Un luto impensado

El duelo y el amor en la cultura pop: la gran lección de “And Just Like That” de HBO

La secuela de "Sex and the City" es un acercamiento sincero y frontal al duelo en su primera temporada. Una perspectiva inesperada que le brinda valor.

por | Jun 20, 2023

El duelo y el amor en la cultura pop: la gran lección de "And Just Like That" de HBO

Carrie (Sarah Jessica Parker) está de pie frente a su enorme armario de zapatos, buscando el par correcto para la ocasión. Echa una mirada a la derecha y además de los Manolos y los Dior, también hay una caja. Se tratan de las cenizas de John James Preston (Chris Noth), mejor conocido como Mr. Big y su esposo al comienzo de la serie And Just Like That… (2021-) de HBO.

Su repentina muerte cambió el rumbo del reinicio de la icónica serie y también, tocó un punto de considerable interés: el luto. Un tópico que pocas veces se explora con la sobriedad con que la producción lo hizo y que, de hecho, no forma parte de la mayoría de los argumentos televisivos. 

Sex and the City

La serie original de Darren Star, que se transmitió con un éxito contundente desde el 6 de junio de 1998 hasta el 22 de febrero del 2004, fue considerada, la mayoría de las veces, frívola y superficial. También, una exploración simple acerca de mujeres en apariencia complejas.

Pero en realidad, la historia, convertida en un fenómeno de masas, es mucho más que las aventuras y desventuras de la soltera Carrie en una Nueva York de ensueño. Fue una de las primeras en profundizar en la sexualidad femenina sin caer en truculencias o fantasías masculinas. A la vez, una pionera en analizar a sus mujeres como algo más que partes accesorias de una historia central.

Miranda (Cynthia Nixon), Charlotte (Kristin Davis), Samantha (Kim Cattrall) y en especial Carrie, eran el núcleo de conflictos propios, contemporáneos y desinhibidos. Muy alejados de los estereotipos de la industria, el argumento franco y valiente sobre temas como el sexo, las relaciones, la moda y la vida, sorprendió, escandalizó y deslumbró. 

Por lo que su regreso, después de casi veinte años de su estreno, incómodo a sus seguidores y provocó algunas preguntas sobre la vigencia de su historia en una cultura en que ya las mujeres poderosas, honestas y frontales, no son una novedad. Que incluso la audaz Samantha podría parecer uno de tantos personajes ávidos de sexo e incluso, juzgado por su necesidad de atención masculina.

¿Tenía que aportar algo Carrie y su grupo a una generación que creció a su sombra y superó sus lecciones en la pantalla pequeña? Lo tenía, pero de ninguna forma, desde el punto de vista que la mayoría del público lo esperaba. 

El dolor, la muerte y la madurez femenina 

La muerte del gran amor de Carrie se afronta desde un punto de vista descarnado, crudo y dolorosamente bello. La que fuera símbolo e ideal de buena parte de las mujeres de los años noventa, era un personaje que afrontaba una madurez plena y radiante.

Por lo que el fallecimiento del hombre al que amó y en la que basó su concepto de búsqueda del gran romance moderno, fue algo más que un giro dramático del guion. Se trató del final de una etapa y a la vez, una perspectiva angustiosa acerca de la ausencia.

Carrie, desconcertada y dolida, vaga por un departamento enorme, llevando entre los brazos la caja con las cenizas de Big. Habla en plural — “no pertenecemos aquí”, le susurra en un momento especialmente dramático — y se aferra al objeto como una mirada a lo que fue una etapa de su vida. Una que culminó, irrecuperable y rota. 

El guion no oculta el vivo dolor de la reciente viuda. La serie — en especial, sus primeros capítulos — no son solo una mirada profunda al sufrimiento espiritual y moral de una pérdida imprevisible y devastadora. Además, es una reflexión sentida y sin cortapisas sobre el miedo, el duelo y el miedo que subyace bajo la angustia existencial. Con un tono sincero y emocional, Carrie recorre abismo privado que ocasionó la muerte y sus inmediatas implicaciones. 

Más interesante aún: se plantea interrogantes sobre la naturaleza del dolor y sobre todo, esa profunda necesidad de comprendernos y sobrevivir al sufrimiento, en medio de una crisis vital especialmente dura. Una y otra vez, el argumento — que no intenta convertirse en algo más de lo que siempre fue ni, tampoco, en un alegato moral — muestra la desolación de Carrie con la misma franqueza con que, hace veinte años, hablaba de sexo, métodos anticonceptivos y el amor libre.

Para la columnista más conocida de la cultura pop de la última década del siglo XX, la muerte era un misterio humano. Una herida abierta a la que brindó su perspectiva amable y sensible. Carrie se mira a sí misma como parte de una idea mucho más grande a la cual sobrevive y además, forma parte de su futuro. A pesar de su vulnerabilidad emocional, plantea la idea de la esperanza que se impone a la tragedia y sobre todo, el poder del espíritu humano para enfrentarse a la desazón.

Solo así, es el sufrimiento real 

La serie And Just Like That… evoca las raíces del dolor — la vulnerabilidad de no comprender la mortalidad de quienes amamos y la propia — y el lento descenso a los infiernos que puede provocar cualquier luto. De hecho, también plantea, que un fallecimiento, en ocasiones, es mucho más que la ausencia física.

Es un replanteamiento a trazos forzados sobre nuestra propia vida y la capacidad que tenemos para enumerar los dolores personales y confusos que parecen de pronto hacerse más claros y evidentes luego de la tragedia. A través de Carrie, la analiza el tema desde una perspectiva fresca y directa. Medita sobre las implicaciones del luto y la angustia, mezcladas con sentimientos mucho menos comprensibles como la amargura y la decepción. 

En clave de reflexión personal, la producción se hace preguntas pertinentes sobre el vacío existencial. “¿Cómo puedo vivir?”, se cuestiona Carrie, sin dramatismos. ¿Cómo puede luchar contra su recuerdo y su enorme influencia sobre su presente y futuro? Una mirada a la ausencia desde el desconcierto y el miedo sempiterno de comprender nuestra identidad.

No obstante, And Just Like That… no se regodea en la angustia y las cientos de implicaciones del duelo, sino que convierte en una alegoría extrañamente sincera y humana, sobre el luto y más allá de eso, la manera en que podemos afrontar nuestras peores tragedias. Un acierto al hilvanar los vínculos emocionales y personales como una especie de espiral interminable que sustenta la identidad.

Exquisita, por momentos irritantes, pero siempre con la capacidad de cautivar intacta de la serie original, And Just Like That… conmueve por su necesidad de comprender el luto desde sentimientos tan dispares como la ira y la sátira. No se trata de una visión tradicional sobre la muerte ni busca serlo. De hecho, la misma Carrie, asume la noción de la pérdida basada en la necesidad de encarar la soledad. Una forma de esperanza, quizás.

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