Dos años pasaron desde que Riley y su familia se mudaron a San Francisco. Ahora ya adolescente, es estrella en el equipo de hockey de su escuela y, junto a sus amigas, está lista para ir un fin de semana a un campamento en donde perfeccionarse en el deporte.
Con sus emociones habiendo aprendido a balancearse entre sí para cuidar su salud emocional, nadie espera que de la noche a la mañana haya un cambio literalmente demoledor en la sala de control de su mente.
La llegada de la pubertad y la posible separación de las chicas da lugar a la introducción de nuevas emociones: Ansiedad (Maya Hawke), Envidia (Ayo Edebiri), Vergüenza (Paul Walter Hauser) y Ennui (Adèle Exarchopoulos), esta última siendo un término francés para describir esa mezcla entre aburrimiento y apatía que tiende a reducir a monosílabos a las conversaciones con adolescentes. Con estos nuevos sentimientos ahora tomando el control, Alegría (Amy Poehler) está determinada a que la ansiedad no dicte el resto de la vida de su humana.
Apostando a lo ya visto
No es secreto que ya el imperio de Disney, alguna vez sinónimo de prestigio cuando hablamos del arte de la animación, viene sumando escándalos respecto a varias de las decisiones que se toman detrás de escena. No fue poca cosa cuando el pasado mayo el presidente de Pixar, Jim Morris, declaró que el estudio iba a enfocarse en sus franquicias en lugar de arriesgarse con proyectos nuevos.
Es una decisión que años atrás podría haber marcado un final prematuro para películas tan refrescantes y encantadoras como lo fueron Luca (2021), Turning Red (2022), o la compleja e imaginativa Intensa-Mente (2015).
Semanas después de aquella entrevista y con el estreno del tráiler de Intensa-Mente 2 (2024), ya podían vislumbrarse algunos baches narrativos que hacían que nos preguntemos: ¿el único objetivo de esta continuación era hacer una buena recaudación en la taquilla?
Lo que Intensa-Mente logró en su momento fue un éxito monumental y bien merecido. Con una engañosa aparente simpleza, logró personificar conceptos tan abstractos como son los sentimientos. Logrando encontrar el punto medio entre una divertida aventura y una historia emotiva, se convertía además en una excelente herramienta para explicar cómo funciona la inteligencia emocional.
Su continuación, por el contrario, fue criticada por cómo se aleja de la fidelidad de la representación de la psiquis, al afirmar que emociones como la vergüenza o hasta la ansiedad se manifiestan con la llegada de la preadolescencia.
Esto inclusive contradice cómo habían representado anteriormente a las mentes adultas, así como el hecho de que en la vida real las infancias sí son capaces de lidiar con ese tipo de experiencias. Siendo honestos, si los guionistas hubiesen querido ahondar en temas más realistas, lo más lógico hubiese sido abordar temas como los cambios hormonales.
Forzar una continuación a una historia tan redonda genera una frustración semejante a la polémica cuarta entrega de Toy Story, luego del perfecto final al que alcanzó la trilogía. Pero no hay que olvidar que Intensa-Mente está lejos de ser material documental.
Si bien conceptualmente desanda parte del camino que había construido en su predecesora, y por supuesto no logra sorprendernos como lo hizo la anterior, consigue igualmente lucirse en la fantasía que construye y la emotividad con la que transmite sus mensajes. Funciona, pero al mismo tiempo deja una marcada sensación de déjà vu al repetir la estructura principal de la original.
Mirando hacia adentro
Pero es justamente este universo tan único y rico lo que logra que la historia continúe resonando con la audiencia. El plantear las emociones en distintos momentos madurativos, sobre todo en un tiempo tan complicado como es la entrada en la adolescencia, encuentra una vez más el punto medio entre lo lúdico y lo didáctico.
Al mismo tiempo, Nostalgia aparece como la personificación de aquello que los adultos experimentamos al verla, reviviendo memorias de aquel tiempo. Sin embargo, el punto más movilizador reside en uno de los nuevos personajes y por lejos su mayor fuerte: la a veces paralizante Ansiedad.
El personaje al que Maya Hawke (Stranger Things) da voz resulta tan divertido como pasivamente amenazante, diseccionando paso por paso un sentimiento que en los últimos tiempos se comenzó a detectar y normalizar en conversaciones respecto a la salud mental.
Demostrando cómo puede intensificarse hasta el punto de completamente paralizar a la persona, la película da un gran ejemplo de lo que es un ataque de pánico, así como su predecesora había logrado retratar algo tan complicado de explicar como es la depresión.
El mundo de la mente de Riley se adapta a la edad de la chica al mostrar cómo otras cosas toman mayor interés, dejando de lado un poco el lugar central de la familia para que la amistad gane importancia en su vida.
De la misma manera, se representa cómo a esa edad se solidifica un sistema de creencias que a la vez modela la personalidad del individuo, mostrando cómo cada una de las decisiones lideradas por las emociones de Riley la forman como persona, así como su autopercepción.
Esto temas tan abstractos son otra vez traducidos al audiovisual con gran creatividad. En esta entrega, además, se destaca cómo llegan a involucrar distintos tipos de animación, ya sea tradicional o pixeladas figuras de un videojuego, para retratar los diversos intereses e influencias de la cultura popular que la chica atesora en su corazón.
El éxito de esta secuela fue arrollador, ganándose el título de la película de animación más taquillera de la historia tras superar en taquilla a Frozen 2 (2019) y el live-action de El Rey León (2019). Ahora, con su reciente llegada al streaming por Disney+, en apenas cinco días se convirtió en el estreno más visto de la plataforma, con 30,5 millones de visualizaciones a nivel mundial en cinco días, superando a Encanto (2021).
Si bien Intensa-Mente 2 es consciente de que no es del todo capaz de replicar la sensación de frescura de su predecesora, logra encontrar un mensaje sincero y ser lo suficientemente ingeniosa como para atrapar a su audiencia por segunda vez. aquellos pocos que no hayan ideo a verla al cine podrán apreciar esta secuela.
Continuando el legado de la primera, al ser una excelente herramienta para traducir en palabras y ejemplos concretos cómo nos sentimos en una época en donde las conversaciones sobre la salud mental se van normalizando, esta segunda parte amplía las herramientas que la franquicia nos brinda a la hora de hablar sobre estos temas con los chicos o incluso entre los más grandes.
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