Bajo tierra

Silo: cuando el horror apocalíptico reside en una supervivencia agobiante

Una serie de misterio, pero también de exploración sobre la naturaleza humana. ¿Qué tanto podemos ceder para encontrar cierta sensación de seguridad?

por | Jun 10, 2023

Silo: cuando el horror apocalíptico reside en una supervivencia agobiante

En la serie Silo (2023-) de Apple TV+, el mundo está dividido en dos regiones estructuralmente irreconciliables. Por un lado, está el mundo exterior, envenenado por una tragedia misteriosa y que se ha convertido en un territorio desolado del que nadie puede sobrevivir. Al otro lado, se encuentra el Silo, una construcción que nadie sabe quien construyó, que alberga a los sobrevivientes.

Entre la enorme columna que se extiende a mil metros bajo la superficie de la tierra emponzoñada, la realidad cotidiana construida con cuidado para sostener la vida en precarias condiciones. Todo dentro del refugio se mueve con doloroso cuidado, con la percepción de tragedia inminente. Y así ha sido por más de un siglo.

Pero nada es tan sencillo. En la serie del creador Graham Yost y basada en el libro homónimo de Hugh Howey, la vida se encuentra en un precario equilibrio entre la posibilidad de morir y la de ser convertido en víctima. En el Silo, todo está milimétricamente calculado. Las horas del día, el consumo de energía, la forma de ejercer el poder. La generación que creció a las sombras de la construcción, de sus infinitas escaleras que bajan y suben, no conoce nada más que esa supervivencia agobiada y claustrofóbica, violenta, dolorosa, afianzada y contenida a una idea del peligro inminente. 

Tampoco conocen algo más que el Pacto, suerte de biblia que indica cuáles son las reglas del nuevo pacto de convivencia que sostiene al Silo desde que los enigmáticos Fundadores, levantaran esa ventana hacia una vida que desmorona en el tedio y la rutina. Las leyes, que van desde la imposibilidad de expresar la intención de salir al exterior hasta de mecanizar la forma de subir y bajar a través del interior del Silo, no tienen sentido pero tampoco discusión. Alrededor de este horror macerado en desastre — o su inminencia — una sociedad ha crecido como una planta frágil, rota y a punto de derrumbarse. 

Un ojo que lo mira todo

Juliette (Rebecca Ferguson) nació y creció en el Silo, pero además, en la parte más alejada de la civilización que lo habita. En las profundidades del área mecánica, es un paria entre parias. Pero también, la única con la fuerza, el conocimiento y la tenacidad para mantener al mecanismo — inexplicable y por anticuado — que permite a la construcción funcionar. Luego de lograr que una antigua pieza fuera reemplazada y conseguir lo inimaginable, el personaje recibe una proposición. Convertirse en Sheriff en una de las áreas más importantes del Silo. 

Por supuesto, para entonces, el guion elaboró la delicadísima tela de araña que sostiene a un argumento poderoso y singular. En esta distopia, nada es lo que parece y el temor que impera en una cultura nacida a las sombras de una tragedia sin nombre, es cada vez más denso y tenebroso.

Rashida Jones y David Oyelowo en Silo (Apple TV+ via AP)

En el primer capítulo, las reglas incomprensibles y violentas de la construcción quedan claras y dejan tres víctimas a su paso. Por un lado, la pareja formada por Allison (Rashida Jones) y Holston (David Oyelowo). Ella, termina por descubrir una fisura en la radical pared de información que rodea al gobierno y al poder en el territorio subterráneo, lo que la lleva a vivir la pesadilla de todos sus habitantes. Ser expulsada a la superficie para morir debido a lo que sea que aceche en el exterior. Por otro lado, él no puede soportar la culpa de la ausencia, la sospecha de la conspiración y finalmente, la expiación de la expulsión es casi un alivio. 

Lo que deja claro un punto central que la serie profundizará y es uno de sus puntos más fuertes. El Silo es una prisión, sin que sus habitantes sepan el motivo, envergadura o importancia. En su interior espera el control, en el exterior la muerte. En las escaleras interminables que dividen a la sociedad, el miedo, convertido en un horror capaz de arrasar todo a su paso. 

Una testigo de un hecho inexplicable 

Por lo que la nueva Sheriff, tiene un misterio que resolver. Uno que envuelve su vida privada, pero también, la evidencia que el Silo no es solo un escudo contra un cataclismo. Juliette, enfrentada al poder que encarna Bernard Holland (Tim Robbins) y a los enigmas de una cultura basada en la falsa apariencia de normalidad, descubrirá poco a poco que lo que se esconde en las profundidades de la historia de la construcción, es una amenaza tan espantosa, como la que en apariencia, aguarda más allá de ella. 

Con un apartado visual asombroso y un guion de extraordinaria solidez, el argumento juega con las expectativas y deconstruye con cuidado la idea heroica. Llena de grises, verdades a medio confesar y un peligro brutal que lo abarca todo, Silo contempla la ciencia ficción desde sus horrores. También, en su forma de combinarse con el suspense y el terror. Dos atributos que convierten a la producción en una de las mejores del género de los años recientes. 

Para sus últimos capítulos, Silo dejará claro que la posibilidad de vivir, en ocasiones, exige sacrificios que se apartan de lo humano y se acercan a la condición de lo bestial. Con su aire contenido, brutal y doloroso, Silo recuerda que el ser humano se define por sus aspiraciones. ¿Qué ocurre cuando todas son cercenadas por la barbarie? La gran pregunta dolorosa que la premisa propone y que responde — a medias — en su crudo último episodio. 

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