El monstruo de la fama

Better Man: La extraordinaria biopic de Robbie Williams en la piel de un mono

Siguiendo la línea de Rocketman, este musical basado en la experiencia de la estrella pop es un recorrido profundo y emotivo por su vida y carrera.

por | Feb 26, 2025

As my soul heals the shame
I will grow through this pain
Lord, I’m doing all I can
To be a better man

No importa si es la primera vez que escuchaste hablar de Robbie Williams o si fuiste su fan toda la vida. Esta película te va a atravesar con la fuerza de una multitud enardecida en un recital. Te va a conectar con la música de una manera en que muy pocas saben hacerlo y vas a sentir empatía por un mono que es un rockstar y que está tratando de hacer las cosas bien aunque le salgan mal.

Better Man (2024) no está interesada en narrar los altibajos de la fama, explorados una y otra vez en indulgentes biopics de músicos y artistas, sino en el deterioro que puede causar en la salud mental de una persona que no está preparada para enfrentarla. Al principio puede parecer un justificativo de un artista que quizás no te importa -y mucho menos te interpela-, pero para el final de la historia vas a querer saber todo sobre su vida, su música y qué va a hacer a continuación.

Robbie Williams saltó a la fama internacional en 1998 al desnudar su alma frente al mundo con el sencillo “Angels”, que escuchaste por lo menos 800 veces a lo largo de tu vida. No es que antes no fuera famoso, que lo era y mucho, sino que siempre estuvo a la sombra de Gary Barlow, el cantante de Take That. A pesar de que la boyband inglesa tiene varios hits memorables, Robbie despegó como solista cuando nadie lo esperaba y sorprendió a todos con una balada profunda y emotiva sobre la protección de un ser amado.

Al igual que la criminalmente infravalorada Rocketman (2019), Better Man recorre la vida personal del artista utilizando sus propias canciones no de manera cronológica, sino como impulsoras de la trama, en el preciso momento en que esta lo necesita. No importa en qué año sacó “Better Man” ni en qué momento de su vida estaba cuando escribió “Feel”, sino lo que significan y cómo se entrelazan con su propia historia. Es un recurso precioso que nos conecta con la música a un nivel íntimo y personal, dejando una ventana abierta con vista privilegiada al alma del compositor.

Por eso decía que no importa -o importa muy poco- si conociste a Robbie Williams, fuiste su fan o nunca escuchaste hablar de él. Es una película sobre la experiencia humana y cómo las mismas emociones nos atraviesan a todos, ya seas el verdulero de la esquina o una estrella del brit pop. Solo que esta experiencia de vida en particular está marcada por la fama. No de una forma glamorosa o romantizada, sino como un monstruo implacable que deshumaniza y arrasa con todo rastro de dignidad, exponiendo todas las miserias internas públicamente.

Con su película biográfica, Robbie Williams elige exponerse doblemente, repasando a la vista de todos esa historia desde una perspectiva que solo el tiempo puede dar. Y desde una serie de elecciones artísticas que la separan del montón de biopics musicales (partiendo de la base de que se trata de una autobiografía). Una historia de ascenso y caída que no es muy distinta a la de cualquier otro famoso, pero que se centra en un aspecto específico en el que cualquiera se puede ver reflejado: la salud mental, atravesada por las relaciones familiares.

Pobres los ricos

Una de las razones por las que la historia interpela tanto a cualquier espectador -incluso a los más cínicos e incrédulos a la hora de sentarse a verla- es por su honestidad. A pesar de su componente emotivo, el protagonista no tiene lástima de sí mismo, no es autoindulgente ni se justifica. De hecho, es un poco el villano de su propia historia. Pero también el héroe, y ahí está la brillante dicotomía que propone Better Man: ser víctima y victimario de uno mismo. Esa eterna contradicción con la que todo ser humano conflictuado con su propia naturaleza puede sentirse identificado.

La película hace uno de los mejores retratos de la depresión que se han visto en pantalla en cualquiera del género, desde un lugar tan dramático como terrorífico. Y también, le quita peso con chistes constantes y autocríticos, lo que en inglés se conoce como “self deprecating humor” (literalmente, algo así como humor de auto desprecio). Es un mecanismo de defensa, una técnica de supervivencia que el depresivo conoce bien: voy a decir lo que pienso de mí mismo antes de que lo diga otro. 

Es una de las máscaras con las que nos presentamos en sociedad y nos ayuda a callar esa voz ensordecedora que llevamos por dentro: si lo digo más alto, si lo grito y lo reafirmo con una risa, le gano. Aunque sea por un breve y efímero momento. Otra de las técnicas que usa Robbie, y esta es solo para los más valientes, es la impostación de la soberbia. El cantante descubrió desde joven que con una actitud picante y canchera, el dolor se digería más fácil. O al menos los otros no lo notaban, e incluso le celebraban sus monerías.

Monkey Bussiness

Hay un momento revelador en la película que explica por qué Robbie Williams decide contar su vida bajo el aspecto de un simio: se ve a sí mismo como una versión poco evolucionada del hombre que podría llegar a ser. Además, según contó él mismo en algunas entrevistas, sentía que la gente empatiza más con los animales que con otros humanos. Muy errado no está, digamos todo. Si bien el animal tiene los gestos y manerismos del cantante (en un trabajo de animación por CGI brillante) es cierto que resulta mucho más simpático verlo bajo este aspecto.

Además, a nivel técnico, tiene otra ventaja: que lo encarne un actor y bailarín con amplia formación y experiencia teatral (Jonno Davies) que puede aportar varias capas de profundidad y dramatismo a la interpretación. Los números musicales se convierten así en cuadros brillantes y emotivos, que interpelan no solo por su narrativa, sino por la cualidad artística y técnica que nos envuelve en un deleite visual y sonoro poco común en cualquier película biográfica.

Desde una divertida coreografía con 500 bailarines en plena Regent Street en el centro de Londres hasta un baile romántico a bordo de un yate de lujo, la escala de la producción y el nivel de detalle e inmersión son alucinantes. La edición es otra de las grandes virtudes de Better Man, que no pierde tiempo narrando hechos de público conocimiento y condensa meses e incluso años en montajes frenéticos y descarnados, mientras se detiene en los momentos más íntimos para sumergirnos en los sentimientos más profundos, felices y amargos del protagonista. 

La desesperación de no saber gestionar las emociones más abrumadoras encuentra su válvula de escape a través del arte, abriendo una posibilidad de vida que lucha constantemente contra la pulsión de muerte. Y es precisamente lo mismo que vuelve a hacer Robbie Williams con esta película: exorcizar sus demonios frente a todo el mundo, crecer y redimirse de la única manera en que un artista sabe hacerlo.

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