que cerró la cinta con una de las escenas emblemáticas del cine. La trama sigue al Coronel George Taylor (Charlton Heston), un astronauta en misión espacial, que termina en un planeta en que los seres humanos están reducidos a la condición de animales salvajes y tratados como tales. 

El argumento da vueltas sobre la idea, solo para desembocar en un final épico. Luego de que Taylor se enfrentara a las huestes de furiosos monos dispuestos a someterle, finalmente escapa de ellos. Solo para descubrir que el terrorífico planeta de simios evolucionados no es otro que la Tierra, arrasada siglos atrás por algún conflicto que no se muestra, pero que es evidente, destruyó todo rasgo del hombre.

Con una premisa semejante, era  inevitable  que eventualmente -en la era de franquicias y secuelas legado– se creara un universo alrededor. Diez películas y dos series de televisión que no solo se tratan de una prolífica mitología, que exploran en sus orígenes y también, en sus personajes más emblemáticos. A la vez, es un recorrido en la forma en que se analiza en el cine, el tiempo, el legado histórico e incluso, la crueldad contra los animales, convertido esto último en un alegato bioético.

Nunca es suficiente

En 1970, Bajo el planeta de los simios, dirigida por Ted Post, continuó la historia de la película de 1968, convertida ya en clásico. Charlton Heston aceptó volver, pero con dos condiciones. Por un lado, su personaje solo aparecería al principio y al final de la historia. Al otro, que culminaría con una explosión total que arrasaría con todo y cerraría la posibilidad de nuevas secuelas. Al parecer, la intención del actor era conservar la integridad de lo que consideraba una obra suprema de la ciencia ficción.

Freya Allan como Nova en KINGDOM OF THE PLANET OF THE APES © 2024 20th Century Studios

Por supuesto, los productores aceptaron, pero solo cumplieron su primera exigencia. A pesar de que la cinta sí termina en un estallido nuclear, la historia volvió de nuevo a la gran pantalla. A la distancia de los años y con lo poco que tiene que aportar El planeta de los simios: nuevo reino, queda claro que Heston tenía una visión clara sobre el complejo argumento que protagonizó. A veces, los mundos cinematográficos deben morir de manera digna.

Lo cierto es que la saga da para mucho, y mucho se ha hecho. Especialmente, una vez que el reboot de la década del 2010 logró lo que parecía imposible y en lo que Tim Burton falló estrepitosamente a principios de siglo: llevar la historia a una nueva generación. Mucho más, hacer creíble, la historia de un chimpancé convertido en mesías para una nueva generación de amantes de la ciencia ficción. 

Toda una nueva dimensión

Y se logró, a golpe de buena dirección y de efectos especiales de punta. El planeta de los simios: (R)Evolución (2011), dirigida por Rupert Wyatt, presentó a César al mundo cinematográfico. El prodigio de CGI y con la actuación siempre efectiva de Andy Serkis se convirtió en una combinación elegante de una historia sólida con un apartado visual cuidado. El resultado fue un éxito que impulso a la saga El planeta de los simios a toda una nueva dimensión. 

En específico, al demostrar que la franquicia podía remontar su problema de origen (ninguno de sus personajes centrales es un actor real ) para contar una historia adulta, brillante y pulcra. Algo que Matt Reeves llevó a un nuevo nivel y cumplió con creces en el cierre de la trilogía El Planeta de los Simios: La guerra, estrenada en 2017. Una conclusión, además, perfecta, que no invitaba a reinvenciones o continuaciones.

Pero en Hollywood, todo es posible. Mucho más, luego que Disney se hiciera con las propiedades intelectuales de Fox, por lo que la franquicia continúa ahora en El planeta de los simios: Nuevo reino (2024) de Wes Ball. Solo que, a diferencia de sus predecesoras, la cinta tiene un peso en el ala de origen. La de ser completamente innecesaria y sin duda, enfrentarse a las inevitables comparaciones con el resto de la saga. 

Un dilema flojo de papeles

Esto pone al argumento en un lugar complicado. Ambientada 300 años después de los sucesos narrados en la anterior cinta, la trama comienza de forma abrupta a contar su historia. No hay transición dramática, ni mucho menos, un vínculo con varios de los tópicos que hicieron famosa — reconocida y densa — a sus antecesoras. Al contrario, la obra de Ball peca de genérica y se sumerge en un universo distópico que solo conserva su espectacular apartado visual.

Pero este reino de simios antropomórficos, violentos y planos no puede competir con los asombrosos matices que Serkis imprimió a su César, convertido en una de las maravillas de la animación digital. Por otra parte, no solo por lo creíble de su aspecto — punto que esta película conserva — sino por la moralidad ambigua, pesimista y angustiada de este mesías que jamás quiso serlo. 

Atrás quedaron las preguntas acerca de las convivencias entre especies, la cuestión del determinismo y la búsqueda exhaustiva del propósito de toda raza de imponerse a otra. En lugar de eso, este es un mundo en medio de una nada histórica, con facciones de poder, que luchan entre sí, debido a la memoria de César. O mejor dicho, que se sostienen, en su mayoría, en cómo interpretan la herencia intelectual, espiritual y moral del ahora mítico líder.

Soona (Lydia Peckham) y Noa (Owen Teague) en ‘ KINGDOM OF THE PLANET OF THE APES © 2023 20th Century Studios

El giro podría ser interesante de explotarse como es debido, pero El planeta de los simios: nuevo reino está más interesado en explorar en puntos que se alejan entre sí, progresivamente. Por un lado, está la necesidad de plantear cómo la época que César y sus luchas llegó a su paso. Por el otro, lo que ha ocurrido con la especie humana durante tres siglos de degradación. 

Pero ninguno de esos temas se resuelven jamás. De hecho, uno de los puntos más incómodos de la película es la sensación que todo pasa muy pronto, sin ninguna dirección ni tampoco, otra cosa que plantear los elementos para futuras historias.

El apartado visual es espectacular — y de hecho, deja atrás a cualquier otro universo de ciencia ficción actual — pero no es suficiente la gestualidad de personajes digitales o su apariencia de vida, si su personalidad decae. Se echa de menos, el mismo esfuerzo que se dedicó a desentrañar el universo que rodea a sus protagonistas en sus planteamientos, luchas y dolores.

Mientras las batallas interinas entre primates evolucionados se subliman en secuencias de acción que llevan a la saga a un nuevo lugar, lo que sostiene el argumento cae en explicaciones desordenadas y que no aportan nada a la cinta. Mucho más, cuando es evidente que la película, más que un nuevo capítulo, está destinado a ser el prólogo de una nueva era en la saga. 

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