No Spell on You

Hocus Pocus 2: Las hermanas Sanderson no logran hechizar nuevamente con su regreso

Disney+ trata de revivir el fenómeno de Hocus con una secuela que, treinta años más tarde, no logra quedar a la altura del clásico original.

por | Dic 21, 2022

Cuando en diciembre del 2020 Disney anunció que estaban trabajando en una secuela para su clásico de 1993 Hocus Pocus, la reacción fue instantánea. Desempolvamos nuestras capas, prendimos todas nuestras velas y cantamos “I Put a Spell on You” al máximo volumen.

Cuando, en los meses subsiguientes, tanto Bette Middler como Sarah Jessica Parker y Kathy Najimy confirmaron que repetirían sus roles, estuvimos seguros de que nada podía salir mal. Éramos ingenuos y estábamos desesperados por una buena noticia después de la pandemia.

No es que la segunda parte de Hocus Pocus sea mala. Lo que pasa es que es intrascendente, y para la continuación de un clásico, eso es mucho más imperdonable. La historia comienza en la Salem colonial, en la que los peregrinos se agolpan frente a la casa de las hermanas Sanderson -tres jóvenes increíblemente casteadas y que emulan los manierismos de sus contrapartes adultas a la perfección.

Winifred (Taylor Paige Henderson, la versión adolescente Bette Middler) ha rechazado la autoridad de la iglesia al negarse a casarse y es acusada de ser una bruja. Ante el temor de ser separadas, las tres hermanas corren al bosque, donde se encuentran con una bruja (Hannah Waddingham) que les regala su libro de hechizos y les enseña a mantenerse jóvenes asesinado niños.

Luego de esta corta introducción, la acción nos lleva a Salem, 29 años después de aquella fatídica noche en que las hermanas Sanderson despertaron por primera vez, encantaron a la población adulta y aterrorizaron a los niños del pueblo. Pero 2022 no es 1993. Ahora, las brujas son el último grito de la moda y las hermanas Sanderson se han convertido en íconos populares. En la víspera de Halloween, dos jóvenes aspirantes a brujas, Becca (Whitney Peak) e Izzy (Belissa Escobedo) llevan adelante un ritual por el cumpleaños número 16 de la primera y reviven por error a las hermanas Sanderson.

Que las hay, las hay

La película sigue la tendencia actual de humanizar a los villanos, dándoles un pasado incomprendido que justifica su accionar. Además, se nutre de la reivindicación de la figura de la bruja dentro del feminismo, sobre todo en su versión más “Wicca”, del poder femenino conectado con las fuerzas de la naturaleza y reprimido por las instituciones patriarcales. Casi literalmente, Becca e Izzy son las nietas de las brujas que no se pudieron quemar. Solo que las hermanas Winifred, Mary (Kathy Najimy) y Sarah (Sarah Jessica Parker) no están tan interesadas en vibrar alto, cargar sus cristales a la luz de la luna y limpiar el aura de los jugadores de la Scaloneta.

En cambio, las tres icónicas hermanas están sedientas de sangre y determinadas a no dejarse vencer nuevamente. Para ello, deciden lanzar un hechizo de poder total que les permitiría vengarse de Salem y de la estirpe del párroco Traske, quien las acusó de brujería en primera instancia. Para ello, necesitan de sangre de una de sus descendientes, quien, como no podía ser de otra manera, no es ni más ni menos que Cassie (Lilia Buckingham), antigua amiga de las dos protagonistas, con quienes se ha distanciado debido a su relación con un chico del grupo popular.

Sin duda que el elemento más fuerte de la película, como lo fue de su predecesora, son las tres brujas. Las actrices vuelven a ponerse en sus roles y pareciera que el tiempo no pasó. Hay un par de escenas musicales que (si bien no alcanzan el nivel de iconicidad de Bette Midler cantando “I Put a Spell of You” frente a un auditorio de padres que bailan ininterrumpidamente) están bastante bien logradas.

La relación entre las hermanas y el lazo de afecto que las une está mucho más desarrollado, no solo con los flashbacks a su infancia si no también en el momento álgido de la película. Esta conexión pretende estar reflejada en la relación de las tres adolescentes que se enfrentan a las brujas, pero la verdad es que son personajes tan intrascendentes que es imposible que generen ni una mitad de la conexión que sentimos con las Sanderson.

Desgraciadamente, Hocus Pocus 2 no llega ni a rozar la vara (muy alta, digámoslo todo) dejada por su predecesora,. A la vez que inaugura una serie de secuelas que Disney nos tiene preparadas, en las que revista grandes clásicos de su filmografía décadas más tarde. Estas producciones, que parecen más destinadas a engrosar el catálogo de Disney+ que a honrar al material original o incluso actualizarlo correctamente, se suman a una corriente que no es exclusiva de la casa del ratón.

Hectáreas de caracteres se han usado ya para debatir si Hollywood se quedó sin ideas, si la industria de la nostalgia es quizás solo un manotazo de ahogado o si se atisba una luz al final de un túnel de secuelas, precuelas y reboots. No es este el lugar para discutir si es cierta la clásica frase de que las segundas partes nunca fueron buenas. Solo alcanza con decir que esta no lo es.

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