Nace una estrella

“The Fabelmans” de Steven Spielberg: El relato de origen de un maestro del cine

En una filmografía tan amplia y exitosa como la de Steven Spielberg, The Fabelmans llega para hacerse un lugar entre sus obras más aclamadas.

por | Ene 27, 2023

The Fabelmans" de Steven Spielberg: El relato de origen de un maestro del cine

La nueva película de Steven Spielberg es, en las propias palabras del director, la historia que ha querido contar toda su vida. Es una historia que hemos escuchado de a pedazos en entrevistas, que hemos vislumbrado en sus otras producciones. Según Spielberg, hizo falta una pandemia, y el temor de que quizás volver a hacer cine como antes no fuera posible, lo que le impulsó a finalmente enfrentarse con este relato semi autobiográfico. Un coming of age sobre el poder hipnótico que ejerce el arte y sus posibilidades reparativas.

The Fabelmans sigue la vida de Sammy Fabelman (Mateo Zoryan), un niño de una familia de clase media judía que un día va con su familia al cine. Es 1958 y Sammy no sabe todavía qué es una película. La experiencia lo deja marcado. Una escena de la película “The Greatest show on Earth” sigue atormentándolo: un choque de tren. La recreación de la escena lo aterra y seduce al mismo tiempo. Para Januca (la festividad judía que se celebra por ocho noches en diciembre) Sammy pide un tren de juguete y, noche tras noche, tras prender la tradicional vela de Januca, recibe una nueva pieza del anhelado tren. Lo primero que hace, por supuesto, es hacerlo estrellarse. Ante el enojo de su padre (Paul Dano), su madre (Michelle Williams) le propone filmar el choque para poder así verlo una y otra vez sin necesidad de poner en riesgo el valioso obsequio.

Al poner una cámara en manos de su joven hijo, Mitzi Fabelman no sabe que está sellando su destino. Sammy descubre que no basta con filmar el choque tal cual pasa. Es necesario recrearlo una y otra vez para captar el ángulo justo, la imagen deseada. En definitiva, descubre el cine. No puede ponerlo en palabras todavía, tiene seis años después de todo, pero intuye que el cine es más que, como dijera Godard, “la verdad a 24 cuadros por segundo”. Es la forma en que la verdad es contada, disfrazada o retocada por el ojo creador del artista. Como va a quedar claro para el final del filme, el cine tiene la capacidad de desentrañar la verdad, pero también de distorsionarla. Y ese es el inicio de un amor que duraría toda una vida.

Testigo de la historia

En mudanzas a través de los Estados Unidos, viajes de carretera y campamentos, Sammy (en su versión adolescente interpretado por Gabriel LaBelle) nunca deja ir su cámara. A medida que crece, las filmaciones del día a día de su familia dan lugar a sus primeras producciones de ficción. Como el mismo Spielberg, a los quince años filma su primer western, con la ayuda de sus amigos y su familia. A pesar de rodar las escena una y otra vez, de lograr las tomas correctas, Sammy siente que hay algo que falta. Las armas de utilería no logran transmitir suficiente realismo y eso lo persigue hasta el momento en que, por casualidad, descubre la solución al mirar la luz a través de un agujero en las partituras de piano de su madre. 

La película, además de ser un relato sobre la infancia de Spielberg y su muy temprano amor al séptimo arte, es también un íntimo relato familiar. Burt y Mitzi Fabelman son los muy disímiles padres de Sammy. Él es un ingeniero computacional, práctico y ligeramente soso, que no logra ver el cine como algo más que un hobbie para su hijo. Ella, es una habilidosa pianista, pura emoción, el principal apoyo de los sueños de Sammy. Sin embargo, es esa disyuntiva la que forma al protagonista. Sammy tiene la mirada artística, la pasión de su madre. En una escena memorable, el tío de su madre, Boris (Judd Hirsch), cuya llegada es vaticinada en sueños por Mitzi con terror, lo marca como un igual, un artista. Y como tal, dice, está condenado a vagar por el desierto, a distanciarse de sus seres queridos, a perseguir siempre algo que está más allá de lo que los otros ven.

Pero Sammy es también la inventiva de su padre, es la técnica que -como Burt le recuerda- es prácticamente ingeniería. El nombre de la película nos dice que no nos basta con centrar la mirada en el joven Spielberg, sino en quiénes lo hicieron quien es. No en vano el nombre ficcional de la familia suena como la palabra “fable”, que en inglés significa fábula.

Una vida de película

A lo largo de la película vamos a conocer las luces y sombras de estos personajes. Al escuchar al propio Spielberg hablar de sus padres, se vuelve aún más increíble la capacidad que ha demostrado para hacer un retrato que es conmovedor y afectuoso pero carente de idealizaciones. Ninguno de los personajes, ni siquiera el mismo Sammy, sale inmune. Burt no logra romper la fría distancia que su propio carácter, soso y aburrido, le impone a la relación con sus hijos y, sobre todo, su esposa. Mitzi aparece por momentos como una presencia etérea hecha de juegos, sonrisas y baile, pero en la siguiente escena cae en la histeria y la depresión.

Su relación con el mejor amigo de su esposo, Bennie (Seth Rogen) marca su vida y la del resto de la familia. El mismo Bennie, quien pasa de ser una presencia divertida en la mesa familiar, un compañero de aventuras de los Fabelmans, se convierte en punto de conflicto de una familia que empieza a desmoronarse. Y aún así es Bennie quien incentiva a Sammy a no abandonar las películas. Cuando el joven cineasta descubre el affaire de su madre en una filmación hecha en un campamento, parece dispuesto a dejar su “hobbie” atrás, pero Bennie lo obliga a ver más allá del momento de dolor y recordar el valor que las películas tienen para él y para quienes lo rodean. 

The Fablemans es una película de dos horas y media, durante las que es prácticamente imposible apartar los ojos de la pantalla. Está construida sobre las actuaciones magistrales de sus protagonistas, que son pocos pero brillantes. Con nominaciones de la Academia para Michelle Williams y Judd Hirsch, la película termina de cimentar a Paul Dano como un actor con un rango sumamente amplio y pone a Seth Rogen bajo una luz que pocas veces ha brillado sobre él. Y quizás el hallazgo más interesante sea Gabriel LaBelle, el actor canadiense que pone el cuerpo al joven Spielberg. El director, por su parte, está en carrera para levantar su tercer Oscar tras alzarse con el Globo de Oro a Mejor Director hace un par de semanas.

Es también un film sobre el que podrían escribirse cientas de páginas. El encuentro con el antisemitismo de la sociedad norteamericana de posguerra, la carga del secreto de su madre, la entrevista con su ídolo John Ford (cameo inesperado de David Lynch) son algunos de los elementos clave que construyen este relato. Cada uno de estos momentos podrían ser el tema de una película, un ensayo, una nota en sí mismos, pero están ensamblados con maestría para crear un retrato sobre la formación de uno de los más grandes directores de cine. Y no hay nada que se pueda decir que haga justicia a la experiencia de sentarse en una butaca para disfrutar de Steven Spielberg haciendo lo que mejor sabe hacer. 

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