La primera temporada de True Detective (2014-) fue tan buena que marcó un antes y un después en la televisión. Las miniseries policiales son hoy en día moneda corriente en las plataformas (aunque pocas veces se acercan a lo que fue esa temporada) e incluso tampoco es extraño que haya grandes estrellas involucradas. Pero hace diez años, Nic Pizzolatto hizo algo diferente al juntar a dos de los actores más conocidos y queridos de Hollywood, Matthew McCounaghey y Woody Harrelson, para interpretar a una dupla de detectives a cargo de un caso atrapante y oscuro, con tintes noir, pero que no tenía miedo de coquetear con lo sobrenatural.
Su trascendencia fue tal que aún hoy, una década después, se la sigue usando de inspiración para otras miniseries, se la sigue mencionando, y usando como ejemplo de una temporada de televisión prácticamente perfecta. El éxito y el peso del nombre también hizo que se hagan más temporadas, aunque se transformó en una serie antológica. Nic Pizolatto fue el encargado de guionar y producir otras dos temporadas que lejos estuvieron de la excelencia de la primera. Pero para True Detective: Night Country, que acaba de estrenar su sexto y último episodio, el creador de la serie no estuvo involucrado. De hecho dejó entrever en comentarios en redes sociales que no estaría tan a gusto con esta nueva temporada, aunque es bastante desafortunado que lo haya expresado de esa manera.
La flamante showrunner de Night Country es Issa López, guionista y directora mexicana. Tras conocerse la noticia de que esta vez era una mujer la encargada de llevar adelante la historia, y más aún, cuando se confirmaron Jodie Foster y Kali Reis como la dupla protagonista, podíamos intuir que estábamos frente a algo diferente. True Detective siempre fue, delante y detrás de cámaras, una serie muy masculina. Invertir los roles parece un camino acertado y natural a diez años de su estreno. Lamentablemente no todo lo que se prometía desde los nombres y lo planteado en el episodio inicial termina llegando a buen puerto.
MUERTES Y NOCHE LARGA
Esta vez el caso nos lleva a Ennis, Alaska, una pequeña ciudad inventada (pero inspirada en otras reales) dentro de uno de los lugares más inhóspitos del planeta. Un estado completamente congelado durante gran parte del invierno, que es justamente cuando transcurre esta temporada, donde las noches son eternas. El sol se esconde por última vez a mediados de diciembre, justo antes que los cuerpos de todos los científicos de un Centro de Investigación aparezcan muertos y congelados en circunstancias muy extrañas.
Como es habitual en True Detective, la locación es una protagonista más de la historia. Ya sean las amarillentas llanuras de Louisiana que acompañaban a Rust y Cohle en sus viajes en auto o, en este caso, la noche y el hielo que rodean a Danvers (Jodie Foster) y Navarro (Kali Reis). Es una elección acertadísima para un caso de misterio, que incluso es usado para referenciar climas similares a The Thing (1982) de John Carpenter durante el primer episodio, donde se introducen algunos elementos sobrenaturales. Porque, después de todo, el frío y la noche eterna puede a veces borrar la línea entre lo real y lo fantástico o lo místico.
Una mirada AL PASADO
Las conexiones con la primera temporada de True Detective son varias, principalmente el símbolo del espiral que aparece constantemente durante toda la temporada y que habíamos visto por primera vez en la espalda de una de las víctimas en el primer episodio de la serie emitido en 2014. Incluso la teoría de Cohle sobre el tiempo que representaba el espiral vuelve a mencionarse en Night Country, haciendo la referencia aún más literal.
Por supuesto, otro de los ingredientes que se repite acá es la conexión del caso principal, el de los científicos muertos, con un caso no resuelto del pasado. El asesinato de Annie K, una activista de origen nativo, afectó personalmente a las detectives protagonistas, especialmente a Navarro. El caso estaba vinculado con cuestiones políticas, raciales y de corrupción corporativa, ya que involucraba a la empresa minera del pueblo y la contaminación que produce en el suministro de agua de Ennis.
El caso de Annie es usado para explorar las preocupaciones y el pasado de Evangeline Navarro, que se insinúa tiene alguna conexión espiritual con la víctima. Los elementos sobrenaturales están presentes durante toda la temporada, pero en su mayor parte son usados para jumpscares o secuencias que parecen salidas de película de terror, pero no terminan teniendo demasiado peso al final de todo. Un personaje dice hacia el final que “no todo tiene una respuesta”, pero cuando una temporada te plantea cuestiones insistentemente, es inevitable sentir cierta insatisfacción ante la falta de conclusiones.
MUCHOS PERSONAJES, POCAS NUECES
La relación entre Liz y Evangeline funciona bien, a pesar de que ambas son mujeres con muchos defectos, la química llega a sentirse, sobre todo en las escenas que comparten en el final de temporada. Esto es gracias a las grandes interpretaciones de Foster y Reis, que logran hacer mucho, a pesar de que no conocemos tanto de la relación entre ambas, salvo un incidente en una escena del crimen al que la serie vuelve más de una vez.
Además de nuestras dos protagonistas, la temporada presenta una gran cantidad de personajes que, lamentablemente, no llegan a desarrollarse demasiado. Cada uno de ellos está para señalar alguna problemática que la serie intenta abordar, pero sin llegar a nada demasiado profundo. Es el caso, por ejemplo, de Leah -hija adoptiva de Liz Danvers– quien tiene orígenes indígenas y esto la lleva a interesarse en los reclamos de la comunidad nativa. Sin embargo, no va más allá de un par de escenas sobre eso y el constante choque con su madre adoptiva que se vuelve un poco repetitivo, sin ahondar en las raíces un tanto racistas de sus reacciones ante las inquietudes de la adolescente.
También es el caso de Julia, la hermana de Evangeline, que lucha con problemas de salud mental. Su personaje entra y sale de la narrativa sin demasiado peso, más que la idea de abordar esta temática y su estigma, pero resulta un poco superficial.
Casi compartiendo protagonismo con Danvers y Navarro, tenemos a Peter Prior (Finn Bennet), probablemente el personaje más querible de todos. Su arco tiene que ver con liberarse de la figura tóxica de su padre (un desperdiciado John Hawkes), que termina teniendo un desenlace bastante abrupto, pero es de los que más funciona. Su matrimonio con Kayla, sin embargo, es otra de las cuestiones que parece insertada para simplemente repetir el mismo conflicto una y otra vez, pero sin decir demasiado.
Por otro lado tenemos a Rose, interpretada por la enorme Fiona Shaw, y que es un claro caso de cuando una actriz le aporta a un personaje mucho más de lo que podría haber sido en papel. Si hablamos de interrogantes sin respuesta, creo que este personaje es el que más aplica, ya que poco sabemos de su pasado, por qué sabe las cosas que sabe o por qué puede comunicarse con el espíritu de un amante muerto. Sin embargo, el enigma lo hace todo más interesante, y su presencia y talento convierten sus escenas en algunas de las mejores de la temporada.
LA NOCHE LLEGA A SU FIN
La temporada constó de seis episodios, convirtiéndose en la más corta de la franquicia. En el último episodio, Night Country se propone resolver ambos casos planteados (el de los científicos de Tsalal y también la muerte de Annie K) como también darnos algunas respuestas y cierres de cuestiones del pasado de nuestras protagonistas que fueron planteadas a lo largo de los episodios. En especial, la conexión sobrenatural que parece acechar a quienes se adentren en la tierra nocturna.
A pesar de que obtenemos las respuestas de ambos crímenes (aunque hay una notable cuestión que queda sin resolver, tal vez otro indicio a favor de lo sobrenatural), resulta mucho más satisfactorio el viaje emocional de Liz Danvers y Evangeline Navarro en este final de temporada. Danvers, que siempre había sido cruel, fría y estoica, deja ver un nuevo lado de su personaje, al mismo tiempo que nos queda un poco más clara la herida que trae de su pasado. Por otro lado, el viaje de Navarro queda un poco más ambiguo en cuanto a sus motivaciones y destino final (sobre todo en ese último plano), pero de todas maneras funciona bastante bien.
No se puede decir lo mismo con respecto a la resolución de los crímenes en sí, que se sintió un poco agarrada con hilos de guion para poder llegar a un punto que la serie quiere subrayar. La violencia de género y hacia las minorías es un tema importante que, con ese final, se siente que no pega con la fuerza que debería. Tal vez porque no se construyeron lo suficiente ni a los científicos, ni a nadie más involucrado en los crímenes. Son víctimas y victimarios casi sin rostro, que bien puede ser lo buscado por Issa López, pero no termina de funcionar.
HATERS GONNA HATE
Los defectos que pueda tener la serie a nivel ritmo y guion no justifican la horda de odio que ha recibido la creadora tanto en redes sociales como en plataformas como Imdb. No es la primera vez que series o películas, generalmente dirigidas por mujeres o que tienen al frente protagonistas que representan a alguna minoría, reciben a un montón de usuarios enojados con la vida que deciden volcar su odiocalificacndo con la nota más baja a cada episodio.
Ya ha pasado con, por ejemplo, The Rings of Power (2022-) y más recientemente con la adaptación live-action de La Sirenita (2023). Aunque no es necesario aclarar que los puntajes numéricos de sitios como Imdb no reflejan la calidad artística de una película o una serie, no deja de ser lamentable el odio apuntado a ciertos proyectos. Y en este caso, es un aún peor, ya que el mismo creador y productor de la serie, Nic Pizzolatto, se encargó de avalar algunos de estos comentarios. Una actitud reprochable y para nada solidaria con su colega.
Pero a pesar de todo, True Detective: Night Country marcó el récord de televidentes de toda la historia de la serie, por lo que no es extraño que se haya confirmado una quinta temporada que volverá a estar a cargo de Issa López. Estaremos atentos a qué paisaje y con quiénes nos llevan a investigar en esa oportunidad.
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