Es esa época del año otra vez, la época en donde los cinéfilos nos indignamos con las nominaciones a los Oscars y, últimamente, también por las decisiones descabelladas que toma la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas de Hollywood, en pos de modificar su tradicional ceremonia para recuperar el rating que alguna vez supo tener, pero que se hunde más y más cada año.
La edición número 93 de los premios de la Academia, emitida en 2021, fue la menos vista de su historia, y la caída con respecto al año 2020 -que hasta ese momento era la de menor rating- fue estrepitosa: de 23 millones de televidentes en 2020 cayó un 58% en 2021, con apenas 9.8 millones de espectadores. Claro que se trató de una ceremonia con protocolos pandémicos, dividida en dos locaciones, a diferencia de la gala habitual en el Dolby Theatre de Los Angeles, y muchos de los invitados tuvieron que aceptar sus premios a distancia. Además de eso, la principal atracción -aunque puede que esto se haya vuelto discutible- de la ceremonia, las películas, habían tenido su peor año en muchísimo tiempo: cines cerrados, producciones demoradas o canceladas y la mayoría de los estrenos encontrando refugio en plataformas digitales.
Parece que este año vuelve todo relativamente a la “normalidad”, a excepción de algunas medidas preventivas -también un tanto polémicas- con respecto al uso de barbijos, vacunación y testeos. La ceremonia se llevará a cabo el 27 de Marzo en el Teatro Dolby, aunque con una capacidad reducida a 2500 invitados en un recinto para 3300 personas. Pero esta vez el COVID-19 no es la principal preocupación de los Oscars, el problema que durante años vienen desesperados por solucionar (y por lo visto no tienen idea de cómo hacerlo) es el del rating.
Por un lado, este año decidieron que la ceremonia vuelva a tener conductores después de tres ediciones seguidas sin anfitrión. Lo más curioso es que la edición de 2019 -que fue la primera en no tener host en más de 30 años- fue la única que logró una audiencia mayor a la de su predecesora. Sin embargo, para este 2022 la Academia decidió retomar la tradición y eligió a tres comediantes femeninas para llevar adelante la ceremonia: Amy Schumer, Regina Hall y Wanda Sykes.
El año de las decisiones controversiales
Con el siguiente cambio para este año es donde se empieza a volver bochornoso el asunto: la Academia reconocerá durante el evento a la película y escena más votadas en Twitter mediante los hashtags #OscarsFanFavorite y #OscarsCheerMoment, respectivamente. Si esto te parece un déjà vu es porque en 2019 se intentó hacer algo similar. Meses antes de la ceremonia, se anunció que se agregaría una nueva categoría: Mejor Película Popular. La idea era poder incluir de alguna manera a las películas de superhéroes y otros tanques taquilleros que llenan las salas, con el afán de atraer al público masivo a la ceremonia. La reacción en redes fue muy negativa, por lo que finalmente dieron marcha atrás con la decisión. Pero, esta vez, intentaron darle una vueltita: técnicamente no es un premio, es solo un “reconocimiento”.
Venimos de un par de años difíciles para los cines y, a pesar de que durante 2021 se vio una lenta recuperación, no fue hasta el estreno de Spider-Man: No Way Home en el pasado diciembre que se vieron recaudaciones millonarias y convocatorias récord en las salas, como en épocas pre-pandémicas. No hay dudas que esta película es un fenómeno de masas, y por eso no es extraño que haya tenido una campaña por parte de Disney y de los fans para que sea candidata a Mejor Película. Como esto no sucedió, parece que la Academia no quiere dejar ir del todo la posibilidad de que los seguidores de Peter Parker sintonicen la premiación por al menos unos segundos. Aunque se intente dejar de lado todo cinismo, no se puede evitar pensar que este cambio fue hecho para premiar esta película y “esa” escena que tanto se aplaudió en el cine.
Pero eso no es todo. El más reciente cambio anunciado para la entrega de premios es la que más indignación despertó por el devenir de estos galardones, que supieron ser prestigiosos y reconocer lo más destacado del cine. La Academia decidió quitar de la ceremonia principal ocho categorías y entregarlas fuera del aire: corto documental, montaje, maquillaje y peinado, música,diseño de producción, cortometraje, corto animado y sonido. ¿Te imaginás a Hans Zimmer recibiendo el Oscar por Dune fuera del aire? Es una vergüenza absoluta.
Quitar de la ceremonia estas categorías, algunas de ellas esenciales para el arte de hacer películas, parece confirmar que el cine no es lo más importante para los Oscars. Que van a premiar un trending topic si es necesario para recuperar un punto de rating, antes que darle la importancia que merece un rubro vital e importantísimo como el montaje. Esta decisión causó -con justa razón- mucha indignación en redes. Algunos miembros de la Academia la consideraron “insultante” y un “completo fiasco”. La Asociación de Editores de Estados Unidos emitió un comunicado expresando su “profunda decepción con la decisión de la Academia”.
Si esto también te parece un dejá vú, es porque algo similar sucedió también en 2019, cuando se anunció que -con la finalidad de reducir la duración de la ceremonia- algunas categorías se entregarían durante las pausas comerciales, entre ellas fotografía y montaje. La reacción negativa ante la decisión fue tal que la Academia también dio marcha atrás con esta medida, así que no es imposible que vuelvan a hacerlo este año si las quejas continúan.
Para mí, ver los Oscars anualmente es una tradición desde que tengo memoria y, a pesar de que un poco disfruto enojándome con algunas injusticias, sigue siendo una celebración anual de cine, y los únicos que continuamos dándole importancia a estos premios somos nosotros, los que amamos el séptimo arte. ¿A quiénes quieren complacer con estas decisiones? ¿Qué público es el que buscan atraer? Los fans de Twitter y los adolescentes que copan las salas no son ni van a ser el público que mire los Oscars. Ojalá la Academia entienda que es a los amantes del cine a quienes tiene que apuntar, a esos que todavía hablamos de esto y vemos la ceremonia aún después de los bochornos. Pero pronto puede que nos pierdan a nosotros también.
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