Hace un poco más de 15 años, Daniel Levy comenzaba a dar sus primeros pasos en los medios como conductor en MTV Canada. En 2015, creó junto a su familia una comedia que quedaría en la historia de la TV: la serie Shitt’s Creek, al lado de su padre, el actor Eugene Levy (American Pie).
La sitcom tiene un récord de los premios más ganados por una comedia en el mismo año (superando a titanes como Friends o The Office) y sigue siendo reproducida en todo el mundo, con memes que ya se instalaron en las redes sociales. Sin embargo, pese a que ya vimos a Dan dirigir y escribir en la serie, el actor decidió hacer su debut como director y guionista en cine con una historia de amor absolutamente desgarradora.
En Good Grief (2023), Levy encarna a un artista que transita el duelo después de la inesperada muerte de su esposo (en la piel de nuestro querido Luke Evans) y lo hace viajando a París con sus dos mejores amigos. En una reciente entrevista, dijo de manera muy clara por qué decidió focalizar esta película en la relación de amistad que tienen los protagonistas:
“Soy alguien que está constantemente soltero, y puedo decir con total seguridad que tus amigos son los amores de tu vida. Mis amigos son mi cable a tierra, la razón que tengo para levantarme todos los días. Los amo muchísimo, al punto de que escribí una película sobre como ese amor puede salvarnos en los momentos más dificiles”.
Al darle play a Good Grief en Netflix, vemos que el film está dedicado a Pat y Reimond: la abuela y el perro de Levy, dos pérdidas que inspiraron la escritura del guion. En 2020, Dan se encontraba trabajando en varios proyectos cuando la muerte de su abuela y su perro lo sorprendieron de forma inesperada.
“El dolor y el duelo no son lenguajes que usamos frecuentemente. La gente que no conoce el dolor de los duelos es muy afortunada. Mientras escribía esta película sobre la amista, me preguntaba si estaba bien el enfoque que le estaba dando al duelo del protagonista, si lo estaba haciendo bien, si le estaba poniendo el énfasis a esa pérdida que realmente se merecía. Mientras me hacía esas preguntas en la soledad de la pandemia, mi abuela murió, y unas semanas después murió mi perro.”
“El dolor que sentí fue tan grande que me di cuenta que jamás podría poner las palabras justas en la película, sobre todo porque es un tipo de dolor personal a cada persona. El duelo es algo tan abrumador para el ser humano, puede hacer que entres en completo cortocircuito y dejes de funcionar. No hay una forma correcta de sentir esa pérdida, nadie te va a dar un manual, así que decidí seguir con el guion desde lo más profundo de mi corazón”.
Dan dijo que la segunda pérdida que marcó la película fue la que vivió emocionalmente cuando cumplió 40 años.
“Siempre pensé que iba a tener toda la vida ya resuelta para cuando tuviera 40 años y, como exploro en la película, me di cuenta que es una expectativa muy poco realista. Podemos hablar sobre eso, escribirlo, pensarlo, pero la realidad es que nadie tiene nunca su vida resuelta. Y ahora creo que si ya tenés todo, y todo resuelto y acomodado, sería una persona increíblemente aburrida. Es en la búsqueda de lo nuevo, es en vivir cada día donde encontramos la magia”.
Como mencionamos, la película es protagonizada por el mismo Levy, junto a Luke Evans en el rol de su difunto esposo y a Ruth Negga y Herschel Pastel como los mejores amigos. Además de acompañar a Marc (Levy) en su camino para atravesar el duelo, también nos encontramos inmersos en las vidas de estos dos amigos: Thomas (Patel) y Sophie (Negga) también nos llevan de la mano en la búsqueda de respuestas a preguntas muy comunes que atravesamos todos los seres humanos con miedos.
Thomas siente que nunca va a encontrar el amor, Sophie escapa de todo lo bueno porque le da miedo crecer, los tres amigos buscan un balance entre la vida adulta y las ganas de desaparecer. Todo esto bajo el velo del amor y la adoración que uno tiene con sus mejores amigos.
La opera prima de Dan Levy nos recuerda que necesitamos más arte, narrativa y discurso en la cultura popular sobre lo que significa efectivamente metabolizar el dolor. Este tipo de películas no solo son una compañía para quienes atraviesan algo así, sino que traen también una enseñanza y un mensaje esperanzador para quienes viven con el constante terror a la pérdida.
Pese a que todas las experiencias y emociones son diferentes y personales, hay un sentido colectivo de comunidad dentro del arte que nos permite sentirnos menos solos. Cada toma de la película se siente como una palabra de amor, un abrazo de compresión por parte de Dan y el resto del elenco.
Para todo aquel que haya perdido a alguien de una forma u otra, para ese dolor que nos deja perdidos, para esas relaciones que se modificaron para siempre sin que estemos preparados -esta película es una carta de amor. Es un cálido recordatorio de que el dolor y el duelo están presentes y son necesarios en nuestros procesos, pero que siempre (siempre) debemos volver a nosotros para continuar.
