Esta semana Max estrena la nueva temporada de Hacks (2021-), uno de sus últimos caballitos de batalla en el género de comedia que viene de acumular varios premios y nominaciones por tres temporadas consecutivas. La lista incluye los últimos premios Emmy y Golden Globes, donde se alzó con las estatuillas a Mejor Comedia y Mejor Actriz (por tercer año consecutivo para Jean Smart). Con el estreno de dos episodios el 10 de abril y entregas semanales hasta finales de mayo, esta nueva temporada nos presenta a nuestras dos protagonistas enfrentadas entre sí (otra vez) y listas para un nuevo desafío.
Pero retrocedamos un poco: ¿De qué se trata Hacks y por qué deberíamos verla? La serie comienza con Deborah Vance (Jean Smart), una legendaria cómica de Las Vegas, que se encuentra en decadencia y se ve obligada a reinventarse para evitar perder su contrato con un reconocido hotel de la ciudad. Para eso, su agente la contacta con Ava Daniels (Hannah Einbinder), una joven guionista recientemente cancelada por unos twits polémicos, para que la ayude a aggionarse.
En los papeles, todo parece perfecto, pero en la realidad la difícil personalidad de Deborah y la mala predisposición de Ava van a llevarlas a chocar una y otra vez. A lo largo de las primeras tres temporadas las vimos amigarse y volver a pelear, crear y destruir lazos entre ellas y con otros. Sin embargo, algo que no parece cambiar nunca es que, profesionalmente, juntas son un éxito.

Desde un comienzo Hacks se destacó por el contraste entre el humor tradicional, políticamente incorrecto de Deborah y el aporte de Ava, una millennial que viene a desarmarle las estructuras sobre el feminismo, la sexualidad y tantos otros temas. Sin embargo, Deborah también deja su impronta en su joven compañera, haciendo que la serie no caiga en una ridiculización de los baby boomers, sino sea más bien un constante tira y afloja que deja al descubierto las contradicciones y sinsentidos de cada generación.
Más allá de eso, la maravillosa interpretación de Jean Smart nos permite conocer a una Deborah que es cínica, irónica, que se las cree todas, pero también tiene su vulnerabilidad y sus batallas internas. Una mujer en sus setenta que vive plenamente su sexualidad, tiene proyectos y se entrega de lleno a nuevos desafíos. Pero que también sabe, porque la experiencia se lo ha demostrado, que tiene que caminar una línea muy fina y estar siempre cuidándose las espaldas, porque la industria del humor y la televisión son implacables con las mujeres que cometen el pecado de envejecer.
Inspirada en una generación de cómicas que tuvieron que hacerse lugar a base de tener la sangre fría y saber comportarse de forma calculadora cuando fuera necesario, no se puede permanecer impávido ante la performance de Smart. Hay que amarla, odiarla o quizás ambas cosas a la vez.

Si la primera temporada se centraba en reconquistar un público que parecía aburrido de la misma Deborah de siempre, la segunda significó una ruptura total. Viviendo juntas de gira, Deborah y Ava construyen un nuevo acto centrado en la historia personal de la cómica y lo que significó para ella alcanzar el estrellato en la industria en un momento de la historia en que había un cupo femenino implícito. Y en el que ser mujer significaba elegir entre éxito profesional y una vida privada, así como estar siempre atenta ante los avances indeseados (cualquier similitud con el día de hoy es pura coincidencia).
La tercera temporada volvió a juntar a nuestras protagonistas, que habían tomado caminos diferentes tras el triunfo del especial televisivo basado en este nuevo acto. Y ahora están listas para un nuevo desafío: cumplir el anhelado sueño de Deborah de tener un Late Night show. Después de idas y venidas, enfrentamientos con agentes, directores y oponentes, la temporada terminó con la confirmación de ese gran deseo.
Pero también con un nuevo conflicto entre Ava y Deborah que seguramente va a dar lugar a más de una pelea mientras intentan trabajar juntas una vez más. Sin embargo, para quienes las hemos seguido a lo largo de las temporadas, no nos queda duda que ellas trabajan mejor cuando son movidas por el odio que cada una tiene hacia la otra.
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