Si bien el drama se hizo presente desde un primer momento, la masacre de Genosha que ocurrió en el quinto episodio de X-Men ’97 (2024-) marcó un cambio de tono con respecto a la primera mitad de esta nueva serie. El registro algo inocentón y melodramático con picos cada vez más altos de tragedia fue mutando naturalmente a un tono sombrío y desesperanzador.

Esta progresión recuerda a aquella que se dio en la historia de los cómics estadounidenses en la década del ochenta, cuando se empezaron a abordar de manera deliberada algunas temáticas que ya existían en estas historias, pero nunca habían tenido un abordaje con la complejidad que merecían. Hay un ejemplo de esto en un arco secundario que se desarrolla en este episodio.

Júbilo y Roberto van a visitar la familia de este, para que le cuente a su madre que es un mutante. La reacción de la madre es que mantenga su identidad en secreto, lo que hace pensar en una persona queer que debe lidiar con la vergüenza y los prejuicios de su propia familia, pero a la vez encuentra en los X-Men una comunidad que lo integra y le otorga identidad. 

Eso es lo que sucedió con la etapa de X-Men de Chris Claremont, cuando la alegoría de la discriminación hacia las minorías que los mutantes representaban comenzó a hacerse más evidente. En los cómics de los años ochenta, los lectores que venían siguiendo las aventuras de sus personajes favoritos semana a semana se encontraban con que las cosas se estaban saliendo de control, y el futuro distópico en el que los mutantes eran perseguidos y exterminados estaba más cerca de la realidad que de la hipótesis.

Una historia cíclica

X-Men ’97 está recreando exactamente ese momento paradigmático para la historia de los cómics en general, que llegó a su pico en obras como Watchmen (1986-1987), empezando a cuestionar los propios patrones del género. Este tono de historias pocas veces ha sido adaptado a la pantalla con la intensidad de las obras originales. Por eso llama la atención que, de un modo cercano a esas obras maestras que revolucionaron a los superhéroes, en su séptimo capítulo X-Men ‘97 desarrolla con maestría la desolación que sigue a la tragedia.

Es un episodio marcado por el duelo que dejaron los personajes abatidos en el quinto episodio, particularmente Gambito y Madelyne. Y es un episodio en el que los mutantes están considerando con seriedad mostrar una actitud más violenta ante la intolerancia que han recibido por parte de la humanidad, estando más del lado de Magneto que de la resistencia pacífica de Xavier. Esta dicotomía se ve claramente en la actitud de Bestia y de Rogue, que están totalmente desmoralizados después de la situación en Genosha. 

Si hasta ahora el guion de la serie se había destacado a nivel estructural y argumental, este episodio lleva a la perfección otra dimensión de la escritura: los diálogos, que ahora están más afilados y poéticos que nunca. La primera mitad de la serie nos había recordado el poder de los cómics clásicos de superhéroes para plantearnos grandes interrogantes.

Este episodio, al igual que las grandes historias que funcionaron como una crítica del género, deconstruye dos grandes imposiciones dentro de la lógica de los superhéroes: la idea de que los superhéroes no deben morir, y la idea de que los superhéroes no deben matar.

Un duelo llevado al límite

Así, la muerte marca este episodio, que empieza con el funeral de Gambito, instalando el ambiente desolador y oscuro que se va a mantener hasta el final. La muerte de Gambito ha tenido un impacto enorme en Rogue, y por eso la vemos en su momento de mayor crisis y desesperación. Pero esa desesperación se transforma en violencia y acción, y ella decide buscar a Gyrich y a Trask para hacer justicia por mano propia, mostrando su versión más violenta y empoderada.

Este es otro caso del tropo del personaje femenino que se radicaliza ante una situación extrema de desolación, que en el MCU tuvo su paradigma en la figura de Wanda en Doctor Strange and the Multiverse of Madness, pero tuvo su exponente más famoso en la saga del Fenix Oscuro de Jean Grey. El cual va a tener probablemente una continuación en episodios posteriores, tomando en cuenta la importancia que se le está dando en las imágenes de apertura del episodio.    

Otro elemento típico de los cómics y de algunas series animadas clásicas que X-Men ’97 está incorporando de a poco es la libre aparición de otros personajes del universo de Marvel, incluso algunos muy conocidos. Así en esta ocasión aparece una base militar capaz de contener a Hulk, en la que se encuentra el general Ross. Allí también aparece el Capitán América, que tiene un encontronazo con Rogue. Ellos son el nexo que le va a permitir a la mutante llegar hasta Gyrich, el proxy de la masacre de Genosha, y absorber sus memorias.

Momentos después, un hombre misterioso -un colaborador de Siniestro– asesina a Gyrich. Luego vemos el proceso de reconstrucción de Genosha, a cargo del resto del equipo X. En ese momento Trask, otro de los sospechosos del atentado, se comunica con ellos y les cuenta que está en Madripoor.

Este país gobernado por corporaciones fraudulentas es otro de los conceptos de Chris Claremont que no llegó a adaptarse en la serie original, y ya tuvo su versión en el MCU en la serie de Falcon and the Winter Soldier (2021).

Allí los X-Men se enteran de que Siniestro, en conjunto con una extraña organización llamada OZT, está desarrollando una nueva tecnología para construir Centinelas, incluso más poderosos que aquel que destruyó Genosha.

Acá es cuando sucede un momento trascendental para la historia de los X-Men. Rogue interroga a Trask para sacarle información acerca del programa. En un paralelismo con Oppenheimer que se hace evidente en los diálogos, Trask está arrepentido de lo que hizo y al borde del suicidio.

Rogue lo extorsiona para sacarle información, pero el magnate y científico se resiste, o simplemente no tiene nada que decir. Ante esta situación Rogue termina asesinándolo, arrojándolo de un edificio a gran altura.

Esta es la primera vez en la que vemos el problema ético real de superhéroes asesinando villanos dentro de la serie. Los límites de la justicia por mano propia es uno de los temas recurrentes de las ficciones que critican a los superhéroes, y acá está abordado con mucha naturalidad.  

Pero la muerte de Trask detona un mecanismo que lo convierte en un híbrido humano-centinela, otro nuevo concepto para la serie, que fue introducido en los cómics en etapas más moderna. A la aparición de este Centinela Prime se le suma la secuencia final en la que Cable hace una nueva aparición, revelándose ante Jean, que ve a quien ella siente como su hijo por primera vez. Cable revela que la verdadera amenaza a la que se tendrán que enfrentar es Bastion, otro villano que es introducido por primera vez y que tiene secuestrado a Magneto.

La aparición de Bastion nos adelanta el arco argumental final que va a tener lugar en los últimos tres episodios, que ya se sabe que va a estar basado en un evento ficcional que tuvo lugar en los cómics a finales de los noventa, llamado Operation: Zero Tolerance. A eso hace referencia las siglas OZT que son mencionadas con anterioridad. También ante esa revelación se confirma que era Bastion el hombre misterioso que había asesinado a Gyrich.  

De cara al final

Que hayan elegido ese arco para adaptar es interesante, curioso y hasta un poco aterrador, por varios motivos. En primer lugar, porque hasta ahora no ha sido muy explotado en adaptaciones, ya que pertenece a una etapa decadente de los X-Men y los cómics en general, con la editorial Marvel recuperándose después de una bancarrota y buscando reinventar conceptos que a esa altura ya se habían explorado bastante.

En segundo lugar, porque al pertenecer a esa época de los cómics también representa otro paso en el recorrido por la historia del género de los superhéroes. Esa oscuridad, o supuesta “madurez” que en los cómics tuvo su pico en los ochenta, en los noventa terminó derivando en un cliché, o en una exageración de los temas violentos y sexuales que son supuestamente lo que caracteriza a un abordaje “adulto” de los superhéroes, pero en realidad parte de ideas inmaduras de lo que representa la adultez.

Si X-Men ‘97 está dando paso a ese nuevo estadio, probablemente tengamos una dosis de extremismo noventoso en el próximo episodio. Pase lo que pase, X-Men ‘97 sigue encontrando maneras de superarse y mostrarnos un matiz nuevo cada semana. Por eso no cabe duda de que, en un escenario en el que tanto Magneto como Xavier van a volver al ruedo, la extinción mutante es inminente y hay viajeros del futuro involucrados, lo que se viene en los próximos episodios va a ser como mínimo impactante y trascendental.