Vale la pena estar vivo

Caballos Salvajes: Un reestreno noventero en Netflix con sabor a actualidad

La película de Marcelo Piñeyro ya se encuentra remasterizada en Netflix, y además de seguir siendo igual de emotiva, sigue vigente su mensaje.

por | Sep 8, 2023

Caballos Salvajes: Un reestreno noventero en Netflix con sabor a actualidad

El día empieza como cualquier otro en las oficinas de la ciudad de Buenos Aires. Las personas de la financiera empiezan a acomodarse en sus puestos, y un hombre de sobretodo, sombrero y lentes, pide hablar con Pedro Mendoza. En ese momento, y sin que el empleado lo sepa, se acababa de jugar una apuesta, la más importante de toda su vida. Caballos Salvajes (1995) llega a Netflix remasterizada, y es el momento ideal para volver a ver, o -como en mi caso- descubrir una de las odas a la libertad más lindas que se hicieron en nuestro país.

La película, dirigida por Marcelo Piñeyro y escrita por él, junto con Aída Bortnik, retrata a la perfección el clima que se vivía en la década de los ‘90 en Argentina. Las corporaciones al poder, y en donde la máxima aspiración de un pibe de 23 años era seguir haciendo buena letra con su jefe, con el que jugaba al tenis. Cuando la vemos, es evidente el momento en el que transcurre. Cierre de fábricas, el discurso constante sobre los dólares y los intereses acumulados, pueblos dejados a la deriva por la ausencia del Estado.

Por supuesto que es evidente que la película tiene lugar en la década de los ‘90, en una Argentina en el auge del neoliberalismo. Pero es justamente por esto, que este relanzamiento se siente a tiempo, además de necesario. Lo cíclica de nuestra historia nos ha traído a un momento en que mucho de lo que vemos en la pantalla, se siente no solo real, sino cada vez más cercano.

(Re)Descubrir joyas

La película se estrenó el 10 de agosto de 1995 -un día antes de que cumpliera 4 meses de vida – y estuvo por mucho en mi lista de pendientes. Héctor Alterio es un actor que siempre me hizo emocionar; y Leonardo Sbaraglia es uno de esos actores que es inevitable que te caigan bien.

Caballos Salvajes seguía en mi lista, y cada vez que pensaba en verla, solo la encontraba en una dudosa calidad y no quería ver la película del famoso “La puta que vale la pena estar vivo” en una resolución baja, o con un sonido con el que tenía que adivinar qué era lo que estaban diciendo.

No es excusa, por supuesto que no, pero era lo que siempre me frenaba. Pensaba que ya la iba a conseguir en mejor calidad, qué en algún momento la subirían a alguna plataforma, pero el día no llegaba. 

Hoy sí, hoy se puede ver una de las películas más lindas de los ‘90 en la calidad que merece. Y debo decir que estoy contenta de haber esperado, de haberme perdido durante tantos años la experiencia que propone el guion de Piñeyro y Bortnik, porque Caballos Salvajes merece ser vista así.

Los paisajes de nuestro país, de nuestra Patagonia, merecen ser apreciados en la mejor calidad posible. La estepa y su inmensidad tienen la posibilidad de emocionar solo con los planos preciosos que les regala Piñeyro, la costa del sur parece atravesar la pantalla y podemos sentir el viento, el frío seco de una noche por debajo del Río Colorado

Trevelin y la cordillera tienen que ser vistas en esta calidad, y el final de la película no emocionaría de la misma manera si no se pudiese apreciar cada detalle. Y yo me emocioné con cada uno de ellos. Con cada una de las líneas que intercambian José (Héctor Alterio) y Pedro (Leonardo Sbaraglia); con el arco de Ana (Cecilia Dopazo), una especie de forajida que decide ayudarlos pero que escapa de algo. 

Pero así como yo la pude ver por primera vez, son muchos los que van a poder reencontrase con esta obra después de años, resignificarla, darle otra entidad que, quizás, no le habían dado en su momento. Caballos Salvajes es una película con un mensaje claro, pero no creo que llegue de la misma manera a lo largo de los años. Sé que no la hubiese vivido de la misma manera hace 10 años, y estoy segura de que en una década me voy a encontrar con una obra completamente distinta.

La magia del cine no solo recae en lo que nos transmite y nos hace sentir en el momento, sino también en su capacidad de reinventarse a lo largo de nuestras vidas. Y esta es una película que puede hacer eso con cada uno de nosotros.

La gran apuesta

José está vestido como un personaje de una película policial. Usa sobretodo, sombrero y lentes oscuros, y se mueve por la ciudad con un bolso. Es temprano en la financiera y cuando llega, pide hablar con un chico joven, de pelo largo, al que vio reírse con unos compañeros.

En ese momento, él realizó una apuesta: apostó que Pedro no lo iba a dejar matarse cuando le diera su nota. El solo quería recuperar la plata que ese lugar -que había cambiado muchas veces de nombres y dueños, pero no de maneras de hacer negocios- le había robado. 

Las cosas se salen de control y Pedro, en el afán de evitar que hieran a este hombre que claramente le había arruinado la mañana, se entrega como rehén y se pone frente a todas las armas para evitar que le disparen a José. Prófugos, con una narrativa espectacular en los noticieros, el par tiene que irse de la ciudad y forman un vínculo que todo lo que tiene de inesperado, también lo tiene de dulce.

Caballos Salvajes cuenta una historia sobre la libertad, sí, pero también sobre la esperanza, sobre las ganas de cambiar, y apela al costado más humano de las personas. Pedro odia ser economista y necesita desesperadamente una salida. José quiere el dinero, pero nunca pensó que iba a conseguirlo, mucho menos de esa manera.

Pero algo que atraviesa cada una de estas historias individuales, en la necesidad de encontrar pertenencia, de encontrar un sentido. En ellos, en Ana, que de robarles pasa a ser su mayor aliada; en los habitantes de los diferentes pueblos que hacen todo por ayudarlos a huir, porque una persona que le roba a una financiera en 1995 no es el malo, menos para el pueblo.

La película habla sobre la unidad, la humanidad, y también cuenta que nadie se salva solo, que todos necesitamos de otra persona, de una comunidad, que eso es lo que le da sentido a nuestra existencia. Y, al menos yo, me llevo en esta introducción a la historia, que no hay mayor muestra de amor que estar ahí para otro, aún cuando ese otro es un extraño.

Resignificar la libertad

Netflix organizó una proyección especial de Caballos Salvajes en pantalla grande. Para muchos, yo incluida, esta sería la primera vez que veríamos esta película, y qué mejor que hacerlo en un cine. Además del privilegio que supone verla de esa manera después de 28 años de su estreno, también estuvieron presentes el director y sus protagonistas.

Antes de la función, Piñeyro habló sobre el significado de la película y el mensaje de fondo, y cómo esto atraviesa nuestra actualidad.

Caballos Salvajes está construida alrededor de la idea de la libertad. Así que ojalá pueda ayudar un poquitito a recuperar el sentido de las palabras.

La libertad no es un concepto vacío, no en esta película. La libertad acá es la posibilidad de Pedro de ver a su vida de una manera completamente diferente. Es Ana eligiendo arriesgar todo para sumarse a un par de desconocidos que reconoció de la televisión. Es José dispuesto a arriesgar su vida con tal de salvar lo único que le quedaba, pero encontrar un nuevo significado en su existencia. Es gritar “La puta que vale la pena estar vivo” en la costa de Chubut con el viento patagónico haciendo desastres en el pelo. 

La libertad es lo único que tenemos, y Caballos Salvajes le escribe una carta de amor a la posibilidad de decidir y de cambiar la vida, incluso ante las más complejas circunstancias.

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