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Floricienta: Todo lo que tenés que saber (o recordar) para ver Margarita

Con el regreso triunfal de Cris Morena por Telefe y 5 episodios semanales en Max (ex HBO), repasamos los momentos clave para la trama de Margarita.

por | Sep 23, 2024

Hace poco estrenó Margarita, la serie del “comeback” de Cris Morena a nuestras pantallas y nuestros corazones. Mientras Max (ex HBO) nos alimenta de a cinco episodios por semana, Telefe los estrena en su pantalla a partir del 23/09 a las 21:15hs.

Luego del Cris Morena Day de la mano de Olga y Nati Jota, aquellos que estamos casi pisando los treinta recordamos las épocas doradas de merendar viendo a nuestro drama de orfanato de turno, pasando por Chiquititas (1995-2001), Rincón de Luz (2003), Floricienta (2004-2005) y Casi Ángeles (2007-2010), entre otros.

Sobre el final del Cris Morena Day se adueñaron del escenario los integrantes de Margarita que, además de presentarnos nuevas canciones de la serie, también tocaron el punto más agudo de la nostalgia cantando “Flores Amarillas” en un Gran Rex lleno de fanáticos coreando a los gritos como en los viejos tiempos.

Si de los viejos tiempos hablamos, hay varios momentos clave de la trama de Floricienta que son, quizá, cruciales para comprender lo que mueve a los personajes que forman parte de ambas historias, como Delfina (Isabel Macedo) y Malala (Graciela Stefani), y cómo han llegado a donde están los nuevos que integran el elenco de Margarita.

Pero… ¿Quién era Floricienta?

Florencia (Florencia Bertotti), que arranca la novela siendo de apellido Fazzarino, es la única hija entre Margarita Valente y Alberto Santillán. Pero como en el universo Cris Morena no hay amores simples, por supuesto que Alberto en realidad tenía otra familia “oficial”  junto con María Laura Torres Oviedo, y es por eso que Floricienta es un culebrón desde el minuto uno.

Alberto Santillán era un empresario que supo amasar una fortuna y tuvo (hasta donde sabemos) un total de tres hijas: Florencia, con Margarita Valente, y Delfina y Sofía (Angeles Balbiani) con María Laura, a quien conocemos cómo Malala. Florencia no fue reconocida como tal por el hecho de ser fruto de un amor extramatrimonial, motivo por el cual no conoce su verdadera identidad. Pero el destino es caprichoso, y una serie de eventos afortunados hace que Flor termine en la mansión Fritzenwalden.

En esta mansión vivían Federico (Juan Gil Navarro), el hermano mayor, Franco (Benjamín Rojas), Nicolás (Nicolás Maiques), Maia (Paola Sallustro), Martín (Agustín Sierra), Tomás (Stefano De Gregorio) y todo el personal encargado de mantenerlos en fila. Tanto Flor como este grupo de hermanos son huérfanos, requisito excluyente en el Universo Cris Morena. Sin embargo, el dato más importante acá es que Federico estaba, al comienzo de la serie, comprometido con Delfina. 

A lo largo de los episodios vemos, más cantado que un gol de Messi, cómo Flor y Fede se enamoran, cómo Delfina y Malala traman fechorías, cómo los chicos se meten en algún que otro lío y cómo siempre hay alguien cantando, porque no hay que olvidarse que tanto Floricienta cómo Margarita son comedias musicales. Debido a la naturaleza del paso del tiempo, es fácil olvidarse de todo el culebrón de dos años y 361 capítulos que fue Floricienta y caer en la repetición de decir que “Flor le robó todo a Delfina” porque la realidad es que un poquito sí… y no.

La backstory de Delfina

La “Reina de todo” siempre fue (y es) una persona que, si bien solo quiere alguien que la ame como es y la respete, no es capaz de valerse por cuenta propia y necesita de la guía de su madre, Malala. ¿Es la guía de Malala una ejemplar que la lleva por el buen camino? De más está decir que no. Sin embargo, uno de los mejores recuerdos de Floricienta era seguir las maldades de “las brujas”, como las habían apodado unos pequeños Tomás y Robertita (Lali -me pongo de pie- Espósito).

Malala, que vivió toda su vida motivada por el dinero y por cobrar la herencia de su marido, se dedicó a gestionar las acciones de Delfina durante toda la novela y lo hace de nuevo en los primeros episodios de Margarita. Delfina nunca estuvo realmente enamorada de Federico (o del Conde, más adelante), pero tenía cómo objetivo casarse con él para acceder a su fortuna, contentar a su madre y no tener que trabajar nunca en su vida.

La vemos engañarlo con el chofer de la mansión en reiteradas ocasiones y, también, nos enteramos que su verdadero amor siempre fue Lorenzo (Esteban Prol), pero como era un tipo normal y sin fortunas, Malala jamás le permitió estar con él.

El triángulo amoroso de Flor, Fede y Delfina actuó como cimiento de la primera temporada de Floricienta, chequeando todos los casilleros de las situaciones cliché de la telenovela argentina, como lo son el embarazo falso, la rodada por las escaleras casi mortal, la silla de ruedas y/o el cuello ortopédico, la enfermedad terminal, entre otras.

Para lamento de quienes estábamos transitando nuestras infancias a la par de Floricienta, todos estos encuentros y desencuentros fueron en vano, porque la decisión de uno de los actores de la serie cambiaría para siempre el destino de la misma.

Pero no vino nunca, no llegó 

Sobre el final de la primera temporada, cuando Flor se estaba por casar con Federico y tener su final feliz, a este se lo lleva puesto un auto porque Juan Gil Navarro tenía otros proyectos. ¿Es este, quizás, el canon event más importante de las infancias argentinas en los últimos veinte añitos? De más está decir que sí.

En una especie de brote psicótico con delirio místico, vemos cómo un Federico muerto le pide permiso a un Dios -interpretado por Mario Pergolini- para bajar de nuevo a La Tierra y hacerle gancho a Flor con alguno para que pueda alcanzar su final feliz. 

Bendecido por un Pergolini que miraba Floricienta por televisión en el cielo junto a sus ángeles, Federico posee al cuerpo del Conde de Krikoragán, Maximo Augusto Calderón de La Hoya (Fabio Di Tomaso), para hacer que se enamore de Flor y que ella pueda tener el amor que se merecía (y un añito más en pantalla durante el prime time de la televisión argentina). Además de eso, también lo nombra como tutor legal de los hermanos para que Delfina no pueda causar estragos. 

Una vez que el Conde se instala en la mansión, se vuelven a dar situaciones similares a las de la primera temporada en la que las idas y vueltas entre Flor, el Conde, Delfina y todos los que revolotean van y vienen. De nuevo tenemos a un hombre con pocas luces que no es consciente de las cosas que pasan delante de sus narices, pero, por suerte, al igual que Federico, el Conde se da cuenta, casi al final de la serie, de las cosas horribles que Delfina y Malala se tenían entre manos. La única diferencia es que, por suerte, a él no lo pisa un auto.

El dinero de la herencia, estúpida 

Además de ser un culebrón romántico de primera, Floricienta era, también, un tire y afloje para poder cobrar la bendita herencia de Alberto Santillán, que era una tarea casi imposible. Cuando Malala descubre que Flor era la hija perdida de su ex marido, que estaba viva y que, por lo tanto, iba a tener que compartir la plata, quiere impedir que ella se entere a toda costa. Pero si hay algo que siempre sucede en el Universo Cris Morena es que triunfan los buenos, así que Flor se entera.

Como ella es mejor persona que las brujas, Flor las perdona por todo el acoso físico y psicológico sufrido desde el minuto uno y deciden trabajar juntas para cumplir las condiciones de su tan querido padre. Sin embargo, el simpático Alberto les pone más requisitos que los del inicio de la cuarentena, haciendo que Flor se harte de la situación y se baje del intento de conseguir la herencia. Poco iba a saber ella que esa era, ensobrada y escondida, la última condición de Alberto, dejando entonces a Flor cómo la heredera principal.

Una vez más, Flor tiene tan buen corazón que por algún motivo extraordinario (quizás otro brote psicótico con delirio místico) no las echa de la casa a Delfina y a Malala. Si bien parece que de pronto todos van a empezar a llevarse bien y a hacer cosplay de la Familia Ingalls, cabe destacar que un final así no habría perdurado en el tiempo, ni habría tenido la capacidad de arruinar tantas infancias y hacerlas mágicas en partes iguales como lo hizo Floricienta. Por eso Cris Morena, Leandro Calderone y equipo nos dieron el único cliché que faltaba por completar: un embarazo real que le propone a la novela el último punto de conflicto.

El beso que cambió todo

Cuando llegamos a los últimos episodios de la serie, nos encontramos frente al segundo momento, luego de la muerte de Federico, que causó un gran impacto en una generación entera: estoy hablando, ni más ni menos, de cómo Flor queda embarazada del Conde.

Tengo el recuerdo de estar en la casa de mi abuela con la bendita chocolatada viendo cómo Flor y el Conde se dan un beso. Este beso, a diferencia de los demás, viene acompañado de tres simpáticas haditas que brillan y revolotean felizmente alrededor de la situación. Diagnóstico: embarazo, y mi mente: en shock total.

Floricienta era la tira argentina infantojuvenil más infantil del momento. La miraban niños de todas las edades y hay que aceptar que éramos mucho más inocentes hace veinte años. Era imposible, me doy cuenta ahora, provocar un embarazo de otra manera que no fuera la que describí en el párrafo anterior. Y otra cosa que provocaron fue el terror a darle un beso a alguien… no vaya a ser cosa que quedes embarazada de trillizos.

De ese embarazo mágico y místico tendremos a Margarita, la protagonista de esta nueva serie de Cris Morena que, creo yo, no se imaginó ni en sueños que veinte años después iba a estar escribiendo sobre esta misma historia. O quizás sí y era todo un plan a largo plazo para seguir romantizando historias de huérfanos en Argentina. 

Alguien está en problemas

Para cuando Margarita y sus dos hermanos, Federico y Andrés, llegan a este mundo, tanto Delfina como Malala y sus secuaces estaban presos y pagando, por fin, por todos sus crímenes de odio. Como el Conde era una personalidad importante, la noticia del nacimiento de sus hijos irrumpe en la televisión nacional con una simpática placa de Crónica TV que, por motivos específicos de la trama, Delfina ve mientras estaba en la cárcel. 

Enojada y resentida (porque no le quedaba otra), se decide a crear un osito-bomba de peluche con el objetivo de hacer que tres bebés recién nacidos vuelen en pedazos. ¿Un poco mucho? Seguro, pero me da la impresión de que hace veinte años atrás no se hacía el comentario de “me parece que no da”. Mientras arma la bomba con sus propias manos, Delfina le cuenta a sus compañeras de celda que es su pequeña venganza contra La Cardo (apodo con el que se referían a Florencia junto con Malala) por robarle toda la felicidad.

Para la suerte de Flor y compañía, el oso bomba es interceptado, los bebés no vuelan en pedazos y, como a Crónica siempre le gusta meter púa, la noticia es compartida una vez más para el enojo de Delfina. Esta situación la llena de aún más ira, haciendo que comience a planear su escape de la cárcel para ir por algo que, según ella, le cause la mayor cantidad de dolor a “La Cardo”.

A Margarita la quiero

En otro brote psicótico con delirio místico, y como si no fuera culpable de al menos diez crímenes diferentes, Delfina infiltra a otra presa en la mansión que se hace pasar por niñera y se roba a una Margarita recién nacida. No vemos exactamente cómo esta chica triunfa con su objetivo, ya que después de la situación del oso explosivo y tras enterarse que “las brujas” andaban sueltas, el Conde contrata seguridad privada para toda la mansión. Sin embargo, sí vemos algunas escenas de Malala y Delfina tratando de lidiar con una Margarita recién nacida que lloraba sin cesar.

En un momento en el que Malala abandona la guarida para ir a crearse una cuenta de banco para incentivar a que el Conde pague por el rescate, Delfina se queda sola con Margarita y descubre, tras una llamada telefónica que empezó como amenaza a “La Cardo” y terminó con todas llorando, que a Margarita le encantaba que le canten. Y Delfina le canta. Y un poco se le ablanda la maldad, haciendo que se dé cuenta de que estaba derrapando bastante.

Sin saber qué hacer y habiendo actuado un poco mucho por impulso, Delfina recorre la ciudad con Margarita en brazos y es traída a la realidad, una vez más, por una placa de Crónica TV. Esta vez, en un bar, Delfina ve como se la acusa del secuestro y cómo se emite una orden de búsqueda por ella. Sigue merodeando con Margarita hasta que se hace de noche y es ahí donde le cae la ficha y se plantea la redención. En un momento que no vemos en cámara, Delfina devuelve a Margarita, dejándola en la puerta de la mansión para que Flor la encuentre.

La redención final

Luego de devolver a Margarita, Delfina tiene, por suerte, el último brote psicótico con delirio místico de la serie, y aparece en el bautismo de los trillizos para pedirle perdón a todos los personajes por sus crímenes, repasando uno por uno a los más importantes. Dejando a Flor para lo último, se pregunta cómo hacer para pedirle perdón a ella y Flor, que es más buena que todos nosotros juntos, la abraza y la hace formar parte del bautismo de sus hijos.

Como parte del arrepentimiento, Delfina le confiesa a Flor y al Conde que ella siempre estuvo casada con Lorenzo, por lo que todos los casamientos que obligó a que sucedieran a lo largo de la serie no tenían validez (¿Esto está chequeado?). Esto significa que Flor y el Conde podrían casarse, lo que lleva a uno de los momentos más importantes en la historia de la televisión argentina: el casamiento en el Hipódromo de San Isidro, que se transmitió en vivo y que tuvo presentes a más de 40 mil espectadores.

A Delfina se la lleva, por última vez, la policía. En la cárcel se encuentra a Malala y le deja en claro que la única responsable de las cosas horribles que hizo es ella misma. Delfina recalca que ellas nunca quisieron a nadie, y que es por eso que nadie las quiso, siendo esta es una premisa que se repetirá en la serie de Margarita.

Datos de vital importancia

Floricienta termina con el tan preciado final feliz, no sin antes recibir las flores amarillas que año tras año nos recuerdan, en redes sociales, todo lo que quieren las chicas. Tras recibir las flores, Flor empieza, junto a Franco, a cantar “Hay un Cuento”. A este sing along se suma todo el elenco en escenas diferentes, haciendo que aquellos que no estaban presos se reúnan en el centro de la casa a cantar el estribillo una vez más.

Luego del casamiento, los espectadores no conocemos mucho más y la historia termina ahí, pero en los primeros minutos de Margarita (2024-) entendemos que tanto Max como Flor y los trillizos se van a vivir a Krikoragán para que él cumpla con su deber político.

Krikoragán es un país inventado para esta ficción y que, por lo que parece, tiene buenas relaciones con Argentina. El Conde renuncia a la nobleza un par de veces para poder quedarse con Flor y los Fritzenwalden durante la historia de Floricienta, pero es evidente que recuperó su espacio en la política porque es allí donde empieza Margarita, con el relato de una guerra civil.

Es esta guerra civil la que permite que la historia sea capaz de separar a los trillizos de sus padres, para así no verse obligados a tener a Flor y Max en pantalla sin tener que matarlos, debido a los conocidos desacuerdos entre Cris Morena y Florencia Bertotti. De esta manera, Margarita puede ser huérfana sin serlo realmente (o quizás sí, en el Universo Cris Morena nunca se sabe).

Mucho, poquito o nada

Los primeros episodios de Margarita dan la sensación de que tomarán una dirección similar a la de Floricienta. Si bien Margarita no fue criada por su madre, el personaje tiene los mismos tintes dramáticos y charlatanes, provocando que aquellos que crecimos con Floricienta tengamos algún que otro flashback.

Hay algunas cosas que no cuadran, como por ejemplo la edad de Margarita. Si ella nació en 2005, año en el que transcurrió la segunda temporada de Floricienta, ahora debería tener 19 años, no 17. Además, Julia Calvo, que en Margarita interpreta a Ada, formó parte de Floricienta en muy poquitos episodios, en el papel de la madre de Rosita, una prima lejana que se parecía a Delfina y que vivió un tiempo en la mansión. Claro está que esa participación fue ignorada, ya que no son la misma persona.

Por último, el Conde había renunciado a sus deberes en la realeza y, supuestamente, no podía recuperarlos. Es probable que Cris Morena Group optará por fingir demencia, manipular alguna que otra línea temporal y, ante la duda, afirmar que un hechicero lo hizo.

Además del predecible desarrollo de Margarita en la cantante principal de la escuela de arte Hangar Soho, la posible formación de una banda y la creación de más de un triángulo amoroso, la otra punta que llevará a esta historia es Delfina. ¿Será que por fin se podrá redimir?¿Tendrá Margarita la misma influencia en su tía que tuvo hace algunos años atrás?¿O se volverá aún más mala de lo que era en un principio? Para respondernos estas preguntas, no nos queda otra que darle play a esta nueva serie y ver cómo Margarita hace que su cuento valga la pena. 

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