Luego de la muerte de su abusivo marido, Cora Seaborne (Clare Danes) decide abandonar su hogar en Londres para visitar los grises pantanos de Essex. Su pasión por la paleontología la lleva a indagar sobre qué hay detrás de los rumores de una bestia marina que supuestamente está aterrorizando al pueblo. La aldea se encuentra inmersa en la superstición, dependiendo en gran parte de su párroco local, Will Ransom (Tom Hiddleston), a la hora de brindar tranquilidad a sus habitantes. Hosco en su primer encuentro con Cora, con el tiempo tanto él como su esposa Stella (Clémence Poésy) forjan una profunda amistad con la forastera y su hijo, un lazo que -por parte de Will y Cora– comienza a mutar hacia un territorio que peligrosamente se aleja de lo platónico.
Basada en la novela homónima de Sarah Perry, The Essex Serpent (2022) es tanto una historia de misterio gótica-folk, como un típico romance victoriano, en donde las ideas del progreso, el socialismo y la independencia femenina van aflorando en la trama. Es así como el misterio sobrenatural pasa a convertirse en el puntapié que abre camino a que lentamente conozcamos a los personajes y sus pesares más a fondo, dándoles el tiempo necesario para respirar y que la química entre sus protagonistas se robe el show por completo.
La Cora de Danes es un huracán que lucha por dejar atrás su pasado y ocultar sus quebraduras, determinada a no someterse nunca más, mientras su entusiasmo por el academicismo le deja una sonrisa eterna en su rostro. Es inocente o negadora en otros aspectos, quizás su pensamiento moderno incluso se adapte hacia su definición del amor. Pero esta represión emocional con la que vive enriquece las tramas románticas que se forman alrededor suyo cuando Luke Garret (Frank Dillane), un arrogante y joven cirujano, queda cautivado por ella. Martha (Hayley Squires), sirvienta y amiga íntima de Cora, los observa mientras acalla sus propios sentimientos, enfocandose en su lucha por generar un cambio social. El personaje de Hiddleston sufre al no tener el mismo desarrollo que Cora, pero su talento le permite sacarle provecho al material, pasando de la condescendencia a la fragilidad con naturalidad, con la camara capturando con facilidad sus expresiones.
Pero Will Ransom tiene otra función además de ser el objeto de deseo. Sería simplificar la historia reducirla a un enfrentamiento entre la superstición y el pensamiento fáctico. The Essex Serpent nos recuerda que es en las posturas extremas en donde aparecen la paranoia y los conflictos. Ransom es el punto medio, párroco del pueblo, pero letrado en el corazón, con facilidad queda fascinado con las explicaciones de Cora sobre fósiles vivientes y lo que esconde la tierra bajo sus pies, tan digno de ser observado como el reino de los cielos. Por él recordamos que la espiritualidad y la ciencia pueden convivir, siendo estas nada más que las herramientas que usa el hombre para encontrar un sentido sobre el mundo que lo rodea.
Una cuestión de dirección
La impronta de Clio Barnard es muy clara, construyendo una atmosfera opresiva, muy a pesar de las tomas amplias de los páramos ingleses, con sus perpetuas nubes grises que parecen presagiar un monstruo, que no es más que un rumor, pero también una amenaza constante. Barnard sabe hacer uso de silencios que hablan más que mil palabras, de los pequeños pero contundentes gestos y los espacios, haciendo que la distancia entre los personajes dentro de una sola habitación puedan en ocasiones ser mínimas, un mundo entero solo habitado por dos, para momentos más tarde cambiar y convertiste en un abismo que los separa.
La estética de la serie está muy cuidada y su intro animada nos da la bienvenida con motivos naturalistas que parecen sacados de un tapiz de la época. La dirección de arte refleja esta elegancia en tanto el vestuario como sus escenarios, devolviéndole vida a la moda de la época, siempre tan placentera de ver en este tipo de producciones. Los escenarios naturales son tan impresionantes como las opulentas mansiones o el callado estudio de un religioso, donde colecciones de pequeños objetos y libros parecen haber ocupado esos estantes por años.
La paleta de colores tampoco pasa desapercibida. El vestuario de Cora en general lleva vibrantes rojos -si es que el color no la envuelve por completo-, reflejando una Londres distinta a cómo usualmente la vemos representada, colorida y llena de vida. Como antítesis aparece Stella, a quien el calmo azul primero la viste y luego rodea con más preponderancia, asfixiante a medida que pasan los capítulos. Mientras la pelirroja simboliza una pasión en general más académica que carnal, Stella se muestra calma y retraída. Se complementan, conviviendo como los rosas y turquesas de los surreales cielos que Barnard pinta sobre su Essex. Ahí en donde Cora parece vivir a flor de piel, pero cegada en sus lecturas de las emociones de buena parte de aquellos que la rodean, Stella sabe esconder su aguda percepción de las cosas. Pero las diferencias no las enfrentan, lo cual presenta una dinámica original, teniendo en cuenta que la serie es una isla en un mar de ficciones que muchas veces buscan el conflicto entre sus personajes femeninos, más cuando se trata de intenciones románticas.
The Essex Serpent es una historia dual, un relato de suspenso y misterio que, a la vez, da paso a explorar la relación compleja entre un ensamble de personajes encabezados por unos cautivantes Dunst y Hiddleston, que -entre tajantes primeros planos- protagonizan un romance digno de Jane Austen. A pesar de ciertas conveniencias narrativas que parecen apresurar los últimos tramos de la serie, el recorrido sin duda merece la pena.
La miniserie completa ya se encuentra disponible en la plataforma de streaming de Apple TV+
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