Una pinturita

Love, Death + Robots: Volumen 3 – cuando a la maquinaria no la mueven los chicos

Esta antología de Netflix volvió en una tercera temporada. En esta nota nos preguntamos ¿cómo influye la impronta visual en una historia animada?

por | Jun 25, 2022

Love, Death + Robots: Volumen 3 – cuando a la maquinaria no la mueven los chicos

Es el karma con el que la animación carga: un chiste en los Oscar sobre cómo los adultos solo consumen animación cuando son acompañantes obligados por sus hijos. También la falsa noción de que los alguna vez llamados dibujitos chinos ofrecen un contenido enfocado en captar solo a adolescentes rebeldes. Es un paso por el buen camino cuando un director de la talla de David Fincher elige este medio en particular para producir un proyecto. Por supuesto, al decir que la animación es un medio que los adultos pueden disfrutar no estamos descubriendo nada nuevo, pero quizá Hollywood podría recordarlo más a menudo.

Love, Death + Robots (2019- ) tomó nota de esto y entregó una gran primera temporada que destacaba por su variedad de tonos, estilos y calidad visual. Luego de una segunda temporada diez episodios más corta y regular en comparación, la serie regresó este pasado mayo y subió la apuesta. La fortaleza de la antología sin duda se encuentra en sus guiones sólidos y la diversidad de impronta visual. Algunos estilos funcionan mejor que otros, adecuándose al tono de cada historia, pero vale la pena analizar qué aportan para bien y mal sus diferencias.

In Vaulted Halls Entombed (2022) logra hacer homenaje a un autor que difícilmente fue adaptado en medios audiovisuales anteriormente, pero que mejor es no nombrar ya que eso sería un spoiler despiadado. El corto es bueno, pero pierde en la decisión de buscar un realismo inalcanzable. Nos recuerda lo acertado de la teoría del valle inquietante, esta idea de que las representaciones humanas más fehacientes se ven sin vida y causan rechazo. Hay casi un sinsentido en representar a actores hasta el punto de que sea difícil distinguir su imagen real de la animada, salvo por esa noción del supuesto virtuosismo asociado al arte hiperrealista que muchas veces termina distrayendo al espectador.

Como contrapunto podemos enfocarnos en la primera obra de animación dirigida por Fincher, Bad Travelling (2022), que busca un grado de realismo sin avergonzarse al darle un estilo más personal a la representación. Esto nos recuerda que justamente lo que estamos viendo es animación y no la ilusión de lo real, abrazando las fortalezas del medio y haciendo lo que el live action no puede. Siguiendo esta idea, The Very Pulse of the Machine (2022) es un corto que se siente refrescante al asemejarse a un dibujo tradicional, casi un cómic en movimiento. Con 2001: A Space Odyssey (1968) de Stanley Kubrick como un claro referente, seguimos a la astronauta Kivelson (Mackenzie Davis) en un viaje psicodélico de vida y muerte que explota las posibilidades visuales de la animación mientras propone una interesante reflexión filosófica.

La comedia no falta y esos episodios están ubicados de manera que den un respiro a la audiencia. El primer corto nos presenta a los tres simpáticos robots que conocimos en la primer temporada, únicos personajes en recibir una continuación a su historia. El sarcasmo con el que comentan el oscuro destino de la humanidad, cínicos turistas postapocalípticos, es una gran apertura. Igualmente inteligente, pero aún más sencillo es el autoexplicativo Night of the Mini Dead (2022), una invasión zombie capaz de entrar en el bolso de la dama y el bolsillo del caballero. Ambos cortos tienen una calidad que recuerda a producciones relacionadas a una audiencia más juvenil, sumándole ironía a los temas que toca.

En un gran final de temporada, encontramos a Jibaro (2022) de Alberto Mielgo, director, diseñador y escritor de The Witness (2019), corto de la primera temporada. Jibaro destaca por ser uno de esos casos en donde tanto la animación como el relato no solo están a la misma altura, sino que se potencian mutuamente, lo visual dando libertades a un guion que explora aquello que solo este arte puede hacer.

Sin necesidad de diálogos, la alegoría a la violación de tierras vírgenes y la explotación de los llamados nuevos mundos es evidente. Los anhelos de la criatura y el conquistador son distintos, pero se encuentran en una atracción mutua, los movimientos de cámara resaltando los de los personajes, basados en técnicas de baile contemporáneo. La historia es potente, trágica y conocida. Cada encuadre está tan meticulosamente pensado que poner pausa significa quedarse con una imagen bellamente compuesta.

Vale recordar que la imagen no necesita de sonido para decirnos algo. Cada elección visual que estos cortos toman tiene un sentido específico y hay que ser conscientes de la cantidad de decisiones que toman los artistas en cada obra. Quizás algunas ideas funcionen mejor que otras, pero la variedad de contenido, tanto narrativo como visual, es algo que siempre debemos celebrar y esta antología sin duda nos ofrece eso.

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Ro Tapias

Artista visual. Madre de dragones, gatos y un corgi. Hablo de cine, a veces demasiado.