Pequeño gran héroe

Willow: La película de culto de George Lucas que probó su enorme valor

En honor al estreno de su secuela en Disney+ recordamos este hito de los ochenta y sus importantes aportes para la historia de la magia en el cine.

por | Nov 30, 2022

Nombrar a George Lucas nos lleva inmediatamente a batallas épicas en galaxias lejanas o a quizá a templos precolombinos explorados por un académico aventurero con un látigo en mano. Menos conocida por las nuevas generaciones es Willow (1988), película que aquellos que crecimos en los noventas encontramos incontables veces en televisión o algún rincón del videoclub de barrio. Fue una década en donde la fantasía se distinguía por efectos prácticos, mucho antes de que Peter Jackson reviviera al género y el mundo otra vez abrazara su magia.

El mundo que Lucas plantea en esta historia es simple pero rico, tan inmaculado como a la vez corrupto, el clásico cuento de hadas y escenario del camino del héroe. En el comienzo, se nos cuenta la profecía que augura el nacimiento de Elora, quien será responsable de la caída de la malvada reina bruja Bavmorda (Jean Marsh). Esto desata una cacería tras toda mujer embarazada del reino, pero un alma caritativa salva a esta bebé y logra que llegue a una aldea de gente pequeña, los Nelwyn. Para su suerte, la recibe la familia de Willow Ufgood (Warwick Davis), un joven granjero que aspira a ser un aprendiz de hechicero.

Enemies to Lovers

Como ya sabemos, el futuro de la nena está en el mundo de la gente alta, los Daikinis, por lo que a un dubitativo Willow se le encarga protegerla hasta encontrar a quien pueda hacerse responsable de ella. Lo que al comienzo parece ser un desastre, hace que su camino se cruce con el del caballero Madmartigan, un joven Val Kilmer que comenzaba a tener reconocimiento tras su paso por Top Secret! (1984) y Top Gun (1986).

Los choques entre ambos son inevitables, con el personaje de Kilmer siendo un truhan tan carismático como tramposo, y su química con es Davis excelente. Pero mejor aún fue su relación con Joanne Whalley, actriz que interpreta a Sorsha, primera oficial e hija de la reina Bavmorda. Enemigos mortales en un comienzo, eventualmente se enamoran, un romance que se consolidó también en la vida real, ya que Kilmer y Whalley se casaron al poco tiempo.

Un héroe hecho a medida

Con tan solo once años, Davis hizo su debut en Star Wars: Episode VI-  Return of the Jedi (1983) interpretando al entrañable ewok Wicket, ese pequeño oso espacial que acompaña a Leia (Carrie Fisher) en el bosque de Endor. Fisher comentó en alguna ocasión cómo trataba de cuidar del chico, ofreciéndole galletas o chocolatada entre tomas y asegurándose de que se sintiera cómodo en el rodaje. Esto no solo fue un gran comienzo para la carrera del actor, sino que en el transcurso de la filmación, George Lucas comenzaba no solo a planificar lo que en unos años sería Willow, sino que escribió a su personaje central pensando en Davis como su estrella.

Muchas fueron las comparaciones que se hicieron entre la obra principal de Lucas y Willow, ya que la estructura tanto como los temas que toca son parecidos. Ambas presentan a un chico común con un destino impensado, figuras místicas como sus guías y mercenarios que, a la hora de la verdad, demuestran su valía. Pero a diferencia de cómo a Luke lo acompaña su sable laser y la pesada herencia de su nombre, Willow es un hombre común, un héroe impensado. Solo tres bellotas mágicas parecen ser su arma, pero es su valentía lo que contagia al resto de sus acompañantes y gana su respeto. Willow es el héroe inesperado y por derecho propio, cuya finalidad es recordarnos que todos podemos marcar grandes diferencias si tenemos la determinación de hacer el bien.

La magia detrás de la leyenda

Resulta casi sorprendente pensar como muchas películas que hoy consideramos de culto fueron un fracaso de taquilla en su momento. Muy a pesar del impresionante trabajo creativo o la presencia de estrellas como David Bowie en Labyrinth (1986), la saturación de películas fantásticas hizo que se perdiera el interés en las mismas. En el caso de Willow, su paso por las salas de cine, sumado a malas críticas, le dio un pobre desempeño en la taquilla. Pero fue gracias al boca a boca y su llegada al VHS que con los años se ganó el amor del público y le otorgó el estatus de película de culto.

Así como Spielberg se encargó de la dirección de la saga de Indiana Jones, Lucas le confió la dirección de su nuevo filme a Ron Howard, quien para ese momento ya había ganado la atención del público gracias a Splash (1984) y Cocoon (1985). El encargado del soundtrack de esta última, James Horner, fue quien musicalizaría también esta historia fantástica. Quizá su tema principal no sea tan icónico como los de los más grandes éxitos de Lucasfilm, pero su melodía es entrañable y fácil de reconocer para aquellos a quienes la película haya mínimamente llamado la atención.

Con un guion que demandaba la presencia de poderes mágicos y criaturas fantásticas, el equipo de producción utilizó todo tipo de medios para traer la historia a la vida. Se pintaron a mano tanto los efectos de los hechizos como ciertas tomas panorámicas, combinándolas con la belleza de las locaciones de Gran Bretaña y Nueva Zelanda en donde se filmó la película. La compañía de Lucas, Industrial Light & Magic, una vez más tenía la oportunidad de lucirse en lo que respecta a los efectos especiales.

En el caso de las hadas y su reina Cherlindrea (Maria Holvoe) se filmó a las actrices con una sobreexposición a la luz y en cámara lenta, buscando enfatizar la sensación etérea de los personajes. También se crearon escenarios en escalas enormes o pequeños monstruos animatrónicos, utilizando luego la ayuda de una animación por computadora todavía en pañales para cambiar sus tamaños y convertir a estas bestias en enemigos gigantes o a los actores en pequeños duendes.

Pero sin duda el reto más grande fue el de las varias transformaciones de la hechicera Fin Raziel (Patricia Hayes), obligada a cambiar su forma a la de varios animales. Para estas secuencias se inventó una técnica llamada morphin, la cual eventualmente vimos en otras producciones como Terminator 2: Judgement Day (1991) o el video musical Black or White (1991) de Michael Jackson. Gracias a este avance tecnológico, Willow hizo historia en la era en que los efectos prácticos dieron lugar a nuevas herramientas para los narradores modernos.

Una nueva aventura

Si bien su secuela oficial es la trilogía de libros Chronicles of the Shadow War, coescrita también por Lucas, por décadas se mantuvieron los rumores sobre cómo esta historia continuaría en el cine. Efectivamente, Disney cumplió con el deseo de los fans, anunciando en 2020 que ya había en producción una serie para su plataforma de streaming. Estrenado durante la Star Wars Celebration 2022, el tráiler resultaba prometedor.

Allí nos reencontramos con un Willow más viejo y sabio, que aparentemente logró convertirse en el gran mago que siempre deseó ser. También vimos a Sorsha, ahora una reina, pero con la misma fiereza que en su juventud. Pero la gran duda fue, ¿cómo integrarán a la historia a Madmartigan y cúal es su destino? Es bien sabido que debido a una enfermedad Val Kilmer ya no está en condiciones de trabajar (lo cuenta en su documental) y su participación en Top Gun: Maverick (2022) probablemente sea la última.

La serie tiene un elenco muy diverso, respetando el espíritu de la original, ya que no hay que olvidar que es la producción con el número más grande de gente pequeña en pantalla, con hasta 240 actores trabajando en la película. Entre los personajes nuevos se nos presentará a Kit, la hija de Sorsha, que desesperadamente busca a su hermano gemelo. Por recomendación de su madre, su camino se cruza con el de Willow, con quien vivió una aventura inolvidable años atrás. ¿Pero igualmente memorable será la nueva serie para aquellos que crecimos amando a esta historia? Con los primeros dos episodios disponibles en Disney+, ya podemos partir hacia la aventura y verlo por nosotros mismos.

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Ro Tapias

Artista visual. Madre de dragones, gatos y un corgi. Hablo de cine, a veces demasiado.