Perspectivas terroríficas

“In A Violent Nature” de Chris Nash: El horror a través de los ojos del asesino

Transformando la premisa de los slasher, la película es una exploración sobre la naturaleza del mal que promete convertirse en una obra de culto.

por | Oct 21, 2024

Estrenada en el Festival de Sundance y con un paso muy breve por las salas de cine estadounidenses, en la película de Chris Nash hay muy poco diálogo. Tampoco demasiado contexto. Pero la historia (que el director también escribe) toma la premisa habitual de un slasher y la convierte en una exploración inquietante y cruel acerca del mal.

In a Violent Nature (2024) no solo analiza el mal humano  a través de una serie de gráficos, sangrientos y detallados asesinatos brutales, —tal como manda la tradición del género— sino que también, gracias a una vuelta de tuerca insólita, brinda un lugar esencial a un asesino despiadado y sediento de venganza. No solo eso, sino que además explora en su psicología un cuidadoso retrato basado en imágenes, sensaciones y pulsiones que no necesita de parlamento alguno para comprenderse con claridad.

De hecho, uno de los grandes triunfos de este argumento atípico y basado en un nihilismo visual en ocasiones desconcertante, es lograr que su asesino sin nombre (Ry Barrett) sea un híbrido entre una máquina monstruosa para matar y un ser humano en agonía.

Ry Barret como el asesino que acecha a Aurora, interpretada por Charlotte Creaghan (Shudder, IFC Films)

Por supuesto, este aparente suplicio —que jamás se explica del todo— no se utiliza para justificar su conducta. En lugar de eso, Nash logra que el padecimiento del personaje, que se traduce en una ira ciega y poderes sobrehumanos,  será una forma de enlazar una línea de eventos en apariencia desordenados.

De modo que el habitual origen traumático del asesino no se transmite como leyenda ni tampoco como información necesaria para entender su proceder. Al contrario, los pocos datos que se enumeran logran convertir el escenario de la narración en una amplia combinación de puntos de vista sobre el miedo y el mal como elemento primitivo.

El personaje, sin nombre, no es una criatura sobrenatural — aunque se insinúa que algo inexplicable sucede a su alrededor en el subtexto — ni tampoco solo un maniaco homicida. La cinta establece una diferencia muy específica y juega con una visión elaborada y fatal acerca de la necesidad de destrucción y sacrificio. Como si se tratara de un elemento religioso, el hombre sin nombre mata en primer plano mientras la cámara lo sigue y explora los sentimientos casi salvajes que le animan desde un cariz especulativo.

En In a Violent Nature seguimos los pasos del asesino interpretado por Ry Barret (Shudder, IFC Films)

¿Siente terror, angustia, necesidad, deseo? Nash no se prodiga en explicaciones — no las necesita — y avanza con cuidado en un terreno movedizo. Su monstruo con el rostro cubierto no abandona del todo la naturaleza del hombre y se nutre de su complejidad añadida e insinuada, como una especie de alimento para evitar ser bidimensional. El punto de vista del asesino agrega poder a la idea de matar como un acto definitivo de vanidad. También, como una expiación desesperada y enajenada de un tipo de sufrimiento retorcido.

Una mirada hacia la oscuridad del hombre

No obstante, la película no intenta ser sermoneadora, moralista o decantarse con lograr la humanización de su asesino, dándole matices espirituales. En una decisión brillante; Nash convierte todos los rasgos brutales en una idea contundente acerca de lo que es la necesidad de la violencia. Más alejada del retrato psicológico en estado puro de lo que podría suponerse, In A Violent Nature tiene más interés en cierto aspecto metafísico de la salvaje necesidad de gratificación.

En In a Violent Nature acompañamos al asesino (Ry Barret) mientras una a una mata a sus victimas (Shudder, IFC Films)

El asesino mata porque lo necesita, en cierta aspiración de trascendencia. Pero no se trata de complacer a una deidad, aspiración o mensaje en apariencia maligno. El guion convierte esa despiadada compulsión en una serie de razonamientos abstractos acerca del deseo. Sin recurrir a las sutilezas, la película explora la brutalidad del ansia irrefrenable de destrucción como un apetito voraz que nada saciará. Y es allí en donde lo equipara a un sistema de ideas dentro del desorden caótico y perverso que anima a su monstruo enmascarado.

El terror sin atenuantes

In A Violent Nature no es una película de terror propiamente dicha, aunque desde luego tiene toda la estructura de una y utiliza los códigos del género con habilidad. Pero en realidad este aire naturista de mostrar cómo el asesino es una construcción de la muerte, la vida y una retorcida energía, es lo que brinda al largometraje su propia personalidad.

A medida que la película avanza  y hay un rastro de cadáveres decapitados y mutilados que seguir,  la trama se hace preguntas inquietantes acerca del hecho de matar. ¿Es solo un impulso o puede ser la consecuencia de una necesidad brutal, que una vez liberada es imposible de volver a contener?

La cinta, una monumental mirada acerca del horror convertido en un punto para descubrir los espacios más perversos del hombre, usa su apartado visual cuidadoso y naturalista para dar algunas señas de lo que puede ser las respuestas. Pero antes de resolver del todo estos interrogantes, se esmera por dejar a su paso la idea de que lo maligno habita en cualquier ser humano. Es un algo listo para saltar y convertirse en el aliciente del caos absoluto. El rasgo más singular y mejor logrado de la película.

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