El pasado 26 de mayo, Hollywood (y el mundo) sufrían una gran pérdida. Ray Liotta falleció mientras dormía, en la República Dominicana. Se encontraba en el rodaje de Dangerous Waters, y estaba comprometido con otras producciones que gozarían de su participación. Liotta se fue sin poder despedirse de nadie, a tan solo sus 67 años de edad. Dejó atrás trabajos sin terminar, compromisos a los que no podrá asistir, una esposa y una hija, millones de fanáticos y una carrera más que considerable en el cine.

A lo largo de su vida, se pudo ver a Ray Liotta como una estrella diferente a las demás. Al día de hoy, resulta difícil encontrarle a este actor algún escándalo o siquiera situaciones comprometedoras. No es que todas las estrellas posean alguna, sino que es hasta llamativa la pasividad de una figura con la talla de Liotta. Todo lo contrario a la mayoría de los personajes que encarnó.

La carrera de Ray Liotta está caracterizada por personajes de camisa, corbata y saco de vestir, una mirada firme e imponente y una voz más que característica. Es decir, que en la filmografía del reconocido actor reina la figura del “hombre rudo”.  Para caracterizar este punto de vista, es necesario centrarse en su película más reconocida a nivel mundial: la epopeya del crimen organizado dirigida por Martin Scorsese, Goodfellas (1990).

Un mafioso para la historia

Robert De Niro y Joe Pesci acompañan a Ray Liotta en el relato de Goodfellas (1990), pero no comparten protagónico. La trama se centra en Liotta, o más precisamente, en Henry Hill. Basada en hechos reales, Martin Scorsese se centró en la historia del gángster homónimo que interpretó Liotta. Se trata de un personaje que, desde que tiene uso de razón, siempre quiso ser un gángster. Y quién mejor que Scorsese para retratar ese ascenso y su inminente caída.

Henry Hill es el personaje más icónico de Ray Liotta. Es simplemente un joven que quiere formar parte de la mafia y el crimen organizado. Poco a poco, se empieza a relacionar con un grupo mafioso local. Comienza a interactuar con ellos y a llevar a cabo lo que se conoce como las típicas “changas”. Deja de asistir al colegio, descuida a sus amigos y familia y se centra en su propia ambición de pertenecer al submundo criminal. Una vez adentro, es acompañado por el personaje de Joe Pesci, ambos bajo la tutela de Jimmy Conway (Robert De Niro) y dirigidos por Paul Cicero (Paul Sorvino).

De todos los personajes que interpretó Liotta en su carrera, sin lugar a dudas, este famoso gángster se gana el podio y todos los aplausos. Desde joven mafioso, pasando por su mejor momento como integrante de la mafia, hasta su lento declive y derrumbamiento. En esta película, se puede ver a un Ray Liotta que juega todo por su personaje y por encarnar un estilo de papel que será significativo a lo largo de toda su vida. Éste es el punto de partida de la estrella que conocemos.

La película de Scorsese configuró su quinta participación en el mundo del cine, como también su primer protagónico oficial. Empezó en Hollywood con un papel en The Lonely Lady (1983). Luego, en Something Wild (1986) compartió el protagonismo con Jeff Daniels, en Dominick and Eugene (1988) con Tom Hulce y Jamie Lee Curtis y en Field of Dreams (1989) trabajó junto a Kevin Costner. Su salto a la fama llegó de la mano del director italoamericano con su icónico papel en Goodfellas (1990).

Ray Liotta finalizó la década de los noventa con un total de once largometrajes. De todos ellos, se destacan sus roles en Unforgettable (1996) de John Dahl, Cop Land (1997) de James Mangold, Phoenix (1998) de Danny Cannon y Forever Mine (1999) de Paul Schrader. Se podría decir que Liotta es uno de esos intérpretes que construye su carrera a través de la elección de ciertos personajes que cumplen definidas características. En su caso, el ya nombrado “hombre rudo”.

Nace una estrella

En la década siguiente, Liotta expande a más no poder su filmografía. Desde el año 2000 al año 2009, el actor participó de un total de 26 largometrajes. De todos ellos, es fácil destacar sus trabajos en Hannibal (2001) de Ridley Scott (donde sería cuasi-decapitado), en el thriller psicológico Identity (2003) de James Mangold, The Last Shot (2004) de Jeff Nathanson y Even Money (2006), de Mark Ryddel. Tuvo su protagónico en Control (2004), apareció en Wild Hogs (2007) y se interpretó a sí mismo en la animada Bee Movie (2007).

Ya consagrado como una estrella, fueron películas como The River Murders (2011), The Entitled (2011), Killing Them Softly (2012), The Place Beyond the Pines (2012) y The Devil’s in the Details (2013) las que sellaron su figura como un actor respetable y con una fuerte pisada en Hollywood. Muchas veces, se vio al frente de papeles menores, donde solía robar el protagónico en cada escena que aparecía. Las demás veces, como protagonista, no hizo más que deleitar a una audiencia que esperaba ver una gran película de acción, suspenso o crimen, géneros predominantes en la carrera de Liotta.

Sus papeles en Marriage Story (2019), Hubie Halloween (2020), No Sudden Move (2021) y The Many Saints of Newark (2021) marcaron su carrera como los últimos roles que encarnó. Ray Liotta fue un actor con una marca personal característica, que permitió definirlo en un estilo puntual de personaje. Fue tal su capacidad como intérprete, que dejó en el cine personajes icónicos. Su figura será recordada para siempre, ya sea como un gángster noventoso, un policía complicado o un abogado que siempre busca ganar.