A ver esos dientes…

Sonríe 2: Una la industria de la música tan cruel como el monstruo sobrenatural

Si bien se perdió la frescura, Naomi Scott impresiona en una secuela mucho más gore y enfocada en el drama de una víctima al borde del colapso mental.

por | Oct 15, 2024

El concepto ya nos es familiar. En su momento Ringu (1998) o más recientemente It Follows (2014) nos dieron pesadillas sobre desconcertantes entidades que, como si de un parásito sobrenatural se tratasen, perseguían a sus víctimas hasta darles muerte.

Continuando este legado, un nuevo virus apareció en 2022 cuando una campaña publicitaria nos llamó poderosamente la atención. En diversos eventos deportivos se captaban imágenes de mujeres que, con una sonrisa macabra, miraban fijamente a las cámaras. Todas usaban una remera de un amarillo estridente y con una sola palabra escrita en su pecho: sonríe.

Ese fue el preámbulo al estreno de la ópera prima de Parker Finn, Sonríe (2022), en donde una entidad diabólica pasaba su maldición por el simple hecho de presenciar un suicidio violento. La simple y única señal de caza que daba sobre su víctima era esta inquietante mueca, una retorcida sonrisa.

Naomi Scott interpreta a la superestrella del pop Skye Riley en Sonríe 2 (2024, Paramount Pictures)

Basada en el corto Laura Hasn’t Slept (2022), escrito y dirigido también por Finn, el éxito indiscutido dio pie a que continuara la historia. Pero esta vez la campaña publicitaria comenzó al final de un número musical en los MTV Video Music Awards.

Nace una estrella

Esta segunda entrega nos presenta a Skye Riley (Naomi Scott) una emergente estrella del pop que, tras sufrir un accidente automovilístico, ahora está preparando su triunfante tour de regreso. El público no deja de mostrarle apoyo ya que esta tragedia no solo dejo a Skye con un dolor crónico en la espalda, sino que además la marcó con la irreparable pérdida de su novio, el ahora ya fallecido actor Paul Hudson (Ray Nicholson).

Adicta a las sustancias tóxicas, sus médicos no se atreven a recetarle nada muy fuerte, por lo que Skye acude de incognito a dealers que le ofrezcan Vicodin u otras sustancias que le permitan continuar con las demandas físicas del tour. Es así como eventualmente llega a la puerta de un ex compañero de secundaria, Lewis (Lukas Gage), quien parece completamente fuera de sí. Desorientado en tiempo y espacio, no solo parece tener alucinaciones, sino que se muestra completamente aterrorizado por algo que solo él puede ver.

Lucas Gage como Lewis, una de las victimas de la maldición en Sonríe 2 (Paramount Pictures)

Skye no lo sabe, pero los estupefacientes poco tienen que ver con el estado de Lewis o con la inevitable tragedia que se da a continuación. Nada la prepara para lo que vendrá en los próximos días, cuando ella misma empiece a perder la noción del tiempo o imaginar cosas que no están ahí. Aunque lo más desconcertante es la forma en que conocidos y extraños comienzan a sonreírle de la misma tétrica manera que Lewis lo hizo

Más nuevo, más grande

Con un presupuesto de 17 millones y una recaudación de más de 200,  el éxito que cosechó la primera Sonríe le abrió las puertas a su director a ser más ambicioso. Eso se nota sobremanera desde el impecable y sangriento plano secuencia con el que comienza esta segunda parte. No solo logra transmitir perfectamente la adrenalina que busca a la vez que hace un planteamiento estético mucho más creativo, sino que además funciona como un aviso de que el uso del gore será mucho más grafico que en la anterior.  

Naomi Scott interpreta a la cantante Skye Riley en Sonríe 2 (2024, Paramount Pictures)

Si bien la estructura de esta secuela es casi calcada a la de la primera, el descenso a la locura de Skye se siente aún más lento y tortuoso. Para llegar ahí, la película sabe sacar provecho total de Naomi Scott, y no solo porque la actriz es también cantante en la vida real. Entre complicadas coreografías, impresionantes puestas en escena y atuendos que tranquilamente Lady Gaga podría lucir en algún show, estos elementos solidifican cómo nos creemos al personaje.

Pero es lo extremadamente intenso y demandante del rol lo que nos muestra una faceta nueva de Scott. Su interpretación no solo es visceral, sino que aprovecha al máximo lo angustioso del drama. Nos sorprende a la vez que demuestra lo desaprovechada que estaba en la mayor parte de los proyectos por los que hasta ahora era conocida, como Power Ranges (2017), la remake de Charlie’s Angels (2019) o el live-action de Aladdín (2019).

Nos encontramos ahora con un nuevo monstruo que cobra protagonismo. El mayor tormento de Skye va de la mano de las exigencias de la despiadada burocracia corporativa de la cual es víctima y cuyo entorno es cómplice, en especial su madre y manager (Rosemarie DeWitt). Es en un relato lamentablemente conocido, que nos lleva a recordar a varios artistas a quienes hemos seguido minuto a minuto mientras su salud metal se deterioraba.

Naomi Scott interpreta a Skye Riley en Sonríe 2 (Paramount Pictures)

En este mundo capitalista que no perdona a nadie la inestabilidad psicológica o física, florece además una industria que demanda eficiencia total o el convertirse en un fracaso contundente como única alternativa. Es aún más desesperante ver lo expuesta que queda Skye al ojo público, así como lo vulnerable que se encuentra frente a extraños que parecen creer conocerla personalmente. El mercado aparece así tan o casi más cruel que el demonio invisible que persigue a la chica.

Sonríe 2 (2024) se desarrolla así con un ritmo que, en pos de aprovechar el drama, se estanca a veces en algunos baches lentos, dependiendo de jumpscares que a veces abusan del sonido ensordecedor con que se manifiestan. Su guion funciona más que bien, pero aquellos que buscan una película ante todo pochoclera puede que no salgan del todo convencidos por su ritmo.

Tampoco ayuda que ya perdimos toda la sorpresa que planteaba la original y que, si bien el terror aún funciona debido a la inevitabilidad de la tragedia que promete, algunos recursos se vuelven repetitivos. La más grande de las excepciones está en la acotada pero aprovechadísima participación de Ray Nicholson, quien apenas ladeando la cabeza nos demuestra que heredó de su padre (sí, el mismísimo Jack Nicholson), aquella misma mueca que en la jerga cinéfila conocemos como la Mirada Kubrick.

Ray Nicholson como el fallecido Paul Hudson en Sonríe 2 (Paramount Pictures)

Puede que Sonríe 2 no nos cuente nada nuevo sobre el mito detrás de esta maldición viral, pero explora nuevas maneras de mostrar cómo se desarrolla. Brutal por momentos, nos obliga a ver en detalle sus consecuencias, mientras que en ocasiones es la reacción del superviviente quien plantea el verdadero terror.

Si el contagio pasa por la mirada entonces, ¿Dónde nos deja parados a nosotros los espectadores? Somos quienes disfrutamos el crudo humor y la violencia que esperábamos ver con ansias. Quizá sea cosa de preocuparse entonces, porque sin duda sacara más de una sonrisa a los fanáticos del género.

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Ro Tapias

Artista visual. Madre de dragones, gatos y un corgi. Hablo de cine, a veces demasiado.