¿Te acordás dónde estabas el diciembre pasado? Obvio que te acordás, todos los argentinos recordamos exactamente en dónde estábamos en cada uno de los partidos de la selección en el Mundial. Nos acordamos de los nervios, de sufrir en el segundo tiempo porque ese es el mandato nacional, del llanto y de la alegría que fue tanta que no quedaba otra opción más que salir a la calle y abrazarnos. Esto es lo que retrata Muchachos, uno de los dos documentales sobre el hecho más trascendental que vivimos como generación.

Con los mundiales pasa algo raro. No importa cuánto fútbol veas durante el año, si sos de los que solo ponen un partido cuando juega la Selección, si sos hincha fiel de un equipo o si te ves hasta los partidos de la B Metropolitana; el Mundial nos une a todos. Por dos horas las calles están desiertas, no llames a nadie porque no te van a atender y todos los planes se congelan, porque lo único que se puede hacer es verlos jugar.

Pero con este último en particular pasó algo más. Puede que haya sido el aire de verano, el calor, el agotamiento social por un montón de cosas, o simplemente la necesidad de ver a Messi levantar la copa; pero si en algo coincidimos todos, es que pocas veces vivimos una experiencia colectiva como la de diciembre de 2022.

Precisamente de esto se trata Muchachos, de cómo nosotros vivimos los partidos, los penales, los alargues y la diversión de una Selección que estaba dispuesta a darlo todo, porque como dijo nuestro Capitán, no nos iban a dejar tirados. 

¿Cuántas historias vimos de festejos, de gente con una picada de por medio que ni probaban, de personas que le gritaban a la tele y se ponían extremadamente nerviosas, con razón, en cada partido? Este mundial tuvo algo particular y fue que todos los compartimos, en las redes solo se hablaba de una sola cosa y entre todos nos hicimos compañía.

Justamente esto es lo que se rescata en el documental dirigido por Jesús Braceras y basado en el cuento de Hernán Casciari. Cómo nos impactó a nosotros, cómo lo sentimos en cada casa del país, en cada living. Con la tele prendida, con las cábalas fijas, aún con cortes de luz y ola de calor.

Pero una de las características más emocionantes de la película es que los protagonistas somos todos. Por supuesto que lo es el equipo, porque esta victoria es de ellos. Porque nuestro Capitán merecía más que nadie este título, porque fueron simplemente los mejores. Pero también lo somos el pueblo, que vivimos cada partido como si fuese una final, que nos abrazamos con extraños después de cada victoria.

De las brujas que curaban empachos y congelaban jugadores, de los que gritaban los goles en el balcón hasta dejar la voz por completo. De los nenes que era el primer Mundial del que tenían conciencia, de los que vivimos con el triunfo prestado de otras generaciones, de los que se amigaron con el fútbol y hasta de los que vieron todo de refilón, con miedo a entrar del todo.

Cada video, cada testimonio que recopila Muchachos, converge de manera perfecta con lo que pasaba en los estadios de Qatar. La realización logra que nos volvamos a angustiar con el triunfo de Arabia Saudita, que aplaudamos los goles contra México y que nos enojemos con el partido contra Holanda. 

Muchachos es revivir cada una de las emociones que tuvimos hace un año, es la oportunidad de volver a compartir un momento en el que todos supimos ser felices. Es admirar la pasión de nuestro pueblo durante una hora cuarenta y en pantalla grande. Es llorar con la consagración, con el amor de la gente, con las calles colmadas y con los festejos en cada rincón de la nación.

Así como lo fue el Mundial, Muchachos es una experiencia colectiva y profundamente emocional, potenciada por una edición que nos hace viajar en el tiempo y una mezcla de sonido que consigue que se nos pare el corazón en la tanda de penales con la que nos consagramos campeones del mundo.

El relato de Casciari en la voz de Guillermo Francella es el broche en un documental que nos recuerda que supimos ser felices como nación, que -aunque sea por un mes- todos queríamos lo mismo, nos alegraban las mismas cosas y nos acompañábamos en la angustia. Es el sentir popular condensado en un largometraje, el amor por nuestro suelo en la duración de una película. Es la emoción trasladada a la pantalla. 

Supimos ser las personas más felices del mundo gracias al fútbol y Muchachos viene a recordarnos justamente eso, que sin importar las divisiones, hay cosas que nos superan, que nos envuelven y que serán parte de nuestra historia para siempre.