Yo Nunca

Never Have I Ever: La inteligente y tierna comedia adolescente de Mindy Kaling

Llega la tercera temporada de esta ingeniosa comedia a Netflix, que aborda las relaciones interpersonales desde las experiencias de una adolescente.

por | Ago 13, 2022

Yo Nunca… miré una serie de prepa”. Si ese es tu caso, y tenés algún prejuicio sobre las ficciones de adolescentes en plena educación secundaria (o “preparatoria”, como le dicen allá), es hora de darle una oportunidad a Never Have I Ever (2020-2023).

Con una premisa inicial basada en las experiencias personales de sus creadoras y un carismático elenco elegido entre miles de aspirantes en todo el mundo, la serie es una propuesta original y refrescante para un subgénero trillado, nacida de la brillante mente de Mindy Kalig (The Office, The Sex Lives of College Girls) y Lang Fisher (Brooklyn Nine-Nine, The Onion).

Los elementos que definen al género están ahí, al mejor estilo John Hughes: la chica nerd, sus amigas inadaptadas, el chico popular y deportista que se convierte en interés romántico, su rivalidad con su propia familia y los conflictos típicos de cualquier teenager con las hormonas revueltas.

Pero también, algunos temas muy adultos y profundos que pocas veces vimos tratados en ficciones de este tipo con tanta delicadeza, ternura y humor. Yo Nunca es, ante todo, una exploración del trauma y el duelo por la pérdida de un ser querido, y cómo este atraviesa todo tipo de situaciones cotidianas y relaciones interpersonales.

El éxito y originalidad de esta serie no reside en un solo aspecto, no se trata de un high concept versión adolescente que nos atrapa por su ingeniosa premisa, sino más bien por una combinación de factores que incluyen elementos que -a primera vista- parecen incompatibles, recursos narrativos muy ingeniosos y un gran desarrollo de personajes.

De hecho, sus personajes -en apariencia limitados a un arquetipo del género- rompen rápidamente con las expectativas, para entregar conflictos muy interesantes en varias dimensiones, que no se estancan en el tiempo y -como los mismos adolescentes- evolucionan continuamente.

Yo nunca… fui aburrida

Uno de sus principales atractivos es el ritmo ágil y adictivo de los episodios, que duran apenas media hora y se estructuran alrededor de un tema concreto para la protagonista, que suele oscilar entre el clásico drama romántico y los problemas típicos de la pubertad.

Devi Vishwakumar (Maitreyi Ramakrishnan) es una adolescente hija de inmigrantes indios, que pierde a su padre antes de empezar la serie y, como consecuencia, queda paralizada por el trauma. La historia arranca con la recuperación de Devi y su reinserción en la escuela, a medida que va enfrentando las distintas etapas de su duelo, a través de la mejor terapia posible: el humor.

El espacio terapéutico tradicional de Occidente también está presente, con pequeñas sesiones donde Devi habla con una psicoanalista muy a la altura de las circunstancias, que la invita a afrontar sus problemas desde una perspectiva distinta.

Este es un terreno poco explorado para protagonistas de origen asiático, ya que en general hay un estigma muy grande en estas culturas alrededor de las terapias modernas y es tabu hablar de los sentimientos. La relación de Devi con su propia familia y las tradiciones indias que no le interesan en lo más mínimo, también darán lugar a algunos conflictos menores, pero el foco está puesto en sus pares y en la escuela, donde cada pequeño problema se convierte en un drama de dimensiones épicas a esa edad.

Yo nunca… tuve malas ideas

El narrador en off es otro de los grandes aciertos de esta serie, con la voz de John McEnroe, un famoso tenista en la decada de los ’80 que admiraba el padre de Devi. El absurdo de un hombre blanco de mediana edad narrando las desventuras de una teenager indoamericana de primera generación, genera un efecto cómico inmediato y ya sienta las bases de lo que será el tono de esta serie.

El recurso no solo no agota, sino que -por el contrario- es tan orgánico que pocas veces nos damos cuenta de que está ahí. Y cuando lo recordamos es por la cualidad meta de la serie, que se autorreferencia en el momento justo o introduce una nueva variante de este original concepto, con invitados especiales como el comediante Andy Samberg o la supermodelo Gigi Hadid.

La serie también es un hito en materia de representación, sin hacer un big deal de eso ni usarlo como bandera publicitaria. Los personajes simplemente son un crisol de distintas procedencias, orientaciones sexuales e intereses particulares, como en la vida misma.

Los problemas en la vida de Devi y quienes la rodean son situaciones con las que es muy fácil empatizar, e incluso en su etapa más conflictiva (en la segunda temporada se vuelve francamente difícil soportarla) es una excelente protagonista.

Su tercera temporada, que estrenó ayer en Netflix, recupera el espíritu de la primera, que se había enrarecido un poco en favor del romance adolescente en la segunda temporada. Vale la pena darle una oportunidad a esta serie, especialmente si estás buscando algo original, divertido y muy comfort para maratonear el finde largo.

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Editora