Ser adolescente es difícil. Siempre lo es. No importa en dónde crezcas, cuál sea el contexto, o en qué momento de la historia reciente te pasen las cosas. La adolescencia es complicada, dramática y todo se vive con una intensidad desmedida e incomprendida por los adultos. Derry Girls (201-2022) entendió esto a la perfección, y nos regaló uno de los retratos definitivos sobre esta etapa en la pantalla.
Pero en donde la serie se separa del resto, se distingue, es que pudiendo ser un melodrama teñido por lo sociopolítico, es una comedia hilarante y con personajes muy distintos entre sí, pero que son parte de lo mismo, que sienten las cosas de la misma manera. Son adolescentes hechos y derechos, con todos los clichés que nos atravesaron a nosotros. Pero lo son en Irlanda del Norte en la década del ‘90, y mientras los protagonistas se preocupan por un concierto o el drama de la semana en la escuela, los enfrentamientos armados son moneda corriente.
Todo al mismo tiempo
Creada por Lisa McGee, la serie no se centra en lo que pasaba en la época en Derry. Los controles militares están allí, las noticias hablan sobre los atentados, los enfrentamientos, y se muestra cómo “Los Problemas” (denominación oficial del conflicto armado de Irlanda) forman parte de la realidad de los habitantes.
Pero la vida de todos los que están allí sigue, por supuesto que condicionada por esto, pero no se detiene. Los protagonistas de esta serie son cuatro chicas nacidas y criadas en este contexto, y el primo inglés de una de ellas. Para Erin, Orla, Claire y Michelle, esta realidad es la única que conocen. Crecieron con eso, por lo que su vida, y en consecuencia la serie, no va a estar enfocada en esto, sino cómo navegan sus años formativos en medio de todo ese tumulto.
Por supuesto que la realidad condiciona cómo viven y lo que pueden hacer, pero jamás es el foco, es más bien el marco en el que transcurre la historia. Sin dejar de lado la realidad de la época y la gravedad del conflicto, Derry Girls consigue ser una comedia de principio a fin en la que las risas no van en detrimento del retrato del conflicto.
Más cerca del final que del principio
La serie tiene lugar en la década de los ‘90, cuando los enfrentamientos armados entre los Republicanos irlandeses y las Fuerzas leales del Úlster (del lado de los ingleses), estaban cerca de terminar luego de décadas de tensión y muertes.
La serie muestra los dos altos al fuego y la firma del tratado de paz de Viernes Santo, que le puso fin definitivo al conflicto. No soy una gran conocedora de esta etapa histórica ni mucho menos, pero lo brillante de Derry Girls es que no demanda que lo seas para comprender la gravedad de los sucesos y lo doloroso que era vivir con tal incertidumbre.
Al hacerlo además, no peca de solemne ni panfletario, muestra el día a día de familias que se ven afectadas de manera directa por los siglos de opresión inglesa, por los ataques paramilitares, y por un conflicto que dividió una nación e incontables familias.
El guión de McGee, responsable absoluta de esta serie, utiliza cada uno de estos detalles y el contexto en el que ella misma creció para reflejar la vida de los adolescentes allí.
También creo importante destacar que Derry es un punto neurálgico de Los Problemas, los sucesos del Domingo Sangriento (de los que habla la canción Sunday Bloody Sunday, de U2), ocurrieron allí. El 30 de enero de 1972, soldados británicos dispararon a 26 civiles desarmados que participaban de una marcha pacífica. 13 personas murieron en el momento, cuatro meses después murió otro hombre, como consecuencia directa de los disparos. Quedó registrado como el mayor número de civiles asesinados en un único ataque de todo el conflicto.
Lo mejor de dos mundos
Con todo esto McGee podría haber elegido contar un drama, hubiese tenido todo el material necesario, y sería un tratamiento, si se quiere, más apropiado, o al menos esperado, de este tipo de historias. Pero demostró que la comedia puede ser un género superior y que no por eso se tiene que dejar por fuera el drama, simplemente hay que saber cómo usarlo.
Esto es algo que impregna toda la serie, y aún así cada momento dramático nos toma completamente desprevenidos y con el corazón en la mano, porque cuando la tragedia llega, y sí que llega, lo hace de maneras dolorosas, crudas, pero sin necesidad de recurrir al morbo o al golpe bajo.
Una llamada de teléfono, un periodista que relata lo que pasó en la tele. El contexto no es ajeno en ningún momento, pero tampoco toma la delantera, cuando más se asoma. Como mucho, va a la par de la historia central, de esta coming of age maravillosa y colmada de personajes que son a la vez arquetipos y tridimensionales.
El primo inglés, James (Dylan Llewellyn), tiene que lidiar todos los días con ser inglés, algo que no está para nada bien visto en Derry. Tanto es así que tiene que estar en una escuela para mujeres porque temen por su integridad física si entra a la escuela católica de varones.
Este personaje es un ejemplo perfecto de cómo Derry Girls maneja los matices y las complejidades de este grupo. No puede evitar haber nacido en dónde nació, por supuesto que no, pero sirve para mostrar a través de la comedia el enojo y el reproche que hay hacia los ingleses (algo con lo que los argentinos y, si somos honestos, la mitad del planeta, nos podemos sentir identificados).
Los chistes sobre James y con James son perfectos, pero se sienten mejores por la gran actuación de Llewellyn, que va demostrando el crecimiento de su personaje y cómo se adapta a su nueva vida en Derry, por cómo se toma los comentarios sobre su nacionalidad.
Más que arquetipos
La rebelde, la mojigata, la creída, la perdida y el forastero. Estos modelos de personajes están presentes en casi todas las historias, al menos uno de ellos va a ser protagonista. Si aparecen estos cinco arquetipos, lo más probable es que te encuentres en un lugar lleno de clichés y lugares comunes. Pero esto no siempre es malo, porque cuando están bien utilizados funcionan, y acá lo hacen.
McGee usa estructuras con las que ya estamos familiarizados para crear a sus personajes, pero no se queda allí. Les da tridimensionalidad y un mundo propio del que se adueñan. Todo esto no solo es mérito de un guion milimétrico y hermoso, sino también de interpretaciones perfectas por parte de los actores.
Saoirse-Monica Jackson es Erin, la líder autoproclamada del grupo y una aspirante a escritora con una cara que parece de goma. A través de una expresividad bastante única (leí por ahí a alguien que la comparaba con Jim Carrey y debo decir que estoy de acuerdo), Jackson se pone en la piel de esta adolescente que por momentos es insufrible y se come el papel de la “inteligente” del grupo, que no la deja empatizar con lo que realmente pasa.
Pero a la vez, sus reacciones son completamente acordes a esa edad, porque a los 16 años, no hay nada más importante que lo que nos pasa a nosotros: tu país puede estar sumido en una crisis armada que lleva décadas, pero de alguna manera que el pibe que te guste se separe de la novia es lo más relevante que te puede pasar en la vida.
Erin es todo esto, y a la vez es entrañable, como todos los integrantes del grupo. Todas las Derry Girls (James incluido), pueden escapar del arquetipo central, de su papel de adolescente concentrado en sí mismo, para empatizar con los que los rodean, y sentir profundamente lo que pasa a su alrededor. Porque el conflicto armado no es central, pero sí es transversal a la historia.
Claire es interpretada por (Nicola Coughlan), muy conocida ahora por trabajar en Bridgerton (2020-), pero en Derry Girls demuestra que su talento para la comedia no tiene competencia. La estudiosa que tiene miedo de salirse de los estándares y las normas, y que está dispuesta a mandar al frente a sus amigos ante el más mínimo problema, pero que a la vez demuestra ser incondicional en los momentos que realmente cuentan. Sus exabruptos y casi ataques de pánico desatados ante el más mínimo inconveniente nunca dejan de ser graciosos, y Nicola los retrata de una manera brillante.
Michelle parece la más ansiosa por crecer, por conquistar algunos hitos que dominan las adolescencias a nivel global. Jamie-Lee O’Donnell se pone en la piel de la amiga que siempre va a tener una botella de alcohol de contrabando, que va a incitar a todos a hacer algo más que cuestionable, y la que va a cocinar scones locos (porque su mamá no tenía recetas de brownies y ella, ante todo, es resolutiva). Pero es más que una chica rebelde que gusta de todos pero enseguida se le pasa; es probablemente la más sensible de todas, y su persona pública la protege, a medida que avanza la trama nos vamos enterando, muy de a poco, por qué.
Y Orla, es simplemente Orla. La actriz Louisa Harland contó que después de darle vida al personaje, recibió muchas cartas de personas en el espectro autista que le agradecían por su interpretación, y cómo había construido un personaje representativo y que los hacía sentir vistos. En ningún momento de la serie se especifica si ella está en el espectro, percibe las cosas de manera distinta a los demás, las preocupaciones que aquejan a los otros no le llegan, y elige llevar a su abuelo al baile escolar porque escuchó que había que llevar al varón que le caía mejor, y ella no podía pensar en nadie que le cayera mejor que su abuelo. Así y todo, no es ajena a lo que le pasa a los demás, y siente todo de manera muy intensa y empática.
Olvidate de la vaca y el pollito
En las coming of age, los roles de adultos pueden ser complicados, muchas veces están a un costado. No son parte de la historia, simplemente tienen que ocupar el lugar designado de custodios de los protagonistas y poner algún que otro límite que ayude a que avance la trama.
No es el caso, acá los padres de Erin son claves para la serie. Mary (Tara Lynne O’Neill) y Gerry (Tommy Tiernan) ponen límites claros, pero también tienen una trama propia, sus historias cuentan y ellos son tan queribles como el resto de los personajes. Todo lo que ocurre en la casa de Erin y Orla, que son primas, es central.
Esta casa que jamás está en silencio y en la que pasan mil cosas, es el punto de encuentro de los protagonistas, pero también en dónde se dan muchas de las historias paralelas más interesantes, como la bronca desmedida que tiene el abuelo Joe (Ian McElhinney) con Gerry; o las líneas completamente demenciales e hilarantes de Sarah (Kathy Kiera Clarke), madre de Orla y tía de Erin.
No hay personaje en esta serie que no esté justificado, que no tenga algún tipo de profundidad, o que al menos, pueda ser explorado para un buen chiste. Pero sin dudas, el mejor personaje adulto, y posiblemente el mejor personaje de toda la serie, es la hermana Michael, la monja directora de Our Lady Immaculate College, una reina del sarcasmo y los comentarios ácidos que odia a los adolescentes, es fanática de Scorsese y reza para que Argentina meta goles.
Este rol le valió un BAFTA a Siobhán McSweeney y no solo se llevará laureles por esta serie, sino que también quedará grabada en la memoria como la actriz que le dio vida a uno de los mejores personajes de comedia escritos en la última década.
Con 24 episodios en total y completa en Netflix, Derry Girls es una de las mejores comedias que vieron la luz en un mar de ofertas de streaming, y una de las menos reconocidas. Espero que, si no la viste hasta ahora, esto te inspire a hacerlo. Y si ya lo hiciste, capaz es hora de volverla a ver, te prometo que vale la pena.
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