Quizá sea la subjetividad de alguien que recuerda como era volver del colegio para ver la serie animada de finales de los ochenta, pero a los ojos de una nena el cuarteto de reptiles siempre se sintió como un grupo de adultos. Por supuesto, esa era una versión edulcorada del cómic que Kevin Eastman y Peter Laird crearon en 1984 en base a una broma. El tono de sus historias no estaba dirigido a un público infantil, sino que era algo mucho más violento y cercano al de las fallidas películas live action de 2014 y 2016. Decidiendo recuperar ese clima más juvenil y subir todavía más la apuesta, Jeff Rowe (co-director de The Mitchells vs. the Machines) por primera vez logró que estos héroes con caparazón lleguen al cine sintiéndose como los adolescentes que el titulo original destaca que son. Tortugas Ninja: Caos mutante (2023) nos presenta a cuatro chicos que usan sus celulares, se escabullen de casa, citan a Avengers: Endgame (2019) en sus analogías y son fanáticos del animé.
“Los humanos son los demonios basura de la Tierra. Evítenlos. No digan hola. Desean matar todo aquello que es diferente a ellos. Interactuar con ellos es morir.”
No podemos culpar a Splinter (Jackie Chan) por sobreproteger a sus hijos o por haberles enseñado las maneras de defenderse del mundo que hay sobre las alcantarillas. Puede que Leonardo (Nicolas Cantu), Raphael (Brady Noon), Michelangelo (Shamon Brown Jr.) y Donatello (Micah Abbey) sean habilidosos, pero se nos deja muy en claro su inexperiencia. Así como Spider-Man: Homecoming (2017) tuvo el gran acierto de presentar a una versión de Peter Parker que por primera vez se sentía como un chico de secundaria, así también vemos a las tortugas. Pero su edad no solo se refleja en las varias referencias a la cultura pop que surgen en sus charlas. Entre algunas voces que todavía no alcanzaron la pubertad y una excelente sensación de improvisación por parte de sus actores, la forma en que los hermanos se molestan mutuamente, sus juegos y códigos internos se sienten muy reales.
Una fiesta visual
Lo primero que llama la atención apenas empieza la película son las texturas del dibujo sobre la tridimensión. Rayones por todos lados. Estos garabatos representan los fondos, las luces o hasta el volumen de los personajes y objetos. Algunas de estas líneas se mueven como si una lapicera o marcador estuviera trabajando en el momento. Es una estilización que da la ilusión del dibujo en un cuaderno, quizá junto a notas de la escuela. Se aleja de los personajes perfectos de Disney, de una reina Elsa que parece casi hecha de plástico. Nos recuerda al nacimiento mismo de las tortugas, con un cómic en blanco y negro donde las sombras se marcaban con trazos. Tiene un aire a los dibujos de los noventas, en donde era normal ver The Ren & Stimpy Show (1991-1996) o Duckman (1994-1997) y sus diseños de personajes que rozan con lo grotesco. En este caso, algo que se nota sobre todo en los humanos.
Es esa sensación de volumen que tienen los personajes, su corporalidad, lo que resulta un logro particular. Parecen ser algo que podemos agarrar, algo matérico. La influencia de Rowe y lo que hizo con los Mitchells es algo que se nota en la forma en que las tortugas parecen sacadas de un corto de stop-motion que luego fue intervenido por estas líneas superpuestas, viéndose casi como un collage hecho en 3D. Los detalles aparecen hasta en la suciedad de la supuesta cámara que sigue las batallas de nuestros protagonistas.
La película hace exactamente lo que la tipografía del título representó en muchas versiones de la franquicia. Nos recuerda al mundo de las tortugas, esas letras hechas con el ooze que las transformó. Es una búsqueda que hasta inunda esa paleta de colores flúor que construye a este Nueva York de neón y a sus habitantes. La estilización de esta película nos recuerda a lo grunge, a garabatos grafiteados en las paredes, lo sucio e imperfecto o el fanzine hecho en casa. Es un trabajo muy fino para lograr la ilusión de lo rebelde, lo hecho por un adolescente.
Una familia atípica
Varios son los guiños a previas versiones que van apareciendo a lo largo de sus 99 minutos. April O´Neil (Ayo Edebiri), quien no pudo escapar a las acusaciones de supuestas inclusiones forzadas, vuelve a ser una chica afroamericana como en el comic original. La decisión no es casual, ya que si bien no es algo que nos muestren que la afecte personalmente, la película habla de una ciudad muy real en su diversidad. Eso apunta a uno de sus ejes claves: aceptar a aquellos que no se ven como nosotros. Desarrollando esta idea, se hace honor a su título al aprovechar a varios de los mutantes que en las series o comics aparecían esporádicamente a través de los capítulos.
Es así como detrás del genio criminal Superfly (Ice Cube), las tortugas descubren una comunidad tan distinta al mundo de los humanos como son ellos mismos, pero que al mismo tiempo representa una amenaza a todo lo que conocen. Aparece entonces un colorido elenco de criaturas entre los que se destacan Ray Fillet (Post Malone), Wingnut (Natasia Demetriou), Leatherhead (Rose Byrne), Rocksteady (John Cena), Bebop (el productor y co-escritor de la película, Seth Rogen) y un Paul Rudd como el simpatiquísimo Mondo Gecko. La búsqueda por aquello que consideramos nuestro lugar en el mundo y el dolor de encontrarse marginado se plantea desde un lugar simple pero muy honesto. Paralelamente se desarrolla lo que es sin duda el corazón de la historia, un relato también sobre pertenencia pero enfocado en la familia. Parte del peso de este coming of age recae en un Splinter muy aprovechado, que debe lidiar con como sus hijos están creciendo y aprender a confiar en sus decisiones.
Haciendo honor al clásico pero renovando la identidad
La banda de sonido de Trent Reznor y Atticus Ross acompaña perfectamente con un sonido tan electrizante como urbano. Nuevamente se nos recuerda la época en que nacieron las tortugas, con un hip-hop previo al 2020 que musicaliza con algunos clásicos como No Diggity de BLACKstreet y Dr Dre. También hay que apreciar la referencia al live action original, con la vuelta de Vanilla Ice y su Ninja Rap.
Puede que Sausage Party (2016) haya causado el rechazo de muchos, pero hay que reconocer que con ella Seth Rogen logro que por primera vez en años llegara al cine un proyecto animado explícitamente dedicado a adultos. De la misma forma, la antología de cortos The Boys Presents: Diabolical (2022-) e Invincible (2021-), esta última sin dudas una de las mejores series de superhéroes dentro de un género de muchísima oferta, hablan de su interés por salirse de la norma cuando se trata de este medio artístico. Esa visión por lo rebelde y diferente dentro de los proyectos que produjo abrazan completamente la esencia de las tortugas, algo que se nota en el resultado.
Con fuerte dosis del humor de una generación que creció con memes, la película es un espectáculo visual que nadie debería perderse de ver en el cine. Si bien la crítica más grande es que dentro de tanta estimulación visual puede que algunas escenas de acción resulten un poco confusas, el film logra encontrar el balance suficiente entre la aventura, la comedia y toques emotivos. La vuelta de las Tortugas Ninja nos presenta una variedad de personajes con nuevas capas de profundidad y carisma. Es un moderno y creativo comienzo para una franquicia que nunca llegó a irse del todo, pero que por primera vez en mucho tiempo logra tener una visión tan propia, aprovechando el potencial de un universo tan descontracturado como rico.
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