Alma pirata

One Piece – Temporada 1: La demostración de que las buenas historias perduran

La adaptación de Netflix es una celebración al manga y anime, y la demostración definitiva que los live action pueden ser algo más que copias baratas.

por | Sep 2, 2023

One Piece - Temporada 1: La demostración de que las buenas historias perduran

Luffy (Iñaki Godoy) tiene un sueño. Ser el rey de los piratas y el señor de los siete mares. Pero no será sencillo: tendrá que enfrentar a cientos de piratas, la persecución de la todopoderosa Marina y por si eso no fuera suficiente, un parentesco que le une a un hombre despiadado. La historia del anime de Eiichirō Oda llega en todo su esplendor inocente a la Netflix en versión live action. 

Pero también, hace algo más: con su estilo vivaz, lleno de buen humor e incluso, con varias decisiones narrativas cuestionables, demuestra que la condena de Netflix -que le hizo acumular fracasos en adaptaciones– finalmente llegó a su fin. La serie, con ocho capítulos, no solo es una obra sólida, independiente y que bien podría ser el principio de una saga amplia. También, es la oportunidad que la plataforma buscó por años de tener su propia IP redituable y capaz de competir con otras tantas franquicias de la cultura pop contemporánea. 

Por supuesto, se trata del triunfo que Netflix había añorado desde que comprendió que una saga capaz de ser explotada en dimensiones distintas, era la respuesta al desgaste en su modelo de negocios. El servicio de suscripción se obsesionó durante los últimos cinco años por encontrar un universo que desarrollar. Lo intentó con diversas adaptaciones más o menos exitosas, ninguna de las cuales sobrevivió a más de cinco temporadas. 

Persevera y triunfarás

También, con la célebre colección de novelas río The Witcher (2019-), que encontró un fracaso extraño y agridulce en su tercera temporada, deslucida, poco resaltante y cuyo único elemento a destacar, fue la despedida apresurada de su estrella principal. Con la producción de la ya anunciada cuarta temporada detenida de forma indefinida, no es muy probable que la producción sobreviva a la pérdida de su principal activo. Lo que llevó a Netflix a tratar de probar con un extremo en el que había tenido varios fracasos sucesivos: el anime.

No se trata de un escenario que se le dé bien a la productora. Cowboy Bebop (2021) fue un desastre en críticas y puesta en escena. En especial, cuando la historia de Hajime Yatate se convirtió en una serie de aventuras sin otro atractivo que parecerse visualmente a la versión animada. La serie fue atacada por los fanáticos más acérrimos y con razón: la plataforma convirtió un anime fundacional en una serie cualquiera de su amplio catálogo, con los mismos defectos, problemas y blanduras de otras tantas. Un error que le costó a la producción la indiferencia de la audiencia y después, la cancelación. 

De modo que el anuncio de una serie basada en el extenso mundo de One Piece (1999-) de Eiichirō Oda, preocupó y desconcertó. No solo se trata de una obra con más de mil capítulos a cuestas, sino con veinticuatro años de transmisión, docenas de sagas y cientos de arcos. ¿Cómo abarcar la amplitud de un escenario semejante? ¿Cómo construir un argumento que contuviera la sensibilidad, poder narrativo y el enorme corazón del original? En especial, en manos de Netflix, conocida por homogeneizar sus producciones y convertirlos en simples copias de algo más grande, la idea parecía cuesta arriba. Pero, ya sea porque aprendió de sus errores o porque el célebre mangaka Oda tomó la decisión de vigilar de cerca el proceso de creación, el resultado sorprendió. 

¡Al agua, piratas!

El live action de One Piece (2023-) no es solo divertido, bien construido y mejor narrado, sino que logra captar el espíritu de la original a la perfección. Desde sus primeros minutos, en que Gol D. Roger (Michael Dorman) es asesinado como una proclama política de la Marina, la acción transcurre en homenaje no solamente al anime. 

A la vez, el rápido argumento es tributo a los millones de fanáticos, la mayoría de ellos, seguidores del anime desde la niñez. El punto más sustancial de la producción es su capacidad para entablar un diálogo entre el material original y llevarlo a un medio, simplificando la historia pero sin hacerla menos significativa y amable. 

La adaptación recorre la Saga East Blue y sus cinco arcos principales, que incluye Romance Daw, Orange Town, Jarabe Arco Vila, Baratie y Parque Arco Arlong. Si duda, se ve obligado a sintetizar la mayor parte del argumento, pero el guion logra establecer un equilibrio entre lo que cuenta y lo que ignora, hasta resumir la trama de manera apropiada. One Piece de Netflix, es sustanciosa, llena de las mejores escenas del anime y tiene la habilidad de recorrer toda la información necesaria para contar lo imprescindible, sin dejar a un lado el hecho que proviene de un mundo mayor. 

Lo mejor es que, además, conserva toda su estética de baratillo, exagerada y florida, del anime, pero asimismo, sus recursos estéticos más elegantes y su sensible forma de comprender los sentimientos y el poder emocional del relato del que proviene. One Piece es una obra de arte no por sus puntos altos, que los tiene y son dignos de alabarse, sino por saber lidiar con lo que no podrá hacer. La serie no intenta reconstruir el anime, hacer a Luffy o a su tripulación menos extraordinaria en sus dones y comportamiento, sino que le brinda un lugar en el cual existir. Un mundo a su medida que se hace más hermoso y emocional a medida que avanza la historia. 

Pero Luffy no sería nada sin su tripulación. Nami (Emily Rudd) llega a su adaptación con toda su angustiosa y tortuosa angustia existencial intacta. Lo mismo que Koby (Morgan Davis), fiel a sus sueños pero antes que nada, a sus amigos. Zoro (Mackenyu) tiene la misma energía brusca e impaciente de su contraparte en el anime. Por otro lado, Usopp (Jacob Gibson) es una alegoría amable a la torpeza bienintencionada. Y por último, Sanji (Taz Skylar) logra imbuir a su personaje con toda la fuerza y energía seductora de la versión en papel. 

One Piece triunfa porque aunque sabe que debe modificar un relato más complejo, logra captar con cuidado lo que lo identifica. Lo que, además, permite a la serie tener su propia identidad. Más que una adaptación, One Piece es una celebración al corazón del anime. Su mayor atributo. 

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