Ted Lasso quisiera

Next Goal Wins: Agallas sobre talento y el verdadero significado de redención

Cuando un documental narra tan bien una historia real como este, cabe preguntarse si vale la pena hacer una remake, así esté a cargo de Taika Waititi.

por | May 18, 2023

Next Goal Wins: Agallas sobre talento y el verdadero significado de redención

El 11 de abril de 2001 estaba festejando mi sexto cumpleaños. Todavía vivíamos en la cabaña de las hamacas y el otoño barilochense ya había dejado las laderas de los cerros rojas. El sauco del jardín nos daba hojas suficientes como para hacer montañas y patearlas. Ese fue un buen día, al menos para mí, pero Samoa Americana no puede decir lo mismo, porque fue ese el día en que sufrieron la mayor derrota en la historia del fútbol internacional.

Ese día el deporte mundial presenció una de las mayores palizas de la historia. La selección nacional de fútbol de Samoa Americana perdió por goleada contra Australia. Pero decir “por goleada” se queda corto, porque fueron destrozados, el marcador ese día terminó 31 a 0. 

Nicky Salapu es uno de los arqueros que más goles recibió en un partido internacional.

Más allá de lo inmoral que resulta seguir pateando al arco contrincante después de, digamos 15 goles, este día pasó a la historia, y Samoa Americana consolidó su puesto en el último lugar de la tabla de posiciones de la FIFA. Esto se mantuvo así hasta 2011 cuando pudieron vivir su propia redención de película, con montaje de entrenamiento y todo.

La ficción no alcanza

Next Goal Wins (2014) es un documental dirigido por Mike Brett y Steve Jamison que muestra a este equipo poco ortodoxo entrenar para las eliminatorias del Mundial de Brasil. Aún cuando saben que no hay chances, que no han ganado un partido oficial, ellos no se dan por vencidos. Es que acá está su mayor virtud: no juegan por la gloria, por los laureles, por el reconocimiento; ellos juegan por amor al fútbol y su país.

Después de otra derrota, su entrenador renuncia y la Federación de Samoa Americana le pide ayuda a la de fútbol estadounidense (¿Cómo un país cuya federación lleva el nombre “soccer” puede jugar mundiales? Me supera por completo, pero no estamos acá para hablar de eso). 

Luego de publicar un anuncio de búsqueda laboral, un solo entrenador respondió: el holandés Thomas Rongen, que armó las valijas y se fue a esta isla de 41 mil habitantes para cumplir el sueño de toda su carrera: entrenar a una selección para un mundial. 

Lo que no esperaba era encontrarse con un grupo de personas que no tenía la preparación física necesaria para soportar 90 minutos de partido, mucho menos como para concretar jugadas o analizar el juego como atletas. Pero lo que sí tenían era ganas de redimirse.

Una segunda oportunidad

Nicky, el arquero que no pudo hacer nada para frenar los 31 goles ese día de 2001, se retiró y se fue a vivir a Seattle. La isla de Samoa Americana es pequeña y como no tienen mucha salida laboral son muchos los que emigran a Estados Unidos

Él fue uno de ellos, pero el pasado lo perseguía, y por más que estaba a miles de kilómetros de distancia, la gente lo reconocía como el arquero que dejó pasar 31 pelotas. Podemos elegir creer esta última parte o no, porque realmente dudo que en un país en el que al deporte se lo llama por el nombre incorrecto vayan a reconocer a un arquero de Samoa Americana por un partido de más de 10 años, pero eso ya es anecdótico. Lo importante es que Nicky se había retirado del fútbol, pero no podía dejar atrás ese momento que lo definió.

Mientras tanto, Thomas tenía que armar la formación; estaba ante la posibilidad de redimir a un equipo que no había ganado ningún partido oficial, pero también buscaba contar una historia, cambiar una realidad y -como nos enteramos a medida que avanza el documental- darle un nuevo enfoque a su propia existencia. Con todo esto, decidió que era tiempo de darle la oportunidad a Nicky de redimirse y lo convoca para que vuelva a ser el arquero del equipo, aún cuando llevaba retirado varios años.

Pasión y gloria

Podría describir con lujo de detalles todo lo que pasa durante la hora cuarenta de duración del documental, cada momento es preciso, bello e inolvidable, pero ese no es el punto, ni mucho menos lo que me motivó a escribir sobre este documental. 

Desde el año pasado, por más que obvias razones, el fútbol nos atraviesa a todos, incluso a aquellos que nunca nos entusiasmó tanto, o que quizás no lográbamos entender del todo lo que generaba. Claro está que nuestro caso es completamente diferente, pues somos campeones del mundo. Nuestro vínculo en este momento con el deporte es la grandeza de la copa, y el amor a un equipo que nos regaló como país una de las mayores alegrías colectivas que jamás podríamos haber imaginado. 

Pero para Samoa Americana los laureles no son el motivo por que juegan, así como tampoco es el motivo por el que cada vez que su selección se va a jugar un partido, se los despide con una misa en la iglesia y un saludo estatal. Ninguno de ellos es atleta profesional, de hecho todos ellos son jugadores aficionados: antes de ir a los entrenamientos van a trabajar. 

Ellos juegan porque aman a su país, porque aman el deporte, y porque se quieren entre ellos. Si, por supuesto que les gustaría ganar, revertir la fatídica racha de derrotas y llevarse al menos tres puntos en una eliminatoria, pero eso no es todo. Son familia, juegan juntos porque lo disfrutan, sin importar el resultado.

“Para mí Nicky es el mejor arquero del mundo, no me importa si ataja todos los goles o ninguno, es mi amigo”

Esta frase dicha por el arquero suplente define a este equipo, que plantea su dinámica como si se tratara de un juego en el recreo. Podrán no ser los mejores, de hecho en el momento de realización del documental, eran la selección en la última posición del ranking de la FIFA; pero puede que sean los que más amor le ponen a cada partido. 

Inclusión sin pompa

A lo largo del documental se van presentando a los jugadores, al presidente de la Federación de Fútbol de Samoa Americana, y al entrenador asistente. Thomas es un caso aparte porque es una persona ajena a la cultura que intenta entenderlos desde afuera y de a poco empieza a ver las cosas desde otra perspectiva.

Pero la cultura a la que pertenecen juega un rol fundamental en cómo ellos se toman cada una de las derrotas, y deciden encarar el próximo partido. Así como los All Blacks de Nueva Zelanda, ellos hacen un baile típico antes de cada uno de los enfrentamientos, y es justamente por las tradiciones de la isla que se los despide siempre de la manera en que se lo hace.

Jaiyah Saelua se sumó a la selección nacional en 2003.

Next Goal Wins muestra esto con una naturalidad refrescante en un mundo de producciones en el que a veces se siente que se están palmeando la espalda constantemente por mostrar hasta lo más mínimo de una cultura distinta. Acá no parece que están buscando tachar cosas de la lista de inclusión, sino que genuinamente quieren mostrarnos y que el espectador entienda la manera en la que viven y se relacionan en la isla.

Así es como se presenta Jaiyah, la primera persona transgénero en participar en una eliminatoria oficial de la FIFA para una copa del mundo. La mayor parte del tiempo se identifica como mujer, y en la cultura samoana esto no es un estigma ni un problema, de hecho es fa’afafine, que se conoce como el tercer género y está reconocido en su documento.

“No soy hombre ni mujer, soy futbolista”

Así se define Jaiyah, que demuestra ser de los jugadores más tenaces y determinados de este grupo. En el equipo no es una paria, no enfrenta discriminación por los entrenadores ni por sus compañeros, y si bien se pone mucho el foco en ella, porque es una anomalía en el mundo del fútbol masculino, no se lo hace desde un lugar condescendiente ni destacándola por demás, sino que simplemente se la muestra para marcar uno de los muchos motivos por los que esta selección es como ninguna otra en el mundo. 

Hasta el último aliento

Amor por la pelota, por el juego, por el país y por el equipo. Todo esto se refleja en esta casi increíble historia de “underdogs”, gente que no baja los brazos ante nada, incluso cuando todo parece estar en su contra, ellos siguen. Desde siempre estos son de los relatos que más funcionan en el cine, pero esto fue real. 

El 23 de noviembre de 2011, luego de solo tres semanas con Thomas como entrenador, la selección de Samoa Americana se impuso a Tonga por 2 a 1 y consiguió así su primera victoria en un partido oficial.

Las cámaras de Brett y Jamison estuvieron allí para seguir todo el proceso, desde la renuncia de su entrenador anterior hasta el final de las eliminatorias en un épico partido bajo la lluvia. El resultado fue uno de los documentales más emocionantes que vi y que fue celebrado en todo el mundo luego de su lanzamiento.

El ciclo sin fin que nos mueve a todos

Los estudios tomaron nota sobre esto, y en 2019 Fox Searchlight anunció que Taika Waititi dirigiría una película bajo la productora. Unos meses después se confirmó que sería una adaptación ficcionalizada de Next Goal Wins.

En enero del año siguiente, el director neozelandés y nominado al Óscar apareció en un video de youtube del canal francés Konbini en el que recorría un videoclub, y hablaba de las películas que más lo inspiraban. De una de las repisas levanta el DVD del documental, cuenta que ya está trabajando en la adaptación, y la define como “la historia definitiva sobre subestimados” (es una traducción aproximada porque dice “ultimate underdog story”, pero se acerca bastante). 

Desde el primer momento mostró su amor por este relato poco creíble pero real y de hecho sus protagonistas, si no fuesen personas reales, parecerían personajes salidos de sus mejores guiones. Comparte más de una similitud con las historias de Boy (2010), Hunt for the Wilderpeople (2016) y Jojo Rabbit (2019), indiscutiblemente sus películas más importantes. 

Y sin embargo, me es imposible no preguntarme si realmente era necesaria esta adaptación. Aún falta para que pueda tener una respuesta, pero con el primer tráiler ya publicado, me es difícil no pensar en que, lo que más me emocionó del documental, era justamente la realidad, lo genuino de cada una de las palabras, y lo efectivo que es contar esta historia en la voz de sus propios protagonistas.

No pongo en duda el talento de Waititi y su afinidad con el material de origen, ni el nivel de talento de un elenco que incluye figuras como Michael Fassbender, Elisabeth Moss o Will Arnett. Pero lo que me pasa es que no creo que nadie pueda ser nunca un tan buen Thomas, porque ya conocí al original y es incomparable. Lo mismo pasa con Jaiyah y el resto del equipo. Lo más valioso del documental son sus figuras, sus protagonistas y cómo emociona constantemente por reflejar en tiempo real la lucha de este equipo por ganar un partido y enorgullecer a su isla. 

Son dos formatos distintos, lo entiendo, pero no puedo evitar sentir que de alguna manera esto le quita importancia al documental, porque en lugar de promocionar la historia real y el trabajo de Mike Brett y Steve Jamison -que en este momento no se encuentra en ninguna plataforma-, se busca contar la misma historia pero de una manera más fácil de digerir para los espectadores. El género documental es hermoso y único, y esta historia de superación y triunfo funciona porque es contada así.

Voy a ver la película de Taika, de hecho la espero ansiosa, pero sé que cuando quiera emocionarme e inspirarme, o cuando piense en la selección de Samoa Americana, y cómo ascendió desde el puesto 203 al 186 del ranking internacional de la FIFA, voy a pensar en Next Goal Wins de 2014, no en Next Goal Wins de 2023.

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