El 2023 marcó el regreso de Damián Szifron a la pantalla grande. Después del éxito en la taquilla nacional que significó Relatos Salvajes en 2014, el cineasta estrenó Misántropo (2023), su primera producción estadounidense que lo volvió a poner en escena. Este último proyecto lanzado no es poca cosa: marca los 20 años desde que pegó el salto a la pantalla con El fondo del mar, su ópera prima, y comenzó a dar sus pasos que luego lo convertirían en uno de los directores más aclamados del cine argentino.
Desde que el nombre de Damián Szifrón comenzó a hacer eco en la escena, siempre fue sinónimo de éxitos populares: Los Simuladores (2002-2004) y Hermanos y Detectives (2006), sus dos series televisivas, al día de hoy ya son dos producciones de culto que se prestan para infinita cantidad de frases célebres, memes y demás componentes dentro del folklore argentino en la internet.
Mismo caso ocurrió con Tiempo de Valientes (2005) y Relatos Salvajes (2014), sus dos películas dentro de su corta filmografía, y ésta última siendo su más grande éxito al día de la fecha, que se presentó en el Festival de Cannes 2014 dentro de la Competencia Oficial. Entre el famoso “Filmame esto, Néstor”, de Érica Rivas, y el “¿Qué sos? ¿El Presidente de la República?”, de Ricardo Darín, el cineasta egresado de la Universidad del Cine (FUC) supo hacer su camino mezclando el suspenso, la acción y la comedia.
Damián Szifron, pasión de multitudes
Así, Szifrón logró obtener una nominación por parte de la Academia a los Premios Oscar 2015, dentro de la categoría Mejor Película Extranjera, en donde Pawel Pawlikowski se llevó la estatuilla por film polaco Ida (2013). A pesar de no conseguir premio, al día de hoy la película ya es todo un clásico de la década anterior, no solo para los cinéfilos, sino también hasta por los actores de la industria.
Recientemente, la actriz Gal Gadot expresó su favoritismo por Relatos Salvajes y reveló que le gustaría trabajar con el director argentino en algunos de sus futuros proyectos. “Damián, me encantaría trabajar contigo”, dijo en una entrevista en el evento Tudum de Netflix. Mismo caso con Erin Moriarty, una de las actrices de la serie The Boys (2019-), que el año pasado recomendó el mismo film:
“Es una película extranjera que no puedo sacarme de la cabeza y es divertida. Un poco sexy, un poco salvaje. También rara, pero impresionante. Y es una de mis películas favoritas de la década”.
Los éxitos siguieron llegando: este año, el cineasta fue parte del Jurado en Cannes. Compartió grupo con Ruben Ostlund (Triangle of Sadness), Julie Ducournau (Titane), Paul Dano (The Fabelmans, There Will Be Blood), Brie Larson (Capitana Marvel, Room), entre otras figuras de la escena artística, y le dieron la Palma de Oro a Justine Triet por Anatomy of a Fall (2023), siendo la tercera mujer en la historia en ganar el premio mayor del festival celebrado en la Riviera Francesa.
Mientras se prepara para filmar la película de Los Simuladores que se lanzará el 2024 y reunirá finalmente a Mario Santos (Federico D’Elia), Pablo Lamponne (Alejandro Fiore), Emilio Ravenna (Diego Peretti) y Gabriel Medina (Martín Seefeld), también se conmemoran otros acontecimientos: ya son 20 años desde El fondo del mar, su debut cinematográfico del que tanto no se habla, pero sigue estando a la misma altura que sus otras tres producciones de la pantalla grande.
la ópera prima que anunció al director de su generación
Con solo 27 años, Szifrón dirigió El fondo del mar, una película que se produjo de forma independiente y terminó con el reconocimiento de la crítica cinematográfica y un Premio Cóndor de Plata. En marzo de 2003 se estrenó de forma mundial en el Festival Internacional de Cine de Mar del Plata, pasó por los circuitos de San Sebastián y Toronto, y en agosto de ese mismo año llegó a los cines de todo el país. Ya pasaron 20 años desde ese momento.
Protagonizada por Daniel Hendler, Dolores Fonzi y Gustavo Garzón, El fondo del mar (2003) narra la historia de un estudiante de arquitectura de la UBA que tiene celos de Ana, su novia. En un estado de paranoia total e inseguridades a flor de piel, Ezequiel se deja llevar por la fecha de vencimiento que tiene su relación y, una noche, visita a su pareja para buscar las respuestas a algunas preguntas que convivían en su cabeza.
Luego de ver la mano de un hombre escabullirse debajo de la cama de su novia, el protagonista decide espiar y seguir los pasos de ese desconocido para finalmente desenmascarar la posible relación paralela que tiene Ana. Sin embargo, lo que no sabe es que le espera una noche en la que una serie de eventos desafortunados revelarán quién es ese misterioso alguien.
¿Cuál es el límite entre lo real y lo imaginario? Esa es la pregunta más importante que funciona como hilo conductor a lo largo de toda la trama. Sin importarle las demás aristas de su vida, Ezequiel deja todo de lado para poder intentar salvar la relación con Ana: su carrera universitaria parece no tener fin, su afición por el buceo se vuelve algo secundario y sus ojos solo están para ella y su obsesión.
Desesperado por dibujarle una cara al posible amante de su novia, Ezequiel se entrega a la locura para poder obtener respuestas. Como si fuera una suerte de Robert De Niro en Taxi Driver (1976) o Griffin Dune en After Hours (1985), el protagonista persigue a esa mano misteriosa desde su auto y hace lo imposible por verlo caer. Lo persigue como si fuera un agente secreto, le tira un sachet de leche en el parabrisas del auto, e incluso hasta intenta prenderlo fuego. Pero nada funciona.
El personaje interpretado por Hendler se obsesiona por conocer a ese hombre, por ponerle una cara a su enemigo, pero no se da cuenta que el verdadero enemigo es él mismo. La relación con su novia ya ni siquiera parece ser entre ellos dos porque sus pensamientos se adueñan de ese lugar que antes ocupaba ella.
En El fondo del mar, Szifrón ya anticipa elementos cinematográficos que ya se reflejan en Los Simuladores, y luego se verán en el resto de su filmografía. La capacidad de poder mezclar el suspenso, rozando con el thriller psicológico y aún así sin olvidarse del humor es una de las cosas que, al día de hoy, el cineasta puede seguir dominando con total facilidad.
De esta forma, como si fuera Eyes Wide Shut (1999), de Stanley Kubrick; o El infierno (1994), de Claude Chabrol, el personaje de Ezequiel busca en El fondo del mar desenmascarar esa verdad obsesiva que no lo deja dormir, e intenta descubrir todo sobre su pareja, sin saber que, en realidad, a quien está intentando descubrir es a él mismo.
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