Un desafío a la imaginación

Todo en todas partes al mismo tiempo: El real multiverso estalla en el cine

El multiverso es un concepto explorado a niveles discretos en el cine. Hasta ahora: Todo en todas partes al mismo tiempo lo revoluciona por completo.

por | Jun 9, 2022

Everything Everywhere All At Once: El real multiverso estalla en el cine

El viaje en el tiempo, dimensiones, universos y realidades, está en todas partes. El último lustro no solo se convirtió en un revival para el viejo tropo de la ciencia ficción, sino en un recorrido que le llevó a un nuevo nivel. Una escala de puro asombro que permite entender el género de ciencia ficción en toda su extensión. Pero en especial, en la película Everything Everywhere All at Once (2022) de Daniel Kwan y Daniel Scheinert, el concepto — todos a la vez — llega a un nuevo nivel.

Finalmente, la exploración de la realidad dual y ambigua, está aquí. Pero más que eso, es una búsqueda profunda sobre lo imposible que convierte al cine, la televisión y al streaming en un nuevo escenario para crear y sostener una mirada hacia algo más singular.  La ausencia de límites de la realidad que el cine genera y recorre.

Por supuesto, son buenos tiempos para lo que a la ciencia ficción y sus líneas tradicionales, se refiere. La serie de HBO La mujer del viajero del tiempo (2022-), presenta al personaje central en un cruce de menos diez momentos distintos, que coinciden en una de las escenas. La mítica serie Doctor Who (1963-) acaba de comenzar un sorprendente proceso para unificar varias de sus líneas temporales. Spider-Man abraza a tres de sus variantes en Spider -Man: No Way Home (2021) de Jon Watts. La versión marvelita del dios Loki se enamora de una variante femenina sí mismo, nacida en una línea alternativa de la realidad, en la serie de Disney+ que lleva el nombre del personaje. Pero en específico, la nueva película de la aclamada productora independiente A24 explora el multiverso a un extremo que desconcierta. 

Todo en todas partes al mismo tiempo (2022) es un desafío a la imaginación, al lenguaje cinematográfico y al concepto — tan actual — del multiverso como escenario argumental. Más salvaje, libre y elocuente que cualquier otra película sobre traslados temporales o la ruptura de lo que consideramos tangible, el film entero es un tributo a la capacidad de lo creíble. A la vez, un experimento a gran escala de un guion que fuerza los límites de una historia para desdoblarse una y otra vez hasta enlazar ideas que se vinculan entre el antes y el después en algo más amplio. Un recorrido frenético a través de tópicos existencialistas, filosóficos e intelectuales. Todo con la magnífica Michelle Yeoh a la cabeza.

En esta película el multiverso es real. Pero no en forma de una teoría, un temor, un anuncio o incluso una insinuación. En realidad, en este magnífico caos, el tiempo se desdobla, se multiplica y se compone para crear no una, sino docenas de realidades alternas. Se extiende como un espiral en todas direcciones en fragmentos de historias, que componen un arriesgado y triunfal fractal de géneros.

Si el viaje en el tiempo se ha convertido en un tropo habitual en los últimos años — en especial, gracias a Marvel — el cine tiene problemas para deconstruirlo. Pero este film, ajeno a cualquier convención, no solo llega en su magnífica promesa, sino que además muestra cómo, en realidad, el cine puede concebir la realidad. Está consciente que el multiverso, todavía es — o era — una palabra. De modo que el dúo de directores se propuso crear un viaje visual y narrativo en que la multiplicidad del tiempo podría ser real. Hacerlo, además, al concebir la película como un escenario en que pueden ocurrir cientos de situaciones distintas. Y avanzar, ser brillante y potente.

Por supuesto, en sus momentos más extravagantes, la película roza la posibilidad de ser incomprensible o al menos, incoherente. Va y viene a través del propósito heroico — otra vez, se debe salvar el mundo — pero la atención del guion no es el héroe. Es en realidad, la cuestión sobre el tiempo que se rompe en cientos de trozos, que debe unificarse en conceptos desconocidos que tocan lugares sensibles sobre lo que se narra en pantalla.

Además, la película es consciente que compite con franquicias gigantescas. O en el mejor de los casos, con propuestas establecidas que exploran el tiempo con cuidado. De modo que recorre el extremo contrario. Esta película no necesita contextualizar de inmediato para ser creíble. Tampoco elaborar un sentido del tiempo y una caja de reglas para funcionar. Para los directores — conocidos en el mundo del cine simplemente como “los Daniels” — el hecho es básico. Si el multiverso es real ¿qué podríamos hacer por él? ¿cómo recorrerlo?

Satisfechas y contestadas las preguntas, Everything Everywhere All at Once comienza su viaje hacia un infinito de posibilidades. Y lo que es mejor, añade un grueso sustento de metafísica, pseudo ciencia y filosofía. Pero no lo hace para justificar su premisa — no lo necesita — sino para hacerla más robusta, más firme y fluida. Para su segundo tramo, el film debe permitir al tiempo avanzar y construir su guion hacia un torbellino de giros argumentales. Y es entonces cuando encuentra su punto central. Una centrífuga en la que Michelle Yeoh es el centro glorioso de una historia que se desliza en los bordes de la realidad. En la que el tiempo se subvierte y la sustancia misma de lo cinematográfico, se desafía.

lo que el tiempo pide, el tiempo tiene

Por supuesto, como en toda buena premisa, se necesita un gran héroe. Y Michelle Yeoh no solo lo es, sino que además plantea la percepción del héroe moral. Lo hace en cientos de escenarios, momentos, situaciones y narraciones distintas. Mientras avanza con firmeza a través de temas en apariencia tradicionales como el amor, la exclusión y los vínculos que nos unen a los que amamos. Pero esta gran universalidad es un plano útil para analizar el tema del transcurrir de la historia y dejar a la trama fluir. Yeoh, más de una vez, actúa como punto de referencia en medio de un universo que se deconstruye a su alrededor.

Su Evelyn Wang es un personaje en apariencia sencillo que, de pronto, resulta tener tantas capas como el multiverso que recorrerá. En medio de su trabajo humilde, como emigrante y esposa, también lidia con la sexualidad de su hija, los prejuicios de su padre e, incluso, sus propias preguntas sobre el futuro. Los primeros minutos de Everything Everywhere All at Once no dejan claro hacia dónde se dirigen la película. Y esa cualidad de narración que transita el estrato de lo cotidiano para luego saltar a un estrato cósmico, deslumbra. Porque una vez que Evelyn comienza a recorrer todas las posibilidades, todos los hechos, todos los tiempos, será punto de timón hacia el futuro. ¿O quizás el pasado? La ruptura temporal es extrema, divertida y algunas veces hasta confusa.

Pero allí en donde Doctor Strange and the Multiverse of Madness (2022) de Sam Raimi falla, esta película logra profundizar y remediar blanduras. El multiverso es con la misma potencia de la realidad mundana de Evelyn y la consistencia del poder — místico — que amenaza su existencia. La cualidad del viaje entre realidades es real, en la medida que se antepone a la cualquier percepción sobre la lógica. Pero a medida que el argumento avanza, es mucho más evidente y notorio que el film va en busca de un objetivo ambicioso y sofisticado. Comprender que la sustancia de la realidad — ¿cinematográfica? — es mucho más amplia, consistente y extraña de lo que podría suponerse.

viajar por la realidad como un viaje hacia el corazón

Everything Everywhere All at Once es más ambiciosa de lo que sus recursos le permiten. En algunos puntos, es evidente que los Daniels tuvieron el atrevimiento, el arrojo y el pulso firme que se echa de menos en otras propuestas. Pero, no siempre el guion les acompaña. Con todo, el espectáculo visual es tan enorme que sus pequeños fallos lucen insignificantes en comparación. Mientras los escenarios van cambiando, los tropos y temas lo hacen también.

Y el dúo de directores encuentra cómo enlazar a Evelyn y sus dolores familiares con una misión extraordinaria. Una que va más allá de ser solo un hilo conductor, el rostro visible de una colección de excéntricas historias. O solo incluso, el poder detrás de la lucha entre el bien y el mal. En realidad, es el corazón de la película y esa es su mayor fortaleza. Una de tantas, en mitad de un escenario en que la realidad termina por resultar irrelevante en favor de la percepción del futuro. Probablemente, lo que convertirá a Everything Everywhere All at Once en una parte de la historia del cine.

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