Matthew Perry es sin duda uno de los actores más queridos por los seriéfilos de todo el mundo gracias a su papel de Chandler en la icónica (y tal vez más famosa e importante sitcom de la historia de la televisión) Friends (1994-2004).
Hace ya muchos años que se sabe que Perry luchó con las drogas durante gran parte de su carrera y así mismo durante las grabaciones de Friends (a tal punto que dice no tener recuerdo alguno de prácticamente dos temporadas completas). Sin embargo, nunca se supo al 100% que fue lo que le pasó hasta que, en 2022, publicó su autobiografía titulada “Friends, Lovers and The Big Terrible Thing”.
Podríamos detenernos y hablar de su prosa, de su manera de expresarse, de los chistes de Chandler que están entrelazados en su narración, pero lo más importante es lo que dice de manera explícita, clara y muy, muy cruda, a tal punto que tan solo la introducción te deja con un nudo en el estómago. No es un libro para cualquiera, sin importar el amor que le tengamos a Chandler. Sabemos que no estamos frente a un relato gracioso con anécdotas de Friends, sino a una historia real, humana y dolorosa de un hombre que tuvo que luchar -y sigue luchando- contra las adicciones.
Partiendo de la base
Personalmente, no sabía mucho de la vida de Matthew, no mucho más de lo que sabe un fan casual de Friends. Y creo que por eso fue tan impactante para mí leer todo lo que vivió y pensar que a su vez cientos de artistas desde muy temprana edad sufren los pesares de la vida Hollywoodense. ¿Es acaso uno de los grandes monstruos de la fama? ¿Es una tentación que se le presenta a todos y deben intentar escapar o sucumbir?
Perry escribe el libro mezclando su historia cronológica desde que empezó a vivir en los medios con sus famosos padres, junto al relato de la última vez que estuvo hospitalizado con un 2% de posibilidad de vida y le dio la mano a la muerte por última vez.
Matthew viene de una familia cuyos padres también vivieron la fama -pero en menor medida- desde el principio. Aunque cuenta cuanto los ama, cuestiona la forma en la que se relacionaron entre ellos, con sus hijos y también la forma en la que cuidaron de ellos.
“¿Por que me enviaban en un avión solo a los 8 años? ¿No me querían lo suficiente como para ir conmigo?”.
Esta es una pregunta que nos vamos a encontrar a lo largo de todo el libro, ya que Matthew se cuestiona, hasta en su edad adulta y luego del éxito, si no fue suficiente y si no fue merecedor del cariño de sus padres. Este hecho -haber viajado por primera vez en avión solo- es algo marcó fuertemente la personalidad de Perry y la forma en la que se relacionó con las personas a su alrededor, dejándolo con un fuerte trauma y miedo al abandono y rechazo, escudándose detrás de la comedia y los chistes para enmascarar sus miedos.
Conocemos también la historia de amor fallida de sus padres, hasta el punto de que Matthew prácticamente perdió contacto con su padre y se acostumbró a mudarse constantemente por el trabajo en política de su madre. Este trabajo la llevó a estar mano a mano con el primer ministro de Canadá, una exposición mediática que a Perry no le gustaba para nada y que, nuevamente, lo llevó a sentirse solo y excluido en su relación con su mamá.
Siguiendo con la cronología de su vida, antes de intentar una carrera en la actuación, Matthew probó una posibilidad en el mundo de los deportes. Se encontró con que era muy bueno en el tenis y por un momento consideró dedicarse a eso profesionalmente. Gracias a esto conoció a dos de sus mejores amigos – amigos hasta el día el hoy- con quiénes creó el tono de Chandler que tanto amamos: “Could this game be any more boring?”. Sin embargo, también conoció jóvenes que hicieron que probara el alcohol y los cigarrillos a la temprana edad de los 13 años, dando sus primeros pasos hacia la adicción.
Con el espíritu en alto y muchos sueños por cumplir, Matthew voló a Los Ángeles para vivir con su papá (y en el fondo, con la esperanza de reconectar con él emocionalmente) y probar suerte en el tenis profesional. Sin embargo, se dió cuenta que practicar un deporte en una metrópoli como LA no es igual a hacerlo en una pequeña ciudad de Canadá. A su vez, mientras su deseo de ser tenista se iba desvaneciendo, conoció un nuevo amor -posiblemente su amor más oscuro y tóxico-: la actuación.
Como la gran mayoría de los actores, comenzó con roles muy pequeños en comerciales de TV. De a poco, con su gran carisma, simpatía y belleza, comenzó a conseguir mejores trabajos con más protagonismo. Recordemos que mientras tanto, en el libro Perry intercala estas historias de su vida con esos meses en el hospital donde realmente pensó que iba a morir.
Es importante destacar esto porque, por momentos, mientras te perdés en la historia (y sinceramente, esperás que llegue a la parte de Friends) esto vuelve como un baldazo de agua fría para recordarte el momento oscuro que vivió y generarte cierta angustia y hasta desesperación para saber cómo salió de esto (spoiler alert: desde la primera página Matthew aclara que es algo de lo que no se escapa nunca, sino que se trabaja para siempre).
Muchos saben la historia sobre cómo Perry casi no llega a ser parte de Friends porque había filmado un contrato con otro programa (una serie que fracasó rotundamente) pero, con muchísimo esfuerzo de su parte, logró tener el papel de Chandler en la lo que hasta ese momento se llamada tentativamente “Friends like us”.
Ahora sí la cosa se pone densa y oscura pero -solo porque estamos hablando de Matthew Perry– siempre con una cuota de humor, aunque sin quitarle la importancia a lo que le pasó. Creo, personalmente, que luego de leer los capítulos que siguen es imposible ver Friends y a Chandler de la misma manera.
¿Amigos son los amigos?
Matthew cuenta que se hizo adicto a las pastillas (ansiolíticos, analgésicos, y más) y al alcohol desde una temprana edad. La creciente fama de Friends no lo ayudó, puesto que es muy tímido y le generaba mucha ansiedad, por lo que buscaba entumecer sus miedos con sustancias.
La idea no es spoilear el libro porque seguramente muchos querrán leerlo, pero entre todas las cosas desgarradoras que cuenta, menciona que Chandler nunca se quita la remera en la serie por la inseguridad que tiene de su cuerpo (incluso confiesa que desde los 16 años hasta ahora, se ducha con los ojos cerrados), cuenta que llegaba al set borracho y drogado y que la primera en darse cuenta y querer ayudarlo fue Jennifer Aniston.
Pasando el tiempo, los demás también se dieron cuenta y, pese a que no lograron ayudarlo a dejar las drogas, agradece que siempre -hasta hoy- estén ahí para él en todo momento. También cuenta que, al filmar con público en vivo, cada vez que una broma no tenía el efecto que él esperaba “sentía que de verdad se iba a morir”. Llegó a estar tan consumido que confiesa no tener casi ningún recuerdo de filmar la temporada 4 y 5. No es casualidad, dice, que la única temporada en la que recibió nominaciones a premios fue la 9: la única que filmó 100% sobrio.
Estos capítulos nos invitan a hacer un parate y recordar todas las miles de veces que vimos Friends. Haciendo memoria o dándole play a un episodio ahora mismo ¿Nos damos cuenta que Matthew estaba atravesando algo tan absolutamente terrible? ¿No nos invita, acaso, a verlo todo con ojos nuevos?
La cantidad de actores, músicos y personalidades del mundo del entretenimiento que han sufrido (y aún sufren) y también han perdido la vida a causa de las drogas es verdaderamente incontable. La biografía de Matthew nos lleva a ver cómo detrás de personajes tan emblemáticos hay un ser humano con problemas humanos y no meras caricaturas. Nos hace reflexionar sobre el problema con las adicciones, con la salud mental, las relaciones personales (con familia, amigos y parejas) y con el amor propio.
Leer esta memoir -al igual que muchas otras que encuentro increíblemente recomendables– me hizo pensar en la fragilidad de la vida: de la mía, de la de quienes me rodean, de las estrellas que admiro. Por momentos tuve que correr los ojos de las páginas y respirar muy profundo, ya me que costaba pensar que alguien tan amado -o simplemente cualquier persona- pudiera atravesar algo tan duro y vivir para contarlo. Me hizo pensar y tomar conciencia del tiempo finito que tenemos en este mundo y cuán importante es apreciar cada momento porque de verdad puede ser el último.
Sobre todo, Matthew me enseñó que los sueños no deben costarte la vida, sino hacerla más linda.
Este no es final del libro, pero sí un fragmento de él. Si no quieren spoilers no lo lean, pero -a mi entender- este párrafo resume a la perfección toda la esencia que quiso transmitir Matthew en su libro, su mensaje y su legado.
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