Nombrar a la productora A24 normalmente es sinónimo de películas de gran calidad y en general, de una creatividad que destaca entre el trabajo de otros estudios. Aftersun (2022), The Whale (2022) y Pearl (2022) se encuentran entre algunos de sus últimos y diversos éxitos.
Imposible además olvidar a una de las mayores sorpresas del año pasado, película que este fin de semana competirá por el mayor honor de los Oscars: Everything Everywhere All at Once (2022). Pero también nominada a Mejor Película de Animación se encuentra otra extraña joya del estudio, el falso documental sobre un caracol de mar y la inusual manera en la que se desenvuelve en el mundo.
Todo comenzó como un chiste cuando Jenny Slate y Dean Fleischer-Camp, en ese entonces casados, bromeaban con amigos durante una boda ,cuando Slate improvisó una graciosa voz aniñada. En ese entonces no sospechaban que aquel momento de inspiración se convertiría en una bola de nieve que derivaría en tres cortos de YouTube publicados entre 2010 y 2014, además de un libro que se convertiría en bestseller.
Tomando esa experiencia y resinificándola de manera muy meta, el largometraje presenta a Dean (Fleischer-Camp, quien también dirige film) como un director que comparte un AirBnb con Marcel (Slate), un caracolito de mar antropomórfico, su abuela Connie (Isabella Rossellini) y la pelusa mascota de ambos, Alan.
La metaficción como hilo conductor
Dean se entera de que la vida de nuestro protagonista sufrió un drástico cambio, ya que había un tiempo en que su día a día era compartido con una comunidad diminuta pero mucho más numerosa. Es un misterio en donde se encuentran la familia y vecinos de Marcel, una pregunta que atrapa tanto a Dean como a gran parte de la internet al momento de que sus entrevistas al pequeño molusco se viralizan en las redes.
Convirtiéndose en un fenómeno mundial, las respuestas de sus fans llevan a Marcel a lugares insospechados, enfrentándolo a descubrir un mundo mucho más grande que la modesta casa de alquiler.
Una pequeña maravilla visual
Al momento de hablar del libro que publicaron, Slate insistía que uno de sus mayores orgullos era que las ilustraciones fueran bellas pinturas al óleo, marcando que las historias infantiles también son merecedoras de trabajos de la mejor calidad artística posible. Esa apreciación por una estética elaborada es algo que se traslada al largometraje y el fuerte carácter artesanal de su impronta visual.
Aquello que podría haber sido logrado con sencillez usando CGI, sin dudas le hubiese robado parte del alma a la película, porque gran parte de su magia reside en lo palpable que es Marcel y aquel mundo en donde los objetos cotidianos son transformados dependiendo de sus necesidades y las de su abuela.
La combinación del metraje live-action con animación stop-motion fue para el equipo un desafío en sí mismo, ya que demandaba que cada toma se modificara teniendo en cuenta las velocidades con la cual la animación debía acoplarse a los actores en el set sin que ninguna de las partes perdiese dinamismo.
Además de eso, debía sumársele que los diálogos improvisados pero pregrabados no perdiesen esa aura de espontaneidad en el lenguaje corporal de los personajes. El tremendo esfuerzo valió la pena, ya que el equipo creativo nos entregó una de las producciones visuales más originales de los últimos años.
Debajo de la superficie
La historia de Marcel aparenta ser naif, cómica pero con la potencialidad de ser una de esas películas peculiares y que alegran una tarde lluviosa de domingo. Porque detrás de la inocencia de su personaje principal, la película encuentra un balance entre distintas capas de complejidades tanto en aspectos técnicos como narrativos, una profundidad que un niño puede percibir pero un adulto comprender.
Marcel es ante todo un personaje con una mirada infantil del mundo, lleno de inventiva y maravillado por las cosas más simples, aspectos que a los humanos (o adultos) a veces se nos escapan. No tiene miedo de compartir sus maneras de encarar lo que lo rodea, jamás avergonzándose de sus limitaciones. Descarado a veces, no es raro que su carisma haya enamorado tanto al mundo ficticio como al real.
Es a través de la paciente y sabia Connie que empezamos a comprender la profundidad de los temas que toca la película, entendiendo que la fugacidad de los momentos compartidos son los tesoros que guardamos en una memoria que en muchos casos, lamentablemente, de a poco comienza a escapársenos de nuestras manos. Sin recurrir al golpe bajo, nos adentramos en una historia muy real que habla de los inevitables cambios a los que nos enfrenta la vida.
Así como un corto de YouTube o una película no son más que fragmentos, la memoria está compuesta de recortes de un tiempo mucho más amplio. Marcel habla de perseverar a pesar de los desafíos momentáneos. Al seguir adelante y dejar que el dolor cumpla su recorrido, podemos eventualmente abrir los ojos para presenciar los pequeños milagros de la vida.
Sin llegar a estar excesivamente edulcorada, la película brilla en sus aspectos técnicos y por la ilusión de espontaneidad que consigue construir, buscando inspiración en los documentales del cinéma vérité. Marcel es un mimo al corazón, una película que nos hace recordar que en un tiempo en donde el reloj corre a la velocidad de los likes, siempre es bueno tomar un respiro y apreciar la magia dentro de lo engañosamente mundano.
0 comentarios