Controversial y desgarradora

Blonde: una película de terror sobre Marilyn Monroe disfrazada de biopic

Este miércoles llega a Netflix la esperada producción de Andrew Dominik protagonizada por Ana de Armas sobre el gran ícono de Hollywood.

por | Sep 28, 2022

Blonde: una película de terror sobre Marilyn Monroe disfrazada de biopic

Antes de entregarnos a su prosa turbulenta, la novela Blonde (2000) de Joyce Carol Oates abría con tres citas de las que se desprendían conceptos que salpicaban la totalidad de ese relato ficcional sobre la figura de Marilyn Monroe o, mejor dicho, la de Norma Jeane Mortenson. Entre ellas, una de Jean-Paul Sartre que es la llave para ingresar a un mundo tortuoso:

“La genialidad no es un don, sino la manera en que una persona inventa en circunstancias desesperadas”.

La clave está en el verbo inventar. Oates no solo concibió una obra ambiciosa sobre lo vacío que puede resultar el concepto de estrella: también se acercó a Norma Jeane con la seguridad de que ese otro nombre, ese Marilyn Monroe, no era más que una fantasía que englobaba muchas otras. Al ser nombrada de esa forma, adquiría un estatus de mito que distaba mucho de lo que sucedía bajo su fachada.

Más de dos décadas después de la publicación de la novela finalista del premio Pulitzer, llegó el realizador Andrew Dominik (Chopper, The Assassination of Jesse James by the Coward Robert Ford) con una adaptación extremadamente fiel al libro y, en consecuencia, con una película que se resiste a ser descrita como biopic desde su primera secuencia.

La fama como estado febril

Blonde: una película de terror sobre Marilyn Monroe disfrazada de biopic

Como la obra de Oates, Blonde (2022), disponible a partir de hoy en Netflix, no es una retrato clásico de Marilyn porque a su director y guionista no le interesa ni lo tradicional ni lo icónico. Por el contrario, Blonde derriba el mito y cumple a rajatabla con el material de base y el uso de la sinécdoque. De esta forma, su largometraje muestra el abandono de Norma Jeane en su niñez, sus comienzos como modelo pin-up, la fama que le llega en el impiadioso Hollywood de los 50 y 60, y sus vínculos románticos con el beisbolista Joe DiMaggio (Bobby Cannavale), con el dramaturgo Arthur Miller (Adrien Brody) y con “Cass” Chaplin (Xavier Samuel), a quien el director le dedica un importante tramo de su metraje para sentar posición: el tener un apellido reconocido es más una carga que un beneficio.

En contraposición, Cass le remarca a Marilyn que el no pertenecer a ningún lado le otorga una libertad para reinventarse constantemente. Lo que hace Dominik a posteriori es refutar esa sentencia del joven. Lejos de sentirse libre, Marilyn es perseguida por el fantasma de un padre del que tiene una sola imagen que se repite una y otra vez en su cabeza, y fantasea con un encuentro alimentado por ideas, conceptos, palabras, de su madre Gladys (Julianne Nicholson, extraordinaria).

Una secuencia de la película la muestra ingresando a una habitación de hotel luego de recibir una misiva. Norma Jeane -no Marilyn– piensa que su padre la está aguardando. Tras la proyección de Gentlemen Prefer Blondes (1953) de Howard Haws, Dominik acelera los aplausos para graficar cómo la protagonista prefiere adelantar ese momento (para ella, superficial) para que el abrazo con su papá se concrete con celeridad. El choque entre su deseo y lo que eventualmente obtiene (la visita de DiMaggio como una figura ominosa que sale de las sombras, evidente presagio del tormento que se viene) es la estructura narrativa de Blonde y lo que la hace tan dura de ver, tan agobiante.

Blonde: una película de terror sobre Marilyn Monroe disfrazada de biopic

Ana de Armas se entrega a la personificación de esa mujer con una vulnerabilidad tan fascinante como desgarradora, y nos muestra cómo ella estaba muy lejos de lo icónico, no le gustaba verse en pantalla, era profundamente insegura, y prefería resguardarse en la intimidad en la que acariciaba su panza cuando su anhelo de ser madre parecía haberse concretado.

En ciertos momentos, Blonde recuerda a Mulholland Dr. (2001) de David Lynch, otra película que se asemeja a un sueño febril sobre el costo de la fama, sobre la distorsión que genera el habitar un espacio de irrealidad abyecto, destructor. En Blonde, mientras es fotografiada, Marilyn ve a los paparazzi y a los fanáticos con los rostros deformados, es arrastrada al encuentro con John Fitzgerald Kennedy como si fuera un objeto, y su encuentro sexual es reproducido en una pantalla en la escena más controversial de la película.

En Blonde uno no encuentra a la Marilyn que tenía un gran timing cómico (la viñeta dedicada a Some Like It Hot está signada por las consecuencias de haber perdido un embarazo) ni tampoco a una versión idealizada de su figura. Dominik, con la pesadillesca banda sonora de Nick Cave y Warren Ellis, y una protagonista que va hasta lo más profundo en una interpretación memorable, concibe una obra de terror donde Norma Jeane intenta sobreponerse todo el tiempo a situaciones traumáticas. Desde las llamas del inicio, ese fulgor amenazante, hasta el ocaso del final, Blonde registra la soledad de una mujer y el rédito que muchos sacaron de ese perenne estadio.

Como se puede leer en la novela de Oates, Konstantin Stanislavski aseguraba que “en el círculo de luz de un foco escénico, rodeado de oscuridad, uno tiene la sensación de estar completamente solo… Esto es lo que se denomina ‘soledad en público’. Durante una representación (….) Siempre es posible encerrarse en este círculo como un caracol en su caparazón… Uno puedo llevarlo allí donde vaya”.

Dominik sigue a Norma Jeane como quien sigue a un ser desamparado, sin lugar donde refugiarse. Una presencia que se va desdibujando, errante, a la deriva.

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Milagros Amondaray

Más de 20 años de experiencia en crítica de cine y TV, redacción y edición editorial en medios digitales e impresos.