“Para los monstruos, nosotros somos los monstruos.”
Esta frase que popularizó Station Eleven (2021) con su adaptación a la pantalla, condensa una profunda empatía por lo diferente, lo marginal, lo que vive en las sombras por miedo a revelarse. Y la comprensión de que muchas veces lo monstruoso no es otra cosa que un mecanismo de defensa contra el rechazo, una angustia hostil en respuesta a la violencia de la sociedad. Más aún, que la naturaleza monstruosa puede esconderse bajo la apariencia de humanidad, belleza e incluso dulzura, y no necesariamente reflejarse de formas obvias en el exterior.
Así como Guillermo del Toro hizo toda una carrera en torno al amor por los monstruos, en su debut como director Werewolf by Night (2022), Michael Giacchino recupera los conceptos más clásicos de lo monstruoso en la tradición audiovisual, para revertirlos y mostrarnos otra faceta menos explorada. Y para eso, se remonta a los orígenes del género en la pantalla, en concreto al primer universo cinematográfico de la historia, el de los Monstruos de la Universal. Treinta años de historia convertida en leyenda, en íconos populares que se instalaron en el imaginario colectivo y hasta tuvieron su propia reversión algunas décadas después con las películas mucho más explícitas de la Hammer.
Pero el mediometraje de Giacchino guarda una relación más estrecha con aquellos monstruos originales, en blanco y negro, de un terror más insinuado que visceral y con influencias del expresionismo alemán. Sin embargo, Werewolf by Night es cualquier cosa menos pretenciosa y abraza también con cariño el lado más bizarro de estas producciones, homenajeando al cine de serie B en varias de sus secuencias, decorados y personajes. Su protagonista Jack Russell (Gael García Bernal) se mueve en este registro con mucha soltura, entre una comicidad inocente y un heroísmo épico que le sientan de maravilla al actor, muy cómodo en un rol a su medida.
En una de sus primeras líneas de diálogo, que funciona también como un comentario meta, explica que los dibujos en su cara son “en honor a sus antepasados”, dejando más que claro que todo en este especial está destinado a rendir tributo a los ancestros de Marvel y el cine fantástico. Werewolf by Night vuelve a las bases mismas del género y reclama lo mejor para sí misma, dando como resultado un cocktail pulp que recupera tópicos del género y los conjuga perfectamente con la fórmula Marvel, apenas perceptible entre tanta propuesta novedosa para la franquicia. Es más, el primer especial del estudio se permite incluso jugar con la sagrada fanfarria, metiéndonos en el código desde el principio.
Desde ese momento, ya sabemos que lo que estamos a punto de ver tendrá poco en común con otros productos de este universo cinematográfico, y eso es algo que siempre se agradece porque permite jugar mucho más con las convenciones del género. Es más, ni siquiera hay escena post-créditos. De hecho, Werewolf by Night se da el lujo de romper también con los formatos, presentando un mediometraje de 50 minutos que funciona como la primera “presentación especial” de Marvel para la plataforma de streaming Disney+ en el marco de las celebraciones de Halloween. Y le otorga a su director una libertad creativa pocas veces vista dentro del multiverso Kevin Feige, que siempre da resultados por lo menos interesantes.
En este caso, el famoso compositor Michael Giacchino -responsable de las emotivas bandas sonoras de Inside Out (2015) y Up (2009) de Pixar, de los épicos acordes del Batman de Matt Reeves y de la inolvidable música de Lost (2004-2010), entre otras- no solo se hace cargo de la batuta, sino que además se pasa detrás de cámara para desatar todo su amor por el género y traducirlo en homenajes visuales, conceptuales y -por supuesto- musicales. Y lo hace con tanta precisión, sentido del humor y virtuosismo técnico que nos deja con muchísimas ganas de ver sus próximos proyectos, tanto dentro como fuera del Universo Cinematográfico de Marvel.
Desde detalles tan sutiles como las marcas de transición en la esquina superior derecha de la pantalla que aparecen cada 15 minutos para indicar el “cambio de rollo” hasta referencias mucho más obvias como el paso a “technicolor” al mejor estilo El Mago de Oz (1939) al ritmo de “Somewhere over the rainbow”, la película está llena de guiños cinéfilos. Incluso algunos dentro del propio lore del MCU, como la toma de Elsa y Ted corriendo por el laberinto, que espeja la de Natasha y Hulk en aquella mítica escena de Avengers (2012). Incluso la secuencia de transformación del licántropo deja de lado el efectismo visual para darnos cuadros épicos que destilan amor por el séptimo arte.
Werewolf by Night es un homenaje constante, pero también tiene la suficiente potencia como para intrigarnos por el mundo sobrenatural de Marvel, ese que se dejó ver en Moon Knight (2022) y que probablemente lleve en algún punto a la formación de los Midnight Sons, si es que la postergada película de Blade (2023) alguna vez se concreta. Mientras tanto, nos regala una historia autoconclusiva que funciona perfectamente como un cuento clásico, con una nueva heroína creíble, poderosa y compasiva como Elsa Bloodstone (Laura Donnelly), una villana con múltiples motivaciones (Harriet Sansom Harris), varios momentos inolvidables que se quedan en la retina y la aparición no solo de uno, sino dos personajes clásicos de los cómics de Marvel de los ’70 que los fans van a amar.
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