Joel (Pedro Pascal) y Ellie (Bella Ramsey) continúan su camino. Luego de la muerte de Henry (Lamar Johnson) y Sam (Keivonn Woodard), el dolor se convierte en silencio. El guion de Craig Mazin analiza la devastación que dejó a su paso el asesinato y suicidio, como una larga sombra de pesares. ¿Quiénes somos después de una tragedia semejante? ¿Quiénes son los verdaderos sobrevivientes de este mundo apocalíptico en que matar o morir son decisiones que se toman a diario?
Si algo deja claro The Last of Us (2022-) de HBO, es la sensación que la desgracia siempre está muy cercana. Que es algo que puede desencadenar las más mínimas decisiones, los errores y equívocos. O solo, encontrarse en el momento y el lugar equivocado.
De modo que la niña y el hombre siguen su trayecto. El argumento juega con la idea inquietante e incluso, engañosa, de que será largo. Pero en realidad, se trata da una ruta a lo desconocido. The Last Of Us imita la atmósfera del juego en que Joel debe enfrentar el miedo a través de decisiones que le superan. Eso, mientras poco a poco, Ellie se convierte en su objetivo, en su propósito, en su vínculo con el mundo en escombros que le rodea.
Poco a poco, The Last of Us brinda a su historia los matices de una que crece y se extiende desde un centro vital. Que se enlaza con ideas más elaboradas que la mera supervivencia. Joel, que perdió una hija hace veinte años y con ella, cualquier impulso que no fuera mantenerse en pie, encuentra en Ellie una respuesta al futuro.
Pero la trama es lo suficientemente inteligente para no convertir a la niña en una sustituta de la fallecida. Mucho menos, en un giro argumental sensiblero. Joel está sufriendo, tanto como para que sus preguntas vitales e inmediatas cambien de tono. ¿Quiénes sobrevivimos a la muerte? ¿Por qué lo hacemos? De modo, que el camino sigue, ahora a pie, en pleno invierno, en mitad del frío y la sensación que el vínculo entre Ellie y su protector, se hace cada vez más profundo y afectuoso.
Un reencuentro largamente esperado
Joel, que admitió en el capítulo tres que sería “persistente” para encontrar a Tommy (Gabriel Luna), finalmente demuestra que no solo se trataban de palabras. El reencuentro, en un asentamiento en que la paz y la tranquilidad contrastan con la debacle de Kansas City, es emotivo. Para Joel, también se trata de recordar, de mirarse en el espejo de su hermano — ahora casado y alejado de cualquier actividad subversiva — y asumir el paso del tiempo.
Joel de pronto, descubre que las heridas son más dolorosas de lo que jamás admitió. En una escena en especial dura, la imagen de una mujer que parece reflejar la imagen de una Sara (Nico Parker) adulta, le hace perder el aliento. ¿Cuánto tiempo ha transcurrido desde que se permitió comprender la gravedad de su duelo? Craig Mazin, de nuevo, toma la decisión correcta en esta brillante adaptación que se mueve en lugares pocos usuales de dramas parecidos. Joel sufre, con una profundidad silenciosa que conmueve y en especial, con un reconocimiento de su fragilidad que deja en claro, que su personaje todavía tiene muchas facetas que contar.
Quizás, por eso sea tan importante la conversación que sostiene con Tommy sobre Las Luciérnagas y el destino final que podría esperar a Ellie. “No todo es tan sencillo como crear una cura y sanar”, insiste el hermano, descreído de todos los ideales que alguna vez le sostuvieron. “Es imposible, que de todas las personas, tú me digas eso”, responde Joel. Para Tommy, descubrir que la subversión en un mundo arrasado puede tener tintes traicioneros, resulta angustioso y abrumador. En especial, ahora que hay un secreto a cuestas que podría cambiarlo todo. “Solo la persona en que confías, puede traicionarte” insiste un personaje en tono ominoso y que parece describir lo que ocurrirá de ahora en más en la serie.
La sangre derramada y los terrores cumplidos
El capítulo culmina con una pequeña tragedia que deja claro, que la búsqueda de un lugar seguro, ahora se volverá desesperada. Un objetivo que, otra vez, engloba la vida y la muerte. Joel deberá afrontar lo imposible y devastador, para encontrar su lugar en el mundo. La redención que tanto aspira. Quizás, un momento de paz.
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