Quizás por siempre adiós

Never Have I Ever llega a su final y sobran razones para maratonearla completa

Termina Yo Nunca de Mindy Kaling, una de las mejores comedias para ver en Netflix y te contamos por qué el final es tan perfecto como sus 4 temporadas.

por | Jun 13, 2023

Never Have I Ever llega a su final y sobran razones para maratonearla completa

Este fue un mes cargado de finales de series, desde Succession (2018-2023) hasta Ted Lasso (2020-2023), pasando por Barry (2018-2023) y The Marvelous Mrs. Maisel (2017-2023). Pero de la que poco se habló fue de Yo Nunca (2020-2023), la comedia de Mindy Kaling (The Office, The Sex Lives of College Girls) que estrenó el viernes pasado su cuarta y última temporada en Netflix, también por decisión de su creadora.

Es muy respetable cuando los mismos creativos dicen “hasta acá llegamos”, a pesar de que del otro lado pueda parecer que hay mucha tela para cortar, o que sepamos que vamos a extrañar demasiado a esos personajes. Y especialmente cuando la serie fue un éxito temporada tras otra y hay presión de las cadenas (o plataformas de streaming) para seguir explotando su continuidad.

Ya hablamos acá de todas las razones por las que esta serie merecía una oportunidad, pero ahora que la vimos completa redoblamos esa afirmación: no solo merece esa chance, sino que VOS merecés darte la oportunidad de verla. Sí, es una comedia sobre adolescentes. Pero no es precisamente una comedia PARA adolescentes.

Las apariencias engañan

A pesar de que su premisa, o su publicidad -apuntada a un público exclusivamente juvenil- en Netflix pueden ser engañosas, en realidad es una sitcom muy inteligente, con un formato original, protagonistas divertidísimos y temáticas que van más allá del conflicto teenager de turno. Es una exploración sobre la pérdida y las relaciones interpersonales desde una perspectiva fresca y descontracturada.

Ramona Young como Eleanor Wong, Maitreyi Ramakrishnan como Devi y Lee Rodriguez como Fabiola Torres. Netflix © 2023

En su cuarta y última temporada, la protagonista Devi Vishwakumar (Maitreyi Ramakrishnan) está a punto de graduarse de la secundaria y con todas sus energías puestas en el futuro. Ese objetivo académico que representa una problemática común en cualquier drama yanqui con adolescentes, pero que en este caso -como ya es costumbre en Yo Nunca– rompe con las expectativas.

La sobre/autoexigencia de Devi por entrar a la universidad es explorada bajo una luz de compasión por todo lo que atravesó, descubriendo las raíces emocionales del conflicto. Pero si hay algo diferente en esta temporada es que -a pesar de que Devi sigue siendo la misma teenager problemática de siempre- su crecimiento se nota en su toma de decisiones y reacciones mucho más maduras.

Lo mismo aplica a sus amigas, sus intereses románticos y a su propia familia, especialmente su mamá, que a su manera y a sus tiempos también estuvo atravesando su propio duelo. Cada uno con sus conflictos internos, a lo largo de la temporada se pelean y reconcilian con lo que creen que tienen que ser -o lo que la sociedad y las tradiciones les imponen- y con lo que realmente quieren ser.

Ser o no ser

Esa tensión entre el deber ser y el verdadero deseo es lo que impulsa esta cuarta y última temporada, luego de haber conocido en profundidad a estos personajes tan defectuosos como adorables durante tres años fundamentales en sus vidas. De hecho la serie encuentra una ingeniosa forma de traer a Paxton Hall-Yoshida (Darren Barnet) de vuelta al ruedo, sin caer en el cliché del chico de 30 años que sigue en la secundaria.

Quizás su personaje sea justamente el que más desafía las convenciones del género y las expectativas del estereotipo clásico de chico lindo e irresponsable en las comedias “de prepa”. A través del crecimiento de Paxton vemos una narrativa cuidada y significativa, cimentada en un buen guion y desarrollo de personajes, cuyas interacciones entre sí a lo largo de la serie tienen consecuencias palpables a largo plazo.

El arco de Ben Gross (Jaren Lewison) también apunta a una conclusión inevitable, una que supimos desde el principio que sería la adecuada. Pero la gracia reside en la forma en la que está contada y cómo atraviesa todos los obstáculos para llegar hasta ahí. Aunque quizás se hubiera beneficiado de un poco más de tiempo en pantalla, su historia es relevante solo en función a Devi, y en ese sentido cumple con todo, incluso con el climax al mejor estilo rom-com (que tanto nos está faltando en el cine).

En ese sentido, Never Have I Ever nunca perdió de vista lo que quería contar, y ese es un gran triunfo de cara al final de la serie. Lo que importa es la historia de su protagonista y cómo los traumas de Devi influyen en la vida de los demás, ya sea para bien o para mal. Y las risas, que no pueden faltar en cualquier comedia que se precie de tal. Yo Nunca es profunda sin dejar de ser divertida, y emotiva sin caer en lugares comunes.

Todo concluye al fin

El final de temporada es tan completo y satisfactorio como se podría pedir. Un cierre que se toma su tiempo para cada uno de sus personajes y no deja ningún cabo suelto, que vuelve a todos los lugares que tiene que volver y que nos reconforta con sus diálogos, con sus personajes e incluso con su dirección de arte. La identidad visual y cultural de la serie se revela tan importante como la narrativa, ya que -como toda coming of age– se trata de una serie sobre identidad.

Una serie sobre encontrarse después de una pérdida, sobre cómo podemos alejar a los que queremos en el afán de no sufrir más, sobre el largo aprendizaje para sanar y aceptar ayuda, y en el camino descubrirnos, conocernos y querernos. Yo Nunca es una serie que no me canso de recomendar y que se siente como un abrazo, como un tecito en invierno o como esa risa que viene después del llanto. Es una serie muy comfort que desarma prejuicios, pero además -y sobre todo- es una serie bien escrita con mucho para decir.

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Ana Manson

Editora