El jueves 21 de noviembre finalmente llegan las brujitas de Wicked (2024) a los cines argentinos tras una campaña de marketing global que claramente estuvo tomando apuntes de los pasos que supo dar Barbie (2023) el año pasado. Solo que esta vez, el verde se suma al rosa y parece teñirlo todo. 

Los amantes del género musical estamos que no damos más. Es un evento que esperamos con ansias, aún desde antes del anuncio de quienes formarían parte del proyecto. Estamos emocionados, expectantes y con un entusiasmo que, sonrisa boba mediante, nos aleja de toda objetividad (bueno, me hago cargo). 

Este es un evento enorme para todos los que conocemos el material original que viene llenando teatros todas las noches desde hace 21 años. Crecimos cantando sus canciones y conocemos el background de las actrices involucradas. Ariana Grande, más allá de ser la estrella pop que todos conocemos, cuenta con un fuerte entrenamiento y amor confeso por este tipo de teatro, y Cynthia Erivo tiene créditos en este campo que simplemente son indiscutibles.

Pero mi intención con este artículo es intentar darle herramientas a quienes este fenómeno los toma desapercibidos. Si te estás preguntando por qué, de la nada, tu cafetería favorita está sirviendo bebidas verdes o por qué no parás de cruzarte con videos virales de dos actrices llorando en todas sus entrevistas, tranquilo, acá estamos para ayudarte.

Estas son algunas razones por las que tenés que ver Wicked:

Una historia universal 

Si bien El Mago de Oz (1939) es una joya del cine clásico, en nuestro país no está tan arraigada a la cultura como en Estados Unidos. Allá es un fenómeno inescapable. Sin embargo, muchos de los elementos que presenta nos llegaron, como el camino de ladrillos amarillos, los zapatos de rubí, Toto o el falso Mago. Todos estas son cosas que, afortunadamente, no nos tienen que explicar. Dicho esto, si lo anterior no significa nada para vos, no permitas que la premisa de la película te aleje.   

Wicked (2024) puede ser pensada como una precuela a la película de Judy Garland, pero trae consigo una historia original, con personajes entrañables y una protagonista compleja, tridimensional y, por sobre todo, muy interesante. Elphaba (Erivo en la película) es la bruja verde, que resume las historias de cualquiera que en algún momento sintió no pertenecer (o sea todos nosotros, no se hagan los cancheros). 

Hay papers enteros escritos sobre cómo el personaje de Elphie puede ser leído como representación de cualquier minoría tanto racial como disidente, y estoy completamente de acuerdo. Pero también me atrevo a decir que hay algo de Elphaba en todos nosotros y, gracias a un gran texto, hay algo de todos nosotros en Elphaba. 

Todos, sin distinción de género, fuimos la chica verde en algún momento de nuestras vidas, y ahí está la clave de por qué más de veinte años después, miles de personas se siguen conmoviendo diariamente con la obra. Para que se hagan una idea, el teatro Gershwin en Broadway tiene casi dos mil asientos y está a sala llena ocho funciones por semana. 

La música

Si venís del palo de la obra musical, no tengo que presentarte al compositor de Wicked, Stephen Schwartz (Pipin, Godspell). Pero a vos, que estás leyendo con la cabeza en 45 grados puedo nombrarte la película El Príncipe de Egipto (1998) y vas a reconocer su música.

Fue su colaboración con Steven Spielberg generando canciones poderosas e inolvidables para la primera película animada de Dreamworks, su productora. En mi opinión, créditos suficientes para basar mi recomendación. ¿La tenés presente? Si no, bien vale la pena que la escuches antes de la llegada de Wicked. 

La experiencia visual

En este punto hay que confiar en los adelantos (para mi gusto, demasiados) que la producción nos fue desparramando por todos lados en forma de mini documentales, entrevistas y trailers. 

Ahí pudimos ver los sets completamente inmersivos en donde actores y extras han recorrido cada evento de esta historia sin padecer del apoyo en CGI o la pantalla verde al que tan acostumbrados nos tiene el cine de las últimas décadas. Esto aporta, además de la promesa de un festín visual, un cierto gustito a old school que nos viene muy bien.

Voces grabadas en vivo

Pongámonos técnicos por un ratito (¡No huyas, será corto!). Salvo en pocas excepciones, como sucedió recientemente con Les Miserables (2012), el cine musical suele grabar sus canciones antes de comenzar a rodar. Cada escena y coreografía es luego filmada con los actores haciendo fonomímica de sus propias voces, replicando elecciones interpretativas hechas, en algunos casos, con meses de antelación. 

Ahora, por un segundo imaginate tener que repetir algo que ya dijiste hace meses, que suene exactamente igual y que, además, refleje lo que estás sintiendo ahora mismo. Bueno, por eso los actores son actores…

En esta adaptación de Wicked las voces cantadas están tomadas en el mismísimo set, por lo que la cámara estará captando emociones y reacciones en tiempo real. Lo más parecido a la experiencia de ver teatro musical en vivo, o un concierto.

Sí, es un dato muy técnico, pero interesante, ¿no?

El mensaje

Unos puntos más arriba te contaba de ese algo universal que esta historia se trae en la escoba, y podría estar horas hablando sobre cómo la parte de ser sapo de otro pozo resuena todo el tiempo. O también cómo la mirada hacia la otredad, tan bien tratada en el texto, nos puede afectar.

Pero sin ponernos tan profundos ni filosóficos, hay en la obra reflexiones sobre el amor, la amistad y la empatía que conmueven y te dejan temblando (bueno, yo tiemblo mucho). Todo esto en un paquete colorido, con música a prueba de balas, personajes entrañables y, por sobre todo, muy divertido.

¿Te convencí? ¿O nos ponemos a discutir sobre el carisma de Ariana Grande?