Number One Trilly

Cumplimos 3 años online y elegimos nuestras trilogías preferidas

Hoy festejamos nuestro tercer aniversario como medio especializado en cine y series. Y nuestro equipo eligió sus trilogías preferidas para celebrarlo.

por | Ago 31, 2024

Hace exactamente tres años lanzamos este proyecto editorial dedicado a nuestra pasión por el cine y las series. Tres años de escribir todos los días sobre lo que amamos, de cubrir eventos nacionales e internacionales, de entrevistar a artistas de todo el mundo y buscar constantemente la forma de ofrecer nuevas propuestas y seguir creciendo. Por supuesto, tenemos muchísimo para decir sobre este tercer aniversario, pero eso será para otra nota.

Lo fantástico de tener un equipo tan diverso y comprometido es que, a la hora de asignar esta tarea para celebrarlo como mejor sabemos hacerlo, estaba clarísimo quién iba a escribir sobre cada título. La idea era simple: elegir nuestra trilogía preferida del cine y dedicarle unos párrafos que transmitan las razones de nuestro amor. La pasión, muchas veces, es inexplicable. Pero nos dedicamos a esto y nuestro desafío era precisamente poder ponerle palabras a lo que todos sentimos cuando las vemos.


Ana Manson – @CapitanaMardel

Pensar en una trilogía preferida cuando vivimos en la era de las franquicias es una tarea por lo menos delicada. Hay un gran componente nostálgico involucrado, pero a la vez muchas de las trilogías con las que crecimos dejaron de serlo para pasar a convertirse en tetralogías o incluso pentalogías, cuando no en algo más complejo. Sin embargo, no me costó elegir mi preferida, ni imaginarme sobre cuáles iban a escribir los demás.

Lo que tiene de particular esta trilogía es que no fue concebida como una, pero a diferencia de muchas otras que se hicieron para explotar una propiedad intelectual o adaptar una saga, creció y evolucionó a través de los años hasta convertirse en una. La motivación detrás de esta búsqueda fue puramente artística, movilizada por una pregunta sobre el crecimiento de los personajes y cómo hubiera seguido su historia si alguna vez se volvían a encontrar.

Pero la premisa era casi una trampa. Antes del amanecer (1995) había tenido un final perfecto, de esos que dejan más a libre interpretación de lo que cuentan, y que el espectador puede completar con sus propios miedos y esperanzas. Es más, había retratado a la perfección el amor fugaz de la juventud y la imposibilidad de volver a recrear ese sentimiento sin arruinar el recuerdo. Y había consagrado a Richard Linklater como una de las voces más interesantes de una nueva generación.

“Donde fuiste feliz alguna vez / no debieras volver jamás: el tiempo / habrá hecho sus destrozos, levantando / su muro fronterizo / contra el que la ilusión chocará estupefacta”

Félix Grande

Pero nueve años después de estrenada, cuando sus protagonistas estaban atravesando la treintena de sus vidas, hubo una idea. Reunirse y volver a intentarlo. Esta vez, reencontrarse en otra ciudad, pero con el mismo equipo de artistas enamorados de esta historia y sus personajes, el soñador estadounidense Jesse (Ethan Hawke) y la pragmática francesa Céline (Julie Delpy). El director se reunió con la guionista Kim Krizan y los propios actores participaron en el desarrollo de sus personajes, imaginando cómo hubiera sido este reencuentro en sus pieles.

Ethan Hawke, Julie Delpy

Y la fórmula no solo volvió a funcionar, sino que interpretó a la perfección el tono realista -y hasta cínico, incluso- que adoptamos en nuestra madurez, cuando los impulsos de la juventud dan paso a la sabiduría de la experiencia. Si Antes del atardecer (2004) supo captar esa etapa de la vida a la perfección, no había razón por la que no pudieran volver a hacerlo y seguir explorando la vida de estos personajes que amamos. Así fue como, tras el mismo período de tiempo, nos reencontramos con Jesse y Céline en otra ciudad europea para conocerlos en otra etapa de sus vidas con Antes del anochecer (2013).

Esta última fue la única que llegué a ver en el cine, con una emoción inmensa por seguir siendo testigo de su historia tantos años después. Y las mismas sensaciones que nos atraviesan de manera distinta cada vez que las vemos, dependiendo en qué etapa de la vida nos encontremos nosotros mismos como espectadores. En 2022 muchos esperábamos esa continuación que nunca llegó, y quizás nunca llegue. Por ahora, la saga “Before” es una trilogía perfecta.


Angie Giménez – @minerva_mcangie 

Un vaquero, un soldado espacial, un dinosaurio y una papa con cara entran a un bar en una misión para salvar una pastorcita y sus ovejas de las garras de un cerdito malvado. Se desencadena una batalla que incluye aliens y soldados. A la mitad del conflicto, se hace la hora de la merienda. Amigos y enemigos quedan detenidos en el tiempo, a la espera de que vuelva a llegar la hora del juego y volver a tomar sus lugares en una aventura que solo es verosímil en la mente del niño que la inventó.

La primera Toy Story (1995) fue un antes y después en la historia de la animación. La primera película íntegramente animada en 3D por computadora puso a Disney y Pixar a la delantera de una carrera que a otras compañías les llevaría años (y otra pareja dispareja, la de un ogro y un burro) comenzar a pelear. Todo esto acompañada de un hitazo inolvidable como “Yo soy tu amigo fiel” y frases que pasarían a la cultura popular (escribo esto con un tatuaje de “Al infinito y más allá”, compartido con mi hermana, en el brazo).

Las secuelas continuarían incorporando nuevos personajes entrañables y escenas memorables (párrafo aparte merece aquella escena de la reparación de Woody en la segunda entrega -gran adelanto de los videos de limpieza de alfombras virales en TikTok) y culminarían en lo que fue un evento canónico para millones de millennials: el fin de la infancia de Andy en Toy Story 3 (2010).

Lo que a estas alturas va camino a convertirse en “la primera trilogía de Toy Story” es una serie de películas atravesada por el crecimiento de un personaje que apenas aparece en pantalla y sin embargo, marca cada momento. Andy no solo moviliza las decisiones de los verdaderos protagonistas de las películas, sus juguetes, que una y otra vez se encuentran en la búsqueda de volver a los brazos de su dueño, si no que es el factor fundamental que conecta emocionalmente a los espectadores con la historia.

Hay una generación que creció con Andy y revisitó su relación con los juguetes, y por lo tanto con la infancia, a través de las aventuras de Buzz, Woody y sus amigos. Y, corriendo el riesgo de ser exagerada y fatalista, me atrevería a decir que esta fue la última generación que se relacionó con los juguetes como principales, y en ocasiones únicos, medios para la diversión y la imaginación. No es casual que la próxima entrega de la saga anunciada por Disney presente a los juguetes teniendo que competir con las pantallas.

Las nuevas películas de la saga han dejado en claro que ya no se trata de mantener ese vínculo sagrado entre juguete y niño, Toy Story 4 (2019) se sintió más como un epílogo sobre la nueva búsqueda de libertad de Woody y la posibilidad de tomar nuevas decisiones sin estar necesariamente atados a un niño (casi como si los juguetes fueran los padres). Quedará esperar para saber si la nueva etapa de la franquicia buscará establecer un nuevo hilo conductor, si simplemente narrará nuevas peripecias de nuestros juguetes favoritos o si (me da espanto pensarlo) caerá presa de la epidemia de secuelas irrelevantes que algunas de sus competidoras.

Sea como sea, la trilogía original siempre estará ahí para ayudarnos a conectar con aquella parte de nuestra identidad que se ha ido perdiendo a través de los años y recordarnos que por algo somos la generación que colecciona funko pops y dio origen a los adultos fanáticos de Disney.


Euge Capisce – @eugecapisce

Las trilogías son como una cena de tres pasos. En el caso de Capitán América, nuestra entrada es Captain America and First Avenger (2011) -en lo personal, mi favorita. En esta conocemos la historia de origen de los personajes que nos van a acompañar a lo largo de toda la trilogía, de todo el Universo Cinematográfico de Marvel y de alguna forma, a lo largo de toda nuestras vidas también. Conocemos a los tres personajes principales: Steve (Chris Evans), Bucky (Sebastian Stan) y Peggy Carter (Hailey Atwell). 

Nuestro plato principal es Captain America and the Winter Soldier (2014), hasta hoy considerada una de las mejores (sino la mejor) película del UCM. Acá la historia se profundiza, ya conocemos a los personajes, con sus valores y sus miserias. Creo que esta película se convirtió en algo tan icónico para los fans porque, además de la acción que caracteriza a este universo, es tal cual como dijo Sebastian Stan: “el despliegue de la historia más grande de amor que tiene Marvel: Steve y Bucky”.

El postre de esta trilogía es Captain America: Civil War (2016), sin dudas la más pochoclera y la más exitosa en números de las tres. Podría ser una secuela de Avengers indirecta, ya que están casi todos los personajes y, en un despliegue inmenso, dos “bandos” se enfrentan por lo que creen que es correcto. De esta peli sale el legendario enfrentamiento de “Team Cap vs. Team Iron Man” y su marketing supo dividir al mundo entero.

La trilogía termina de la misma forma que empieza: con batallas épicas pero llenas de corazón, ya que nuevamente vemos que lo que mueve a estos superhéroes es la responsabilidad y el amor entre cada uno y hacia la humanidad.

Marvel nos enseñó que hay miles de universos, y no hay ninguno en el que no elija al Capi todos los días. 


Maru Manson – @MansonEme

Pocas trilogías generaron un impacto cultural tan grande como El Señor de los Anillos. Quiero tratar de no sonar como un cliché detrás de otro, pero se me complica, pues el colosal trabajo de adaptación de Fran Walsh, Peter Jackson y Philippa Boyens realmente sentó las bases para lo que el género fantástico podía alcanzar en términos audiovisuales y marcó a toda una nueva generación de nerds/cinéfilos millennials.

Allá por el 2001, mientras escapaba de mis responsabilidades escolares, antes del estallido social y con E! Entertainment de fondo, apareció el “adelanto” (en esa época no usábamos todavía el anglicismo “trailer”) de una película que me llamó poderosamente la atención. Este mostraba la historia sobre un anillo mágico con elfos, gente bajita (¡no muchos sabíamos lo que era un hobbit!) y un elenco bastante desconocido.

Si bien no tenía idea de que estaba frente a una de las sagas que me iba a marcar de por vida, algo en la presentación de esa aventura épica despertó en mi yo adolescente (y en millones de personas en todo el mundo, claro) unas ganas impresionantes de escapar a una sala de cine para verla en la mejor calidad posible. Y vaya si fue amor a primera vista.

Ahora, casi 25 años después, cada vez que vuelvo a ver cualquiera de las tres películas, me sigo maravillando ante la proeza artística que representan. Es una trilogía que reúne lo mejor de la fantasía con lo mejor del cine. La maestría con la que Peter Jackson nos pasea por todos los géneros cinematográficos, desde el terror pasando por la comedia y el western (pensemos en esa toma de los Rohirrim rodeando a Legolas, Gimli y Aragorn al comienzo de Las Dos Torres) es realmente admirable.

Ni que hablar de la cantidad de videos memorables, memes, canciones y millones de anécdotas en el set que hasta el día de hoy se siguen descubriendo. ¿Una de las mejores de los últimos años? Debido a la poca estima que todos los involucrados en el proyecto le tenían a uno de los productores, un tal Harvey Weinstein, uno de los orcos más desagradables fue modelado a su semejanza. 

No puedo terminar este pequeño homenaje sin mencionar que sin Lord Of The Rings no tendríamos Game of Thrones, ni los remixes de “They’re taking the hobbits to Isengard”, ni a *me pongo de pie* Hugo Weaving (aka Elrond) rapeando en élfico mientras Andy Serkis lo acompaña tocando la flauta. Si no me creen que estamos ante la mejor trilogía de la historia del cine, escuchen a Stephen Colbert y compañía:


Paul Noguerol – @MoscaCovalente

Todo empezó con una película que marcó una estética y un modo de hacer cine. Hubo más de una generación que se aprendió las líneas de memoria. La historia del pibe canchero que se vio envuelto en un involuntario viaje al pasado en el que deberá hacer que sus padres se vuelvan a conocer para asegurarse su propia existencia es un clásico inoxidable. Si todo hubiera terminado ahí, aún así hubiéramos seguido hablando de esta película por años. Pero encima vinieron dos más.  

No estaba planeado que fueran tres. La Volver al Futuro original de 1985 terminaba con un chiste: ya cuando Marty logró resolver y hasta mejorar todos los problemas de su vida, un Doc Brown del futuro viene a contarle que su destino está asegurado, pero el de sus hijos no. Lo que era solamente un epílogo gracioso y un guiño a las interminables historias de aventuras, con el éxito de la saga se terminó transformando en un pie para que la audiencia se entusiasmara con una secuela.

Y había tanta espalda que terminaron filmando dos continuaciones a la par. Al nivel de las grandes secuelas de los ochenta, como Terminator, Volver al Futuro Parte 2 (1989) no tiene miedo en revisitar la primera entrega por completo, volviendo a hacer lo mismo pero de un modo completamente distinto y novedoso. Volver al Futuro Parte 3 (1990), con sus referencias al western, es, por otro lado, un homenaje a lo que la misma saga se había convertido.

Ahí está quizá la semilla del fenómeno de la ficción que mira al pasado y construye con sus retazos una estética particular que se sustenta en la nostalgia. Sin Volver Al Futuro no sentiríamos la necesidad de volver a contar historias que nos hagan acordar a Volver al Futuro. Aunque haya quien prefiera una o la otra, es una triada redondísima que, afortunadamente, fue menos explotada que muchas sagas contemporáneas, lo que permite que nuestro cariño se mantenga intacto.


Rocío Tapias – @R_Tikky 

Conocido por muchos como los sucesores occidentales de Hayao Miyasaki, Cartoon Saloon es uno de los pocos estudios de animación que no solo aún apuesta por un arte anclado a técnicas tradicionales, sino que es conocido por narrar historias emotivas y surreales. Si bien el hilo conductor de esta trilogía es su temática, los tres largometrajes dirigidos por Tom Moore son historias muy distintas ambientadas en distintos períodos históricos en Irlanda. Cada una explora la confrontación entre las antiguas tradiciones irlandesas y aquello que hoy denominamos, quizás erróneamente, la civilización.

Los orígenes del sagrado Libro de Kells, la búsqueda de dos hermanos cuya madre es un espíritu del mar que toma forma de foca y una joven cazadora que encuentra la amistad en una manada de lobos. El dibujo en cada historia similar, pero que se diferencia al reflejar los conceptos particulares de su relato. Es así como un pueblo detrás de murallas tiene líneas rígidas y de fuerte contraste en su entintado, mientras que el bosque esta conformado por acuarelas y los delicados trazos ondulantes de la naturaleza.

Con una preciosura tanto narrativa como audiovisual, estas tres películas no solo son entretenidas aventuras, sino que no temen enfrentar el lado más oscuro de la humanidad o mensajes profundos en sus metáforas. Si bien lamentablemente pasaron inadvertidas al competir con otros titanes de la industria, estas son tres de las más complejas y sensibles películas de animación de las últimas décadas. El mayor logro de Cartoon Saloon es su talento por devolver a un corazón adulto la capacidad de maravillarse como lo hacen las infancias.


Viky Airaldi  – @vikyair

Hasta parece aburrido y predecible decir que tu película favorita es El Padrino (1972). Cuando las películas trascienden tanto en la historia del cine y en la cultura, se crean ciertos mitos alrededor de ellas. “El Padrino es la mejor película de la historia”, “El Padrino II es la mejor secuela que se ha hecho”, “La segunda es mejor que la primera, todo el mundo lo sabe”, “La tercera es malísima”. Hoy en día incluso, con los discursos que se establecen en redes sociales, también hay otro “fantasma” sobre estas películas, que son de “filmbro” (un grupo de varones cinéfilos pretenciosos que son más pose que otra cosa).

Pero intentando quitar todo esto que se dice, la realidad es que la trilogía de El Padrino es una de las más importantes de la historia con justa razón. Dos películas perfectas y una tercera que -aunque es cierto que no está al nivel de las dos primeras que nos cuentan la historia de Michael Corleone con un moño precioso- lejos está de ser lo mediocre que se dice por ahí.

En mi casa se vio El Padrino desde que yo era muy chica. El libro de Mario Puzo es uno de los libros favoritos de mi papá, y El Padrino es su película favorita, así que tengo recuerdos de que me hable de ella desde que tengo uso de razón. La película de 1972 es una de las que más veces vi en mi vida justamente por eso, y es bastante mágico ver cómo crece una película en vos a medida que la ves durante varias etapas de crecimiento y de “educación de cine”. 

Hasta recuerdo lo que me impresionó ver morir a Vito tan repentinamente y frente a su pequeño nieto. Es de esas películas infinitas, a la que les descubrís cosas y valorás otras con cada visionado. De hecho, hace dos años pude verla en el cine por primera vez gracias al reestreno por los 50 años, y pude ir con él. Así que fue uno de esos momentos de círculo completo de cine y familia que voy a atesorar por siempre.

Esta es la trágica historia de Michael Corleone. Es una historia sobre la familia, sobre la tradición, los códigos, sobre el legado. El año pasado se leyeron muchas comparaciones entre el protagonista de una de las mejores series de la historia, Succession (2018-2023), con la historia de Michael.

Kendall Roy y Michael Corleone, dos hijos de padres poderosos que tienen la presión de intentar llenar los zapatos de la generación anterior, pero que no logran descifrar exactamente cómo hacerlo. La historia de Michael Corleone es una tragedia shakesperiana sobre la corrupción ante el poder y el inevitable destino de soledad que esto conlleva. Y por eso el epílogo en la tercera me parece necesario.

No es aburrido decir que tu película favorita es El Padrino, porque es una película gigante. Una trilogía importante para la historia del cine. Y para la mía también.

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