Para quienes siguen la carrera de Ryan Murphy desde que saltó a la fama con Glee (2009-2015), o para los acérrimos fans que lo acompañan desde la menos mainstream Nip/Tuck (2003-2010), el giro que ha tomado la carrera del director y productor resulta sorprendente. Lejos quedaron los números musicales y la comedia kitsch rozando el absurdo, ya que en los últimos años, Murphy se ha ido consolidando en un tipo de producciones completamente diferentes. Con excepción de Pose (2018-2021), el drama sobre la escena de los ballrooms de la comunidad LGBTQ en Nueva York de finales de los ochenta, con el trasfondo de la explosión del VIH/SIDA, su fuerte han sido series antológicas o miniseries de terror o true crime, además de relatos sobre la farándula hollywoodense.
El año 2022 ha sido uno muy ocupado para Ryan Murphy. Luego del estreno de la segunda temporada de American Horror Stories (que no debe ser confundida con American Horror Story, a pesar de que el nombre es prácticamente el mismo), el mes de octubre llegó con dos miniseries que adaptan historias de true crime que escalaron pronto a los primeros puestos de más vistas de Netflix a la vez que acumulaban críticas encontradas.
La más reciente es The Watcher (2022-), la cual narra la historia de la familia Brannock, que se muda a su casa soñada en Westfield, un suburbio de New Jersey. Sin embargo, a poco de llegar, se convierten en el objetivo del asedio de un vigilante anónimo que envía cartas firmadas como “Watcher”, cuyos mensajes ominosos van destruyendo la paz y tranquilidad que buscaban en su nueva vida suburbana.
A su vez, los Brannock se encuentran rodeados de una serie de vecinos que no tardan en mostrar su hostilidad ante los recién llegados. Los fanáticos del terror fueron gratamente sorprendidos al encontrarse con que el cast tiene algunos nombres de gran envergadura en el género, como Mia Farrow (El bebé de Rosemary), que interpreta a una inquietante vecina obsesionada con la conservación de la arquitectura histórica, y Naomi Watts (La llamada), quien encarna a la matriarca de la familia Brannock, una artista que la acaba de pegar y se va enamorando de la vida en Westfield y su exclusivo club de campo.
La serie construye el misterio de una manera muy efectiva, creando una atmósfera opresiva desde el primer capítulo, que contrasta con la idílica serenidad que ofrece Westfield, con sus casas señoriales y jardines impolutos. Norma (Naomi Watts) y Dean (Bobby Cannavale) han elegido este lugar para escapar de los peligros de la ciudad, hipotecando su futuro para responder al llamado de la casa. Porque la casa parece tener un influjo especial. No solo sobre ellos, sino también sobre cada uno de los personajes que se mueven a su alrededor y, por sobretodo, sobre el Watcher, quien en sus cartas referencia una y otra vez su amor por ella y los sacrificios que la casa requiere de ellos.
Para quienes hayan visto la primera temporada de American Horror Story, subtitulada Murder House (2011), la idea y la forma en que Murphy la desarrolla no resultarán nuevas, aunque es interesante ver cómo, en el caso de The Watcher, está presentada en un contexto sin elementos sobrenaturales. La casa llama, la casa exige, la casa obsesiona. A los Brannock, pero también a sus dueños anteriores, a los que se dice que llevó al suicidio y al asesinato. O a Jasper (Terry Kinney), un vecino con retraso madurativo, y su hermana Pearl (Mia Farrow), obsesionados con la preservación de un montaplatos antiguo que los Brannock planean eliminar.
O sobre Roger Kaplan (Michael Nouri), un maestro de secundaria que ha vivido su vida admirando y envidiando las casa de los ricos residentes de Westfield y ha creado un programa entre sus estudiantes para enviar cartas a las casas. Y hasta sobre la misma agente de bienes raíces, encarnada por Jennifer Coolidge, quien desde el momento mismo que vende la casa está obsesionada con hacer que los Brannock la vuelvan a vender. La elección de Coolidge resulta acertadísima, ya que demuestra una vez más, como a lo hizo en The White Lotus (2021-), su excelente rango actoral y un gran timing entre lo cómico, lo dramático y lo inquietante.
The Watcher tiene todos los elementos para atrapar al espectador desde el primer momento, pero falla en el exceso de líneas argumentales, muchas de las cuales son rápidamente descartadas y hasta olvidadas. Uno tras otro, los personajes que orbitan el universo de los Brannock (e incluso algunos miembros de la familia) son identificados como el enigmático Watcher para luego descartarse rápidamente. Cultos sangrientos, negocios fraudulentos y crímenes misteriosos se suceden sin demasiado tiempo ni consecuencias. Los personajes actúan de forma impulsiva y cambian de opinión de un capítulo al otro.
La historia va volviéndose más y más caótica, lo que funciona para crear la sensación de vulnerabilidad y terror que experimentan los personajes, pero también va menoscabando la verosimilitud de las situaciones. El último capítulo propone tres soluciones consecutivas que vienen a anular la anterior, casi sin ningún desarrollo entre una y otra.
Más allá de los errores que pueda cometer la serie y lo apresurado de algunos de sus elementos narrativos, The Watcher cumple con la promesa de entregarnos un caso real intrigante y aterrador, y lo hace apoyándose en un elenco lleno de figuras con excelentes interpretaciones. Resulta una excelente opción para quienes disfrutan del true crime y las historias de suspenso, así como para aquellos que quieren celebrar Halloween con una producción con una dosis de suspenso pero sin arriesgarse a una historia demasiado aterradora.
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