Hermosa y vacía

Los Anillos de Poder – Temporada 2: la Tierra Media se acerca a la oscuridad

Más ambiciosa que la primera, la historia sigue los intentos de conquista de Sauron. Pero la serie falla en su ritmo y explora terrenos complicados.

por | Sep 6, 2024

La segunda temporada de El Señor de los Anillos: Los Anillos del Poder (2022-) comienza con un prólogo. Uno muy largo, extenso, detallado y levemente tedioso, que cuenta cómo Sauron (Charlie Vickers) fue traicionado y asesinado. Solo para renacer en la apariencia humana del hombre llamado Halbrand, que engañó hábilmente a Galadriel (Morfydd Clark).

En toda esta larga narración, una cosa queda claro. El mayor enemigo de los pueblos libres imaginados por Tolkien tiene un objetivo: el de dominar a todos los seres vivos. Y lo hará con todas las armas a su disposición, las del mundo terrenal y las del mundo invisible.

Ese es su recorrido lo largo de una nueva temporada, en la que la serie tiene una doble presión. Por un lado, lograr que sus tramas más complicadas sean, en lo posible, más llevaderas. Eso, para conducir a todos sus personajes a un propósito en común. Al otro extremo, mejorar su ritmo plácido mientras profundiza en un relato que se hace más enrevesado y denso.

En medio de ambas cosas, esta obra, que no adapta un texto directo de Tolkien, pero intenta insuflar su espíritu a la trama, necesita tener identidad. Lo que se traduce en ser algo más que clichés, paisajes extraordinarios y un cúmulo de razas asombrosas, conviviendo en un mismo escenario.

La segunda temporada, al menos, es más ambiciosa. Hay más tramas que explorar y mejores formas de hacerlo. Y sin duda, es más tenebrosa que su optimista e infantil primera entrega. Pero la vuelta de tuerca hacia la oscuridad — que les atará a todos al Anillo Único — no es suficiente para que una historia que, por momentos, parece sin alma encuentre su lugar.

Claro, es evidente que reinventar la obra del autor británico nunca fue tarea fácil. Pero la producción lo hace, incluso, con menos entusiasmo del requerido y, en sus peores momentos, dejándose llevar por lo fastuoso, sin brindar vida e interés a lo que muestra.

Una cuestión de origen 

Por supuesto, Prime Video no las ha tenido todas consigo en su reinvención de la Tierra Media. Competir con el recuerdo de la Trilogía del Anillo dirigida por Peter Jackson no solo es complejo  — eso, por descontado — sino que abarca docenas de situaciones distintas. Desde cómo contar la fantasía épica hasta la estética.

Por lo que la serie insigne de la plataforma debía encontrar, al menos, un terreno novedoso que mostrar. Y lo hizo en forma de una precuela, que analiza historias que no puede completar debido a derechos de autor, ni tampoco puede explorar sin chocar con otras tantas visiones Tolkianas. El resultado es un escenario cada vez más difícil de remontar que no mejora en la segunda temporada.

Y eso se debe, en esencia, a que los showrunners J.D. Payne y Patrick McKay siguen batallando con los mismos puntos flojos. Mientras los personajes van de un lado a otro en la nunca más hermosa Tierra Media, el guion tiene verdaderos problemas al explicar por qué eso es importante.

¿Qué importa el enfrentamiento entre Elrond (Robert Aramayo) y Galadriel por la forja de Tres Anillos mágicos? ¿Cuál es la importancia real de seguir el viaje de los Pelosos — ancestros de los Hobbits — a la Tierra del Este, en compañía de un hombre que podría o no ser el querido Gandalf?

Poco a poco, la serie encuentra un punto elemental que debe manejar y todavía no halla el modo, entre los cientos de referencias, palabras, idiomas y circunstancias que deben tomar en cuenta para que su historia funcione.

Porque de hecho, a menos que el televidente sea fanático de Tolkien — y no todos los que sintonizan la serie podrían serlo — la mitad de las situaciones pueden resultar brumosas o confusas. Eso, debido a que el argumento es incapaz de ordenar la miríada de datos a su disposición de una forma coherente.

De la belleza peninsular de Númenor al reino enano de Khazad-dûm, pasando por el dominio de los Elfos. Todo es hermoso a la vista, pero inútil al momento de encajar hechos y situaciones que hagan avanzar la trama.

Para la segunda temporada, el dilema sobre qué hacer con el conocimiento de que Sauron está vivo — y en activo — corroe a Galadriel. Y los mejores momentos de la producción son justamente cuando se aleja de recitar nombres, situaciones y mitos, para centrarse en la psicología de sus personajes.

Todo lo que se atiene a las sombras que acechan la Tierra Media, reviste un considerable interés y es el elemento más fuerte de la producción. Pero de inmediato, el guion parece tener la necesidad de complacer a los acérrimos fanáticos, por lo que entra en el imaginario de Tolkien, con toda la buena intención pero sin ninguna habilidad. 

Un camino que no lleva a ninguna parte 

De hecho, lo que más se lamenta de la nueva temporada de la serie es que hay poco que mostrar de ella. O en cualquier caso, poco que ofrecer a lo que ya mostró. Celebrimbor (Charles Edwards) es lo mejor de una temporada signada por la ineptitud del guion para dar mayor espacio, sentido y emoción a sus personajes. Pero el herrero de los elfos brilla en toda su trágica caída al desastre. 

Por otro lado, los sucesos en el reino de los enanos siguen siendo más una excusa para explorar en la mitología literaria, que realmente un punto a tener en cuenta de lo que se avecina. Por lo que el argumento se hace blando, al brindar un alivio cómico en la forma de Durin (Owain Arthur) y su esposa Disa (Sophia Nomvete).

El otrora príncipe heredero, ahora se encuentra excluido de los asuntos más importantes del reino. Y, sin embargo, ni el anuncio de esa ruptura — esencial para entender lo que viene más adelante —es más interesante que la oportunidad de reír o distender la tensión.

Por supuesto, esta es una historia de Tolkien y toda su grandeza subyace incluso a la ineficacia del argumento, cortado a la medida para jugar con la nostalgia y las buenas intenciones del público. Para sus últimos capítulos, la serie asume su lugar como obra épica y regala las tres mejores escenas de batalla hasta ahora en su historia.

Pero la inevitable pregunta — la misma que se hace el pueblo de la Tierra Media, en medio del horror — es si es suficiente para salvar la luz en medio del desastre. Un elemento que podría definir esta temporada desigual y decepcionante. 

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