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Halftime: Jennifer López siempre fue la reina, era hora de respetarla

JLo no va a parar hasta cumplir todos sus objetivos y lograr el reconocimiento que merece. En su documental Halftime se encarga de hacérnoslo saber.

por | Jul 24, 2022

Halftime: Jennifer López siempre fue la reina, era hora de respetarla

“¿Cómo te sentís con respecto a tu trasero?”, le pregunta un periodista norteamericano a Jennifer López en uno de los cortes de archivo que aparecen en Halftime (2022), el documental que abrió el Festival de Tribeca 2022 y aterrizó en Netflix el 14 de junio. Ella se descoloca porque lo único que esperaba era hablar sobre su trabajo. Y es inevitable preguntarnos cómo es posible que esta sea la primera pregunta que en 2003 le hacían a una mujer que, al día de hoy, filmó más de 40 películas, vendió más de 80 millones de álbumes y generó más de 5 billones de dólares como marca propia. La respuesta es simple: Jennifer López, o JLo, siempre fue mundialmente reconocida, pero nunca respetada. No hasta 2019, el año en el que todos los planetas se alinearon para darle más trabajo que nunca y las oportunidades por las que luchó toda su vida.

Es en ese momento donde nos ubica el documental. En 2019, López se comprometió con su ahora ex pareja, el jugador de baseball Alex Rodríguez; protagonizó, produjo y estrenó la película Hustlers de Lorene Scafaria, recibiendo las mejores críticas de su carrera, que la llevaron a su segunda nominación de los Golden Globes; agotó un tour en Estados Unidos y Europa; desfiló en la Semana de la Moda de Milán, y filmó la comedia romántica Marry Me (2022). Y por supuesto, fue convocada junto a Shakira para terminar con la homogeneidad blanca de la NFL norteamericana (la Liga Nacional de Fútbol, por sus siglas en inglés) en el show de mediotiempo del Super Bowl 2020. Aunque según la artista, el haber cumplido 50 años fue lo que le permitió, por primera vez, estar segura de ella misma para lograr estos hitos.

PERSEVERA Y TRIUNFARÁS

Si tuviese que encontrar una primera razón por la cuál es inevitable no sentirse inspirada por Jennifer López, diría que es porque se crió en la periferia de lo que era su sueño. Cuando era una niña en su casa del Bronx en Nueva York, su único acercamiento con las luces hollywoodenses era ver West Side Story (1961) una y otra vez. O jugar a ser la protagonista de historias dramáticas con su madre y sus dos hermanas, mientras su padre trabajaba hasta altas horas de la noche. Pero un sueño es un sueño, y esto para la artista significó desobedecer el deseo de su madre y no ver a su familia durante años. También significó soledad, puertas cerradas en la cara, imposición de etiquetas, burlas, discriminación por su cuerpo no hegemónico, y un millón de decepciones más que Hollywood tenía para regalarle. Pero nunca significó bajar los brazos.

Si bien la inocencia de una Jennifer López que protagonizaba la película Selena (1997) y era nominada para un Golden Globe en 1998, se vio trastocada por la brutalidad propia de la industria, es increíble ver cómo detrás de las marcas multimillonarias, las mansiones llenas de personal y los termos brillantes, sigue estando esa mirada soñadora y sonrisa pícara que todavía no puede entender cómo es que esta vorágine es parte de su vida.

“Jennifer es una bailarina que se convirtió en actriz, que se convirtió en cantante, que se convirtió en un ícono mundial”, dice en Halftime su mejor amiga y productora, Elaine Goldsmith Thomas. Ella quería seguir el camino de Rita Moreno, de Barbra Streisand. Aunque a Hollywood no le pareció la mejor idea porque antes que nada están las etiquetas y categorías preestablecidas. Era más fácil hablar de sus curvas y de sus relaciones amorosas, entreteniendo al público, que intentar respetar su trabajo y valorarla como arttista.

HOLLYWOOD ES CRUEL

“Yo me esperaba esto porque soy mujer y latina”, cita el actor Ben Affleck en el documental, recordando algunas de las conversaciones que tenía con Jennifer López cuando eran pareja en 2002. En 1997, cuando JLo comenzó a resonar con fuerza, la industria hollywoodense no era un lugar seguro para quienes pintaban fuera de las líneas ni para los que no cumplían con los estereotipos. Si bien ya estaba acostumbrada a que le cierren las puertas en la cara, una vez que el éxito llegó, lo más difícil fue aprender a convivir con discursos de odio hacia su persona, los paparazzi invadiendo su espacio personal y las voces internas en su cabeza que le decían que tal vez Hollywood no era el lugar para ella. Por suerte nunca las escuchó lo suficiente.

Por un lado, los éxitos de taquilla y las oportunidades laborales llovían, pero por el otro, la artista prendía la televisión y la acusaban de no tener talento, de ser mediocre o de ser demasiado enamoradiza. ¿Por qué? ¿Por ser mujer y querer más? ¿O por ser latina y exitosa? O quizás porque a la sociedad patriarcal le molestan las figuras como las de Jennifer López, que no se avergüenzan de quienes son, que pueden ser madres, empresarias y artistas a la vez, y que aprovechan su plataforma para empoderar a mujeres y niñas con ambiciones de pisar fuerte.

APROPIARSE DE SU PODER

Pero tal como nos deja ver en el documental, hoy López es la jefa que no duda un segundo en demandar lo que quiere de sus conciertos, de su actuación o de sus marcas. Para JLo todo está en los detalles, incluso si eso significa ensayar hasta altas horas de la noche, viajar incansablemente entre Los Ángeles, Miami y Nueva York, y rehacer el concepto de su producción las veces que sean necesarias para que el mensaje que quiere transmitir sea lo más fuerte y claro posible. Sobre todo si lo puede hacer en el escenario más grande del mundo: el Super Bowl Halftime Show.

Jennifer López utilizó como capa una bandera norteamericana reversible por una puertorriqueña, alentando a mujeres y latinos a luchar por sus derechos. Y puso a su hija, una niña latina nacida en Estados Unidos, a cantar dentro de jaulas iluminadas, representando el decreto del gobierno trumpista hacia los inmigrantes latinoamericanos que cruzaban la frontera. Me atrevo a decir que es una de las pocas que se animó a dar un mensaje tan claro y fuerte en una performance.

Personalmente, Jennifer López no solo me enseñó que a los sueños hay que darles rienda suelta, sino también que no hay nada más hermoso que ver todo lo que puede brillar una mujer si simplemente abraza sus defectos y fracasos, reconoce sus logros, es consciente del lugar que ocupa en la sociedad y no deja que la mirada del afuera la defina.

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