“She moves like she don’t care. Smooth as silk, cool as air. It makes you wanna cry”, dice el comienzo de María, el famoso hit de la banda de rock estadounidense Blondie. La pista sale a través de la radio de un auto que va en marcha por la calle. En los asientos de adelante, van dos mujeres que tienen apariencias distintas, pero es el ritmo de la canción lo que une a ambas voces en un coro y las hace iguales.
Es la directora y actriz Dolores Fonzi la que ocupa el rol de piloto, pero en esta oportunidad se pone en la piel de Blondi, la protagonista que lleva el nombre de su ópera prima y que parece perfilarse como una de las promesas del panorama actual del cine argentino.
Después de una amplia trayectoria en el cine y en la televisión nacional, la artista incursiona en la realización cinematográfica con su debut directorial que tuvo su estreno mundial en el BAFICI. Allí, el film que funciona como una coproducción entre La Unión de los Ríos y Prime Video, ganó el premio distinción a Mejor Elenco dentro del certamen, y se convirtió en una de las favoritas del festival junto con producciones como Arturo a los 30, de Martín Shanly.
Con estreno en la cartelera nacional y a la espera de su inminente lanzamiento en el catálogo de Prime Video, Blondi (2023) viene a mostrarle al espectador una historia vibrante, entrañable y fresca sobre la maternidad y los conflictos que se presentan en una etapa bisagra en la vida de los hijos. En ese contexto, Fonzi no está sola en esta temática: en el pasado, algunas cineastas mujeres, como es el caso de Ana García Blaya, ya supieron retratar muy bien esta cuestión en Las buenas intenciones (2019), una de las películas argentinas más aplaudidas de estos últimos años.
Es uno de los films que más me hizo emocionar: la historia aborda la realidad de unos padres recién separados que hacen malabares con sus hijos para que la convivencia sea lo menos difícil posible. Entre bandas de rock nacionales y la crisis social y política de principio de siglo todo parece ir bien, pero los egoísmos y el deber ser de cada uno hacen que comiencen a tomar decisiones que, sin darse cuenta, afectan a sus hijos y los obligan a crecer antes de tiempo.
BLONDI, ÚNICA E INIGUALABLE
Pero, ¿qué tiene Blondi que la hace tan especial? ¿Qué viene a ofrecernos la primera película de Dolores Fonzi que deja a todos conmovidos afuera de las salas de cine, rodeada de aplausos y que mezcla las lágrimas de emoción con las de risa, perfilada como una de las historias más especiales del 2023?
En este film, Blondi es una madre que tuvo la (¿mala?) suerte de haber tenido a su hijo Mirko (Toto Rovito) durante la adolescencia. Un poco más de veinte años más tarde, la dupla creció pero, tanto ella como él, siguen siendo jóvenes. Como si fueran cómplices, Blondi y Mirko hacen todo juntos: salen a bailar, van a ver a Las Ligas Menores en Niceto Club, fuman porro y pasan sus días divirtiéndose. De esas relaciones que un adolescente las ve y piensa que ojalá esos pudieran ser padres, hasta que crece y, muchos años después, comienza a ver los matices que antes no estaban en la imagen completa.
Es que todo siempre parece lindo a la distancia. Los protagonistas se divierten y parecen tener una relación soñada por muchos, pero eso no significa que no existan los conflictos. Mirko transita ese último tirón de la post adolescencia y sabe que el mundo adulto está a la vuelta de la esquina, así que comienza a planear su futuro. Sin embargo, las inseguridades no tardan en llegar: ¿qué va a decir su madre (a la que llama por su apodo y no como “mamá” durante toda la película) sobre sus decisiones? ¿Hasta qué punto tu mamá puede ser tu amiga?
Mientras tanto, Blondi se las rebusca para hacer dinero, intentar no caer en estafas piramidales y ayudar a que su hermana Martina (Carla Peterson) no enloquezca en medio de una crisis existencial a raíz de una vida de clase media alta al lado de su marido (Leonardo Sbaraglia), al que no parece querer mucho. Por su parte, su mamá (Rita Cortese), la abuela de Mirko, también está presente en esta historia.
Si bien el personaje de Fonzi demuestra no ser una madre como todas las demás, cruzando ese límite en el que también es la amiga de su hijo, son justamente los papeles de Martina y la abuela los que son claves en el desarrollo de la trama, operando como la fuente de los secretos que Mirko todavía no le puede revelar a Blondi.
Mami, te quiero
La maternidad como uno de los pilares fundamentales dentro de esta historia coescrita por la actriz y Laura Paredes, la intérprete protagonista del film Trenque Lauquen (2022). En Blondi, todas las mujeres que son madres viven su vida haciendo lo que pueden, y eso es más que suficiente. Porque eso es ser mamá, desde la hermana de la protagonista huyendo de su casa porque no soporta más su vida, pasando por la madre de ambas intentando compensar con Mirko los errores que cometió con ellas dos en el pasado, y hasta la mismísima Blondi, que no deja de ser una niña cuyos sueños debió renunciar para convertirse en una mujer más rápido de lo que quizás ella hubiera deseado. En realidad, Blondi sí es una madre como todas las demás.
No es casual que Lady Bird (2017), la ópera prima de Greta Gerwig, haya sido una de las máximas fuentes de inspiración para Fonzi a la hora de ponerse a escribir el guion de esta película. Una historia sobre una madre y una hija que tienen una relación complicada en medio del egreso de la protagonista y todo lo que llegará luego: universidad, irse de casa, dejar huérfanos a los padres, y peleas porque cuesta aceptar que esos niños ya no son niños.
En este caso, el debut directorial de Gerwig funciona como un excelente double feature para el debut directoral de Fonzi. En Blondi, podemos ver cómo una historia vibrante sobre maternidades, la falsa “perfección” impuesta en ellas por las sociedades modernas y sus distintas experiencias convergen en un mismo camino emocionante, honesto y humano en medio de un road trip en la ruta por el interior de Argentina.
Al ritmo de The Velvet Underground & Nico, la ópera prima de Dolores Fonzi promete hacer reír al público, pero también emocionar a todos al recordar esas peleas que tuvimos con nuestras madres y pensando qué hubiéramos cambiado y qué hubiéramos dejado así. Porque como dice la canción de Blondie, ella se mueve como si no le importara. Es suave como la seda y fría como el viento. Y sí, también te hace llorar.
