Maître du cinéma

Jean Luc-Godard: El legado inmortal del cineasta que nos dejó a sus 91 años

Esta madrugada falleció el realizador franco-suizo, pionero de la nouvelle vague y maestro de una forma de hacer cine que revolucionó el séptimo arte.

por | Sep 13, 2022

Jean Luc-Godard: El legado inmortal del cineasta que nos dejó a sus 91 años

Tenía 63 años de carrera como director, otros tantos como crítico de cine y 130 títulos en su haber, en muchos de los cuales también fue guionista, montajista y productor. Pero su influencia no se puede medir en números porque la magnitud de su alcance es simplemente incalculable. El legado de Jean-Luc Godard es tan grande que prácticamente dio pie al cine moderno como lo conocemos. Consciente o no de su influencia, cambió todo al revolucionar las formas del séptimo arte como uno de los pioneros de la Nouvelle Vague (la “Nueva Ola” del cine francés, que inspiró a tantos directores alrededor del mundo).

Es raro encontrar entre nuestros directores favoritos, alguno que no cite el rupturismo de la nouvelle vague como una influencia indeleble en su formación y en su obra. Y en especial a Jean Luc-Godard y sus inolvidables Pierrot, el loco (Pierrot le fou, 1965), Masculin féminin (1966), Bande à part (1964) -que inspiró el nombre de la productora de Quentin Tarantino– y la maravillosa Sin Aliento (À bout de souffle, 1960), su disruptiva ópera prima junto a Francois Truffaut y protagonizada por un eterno Jean-Paul Belmondo, que también nos dejó hace poco. 

El montaje experimental con “jump cuts”, el uso alternativo del blanco y negro, los travellings infinitos y la cámara en mano son solo algunos ejemplos de las cualidades técnicas que unen a todas las películas de este movimiento vanguardista. Pero, en realidad, la nouvelle vague no se destacaba por su homogeneidad, sino más bien por todo lo contrario: una libertad de temas y de formas, un sentimiento revolucionario que ponía a estos jóvenes cineastas a cuestionar la materia misma del cine, a disrumpir y experimentar con los conceptos y las técnicas conocidas del séptimo arte hasta el momento.

Entre todos ellos, Jean Luc-Godard siempre fue el más radical y comprometido con estos principios, que sostuvo hasta sus últimos días. Rechazó las mieles de Hollywood en varias ocasiones, cuestionó a algunos de los directores más populares de la época y se negó a hacer filmes más “digeribles” para la audiencia. En 1951 se convirtió en uno de los primeros ensayistas de la mítica revista Cahiers du Cinéma (literalmente, “cuadernos de cine”) y planteó el concepto del cineasta como autor, argumentando en contra de la falta de ideas del cine de posguerra en Francia y a favor de una nueva forma de hacer cine que impuso a punta de cámara.

Un artista de convicciones

Godard también abrazó el cine en toda su dimensión política, y en 1961 denunció los métodos de tortura de Francia en la guerra de independencia de Argelia con Le petit soldat, que estuvo censurada durante dos años. En la década del ‘70 trabajó junto a activistas políticos de izquierda, produciendo su propio cine y volviéndose cada vez más alejado de la escena pública, pero en 1979 retomó el cine más tradicionalmente narrativo con Sauve qui peut (la vie) y en los ‘80 volvió a circular por festivales con Nombre: Carmen (Prénom Carmen, 1983), con la que ganó el León de Oro en Venecia.

La Chinoise de 1967

Mirar y hacer películas era casi una experiencia religiosa para Godard, como lo describió en más de una ocasión. El cine era su vida entera y le dedicó su vida entera. Uno de sus proyectos más ambiciosos fue la colección de videos Histoire(s) du Cinema (1988-1998), un estudio muy personal e iconoclasta del concepto de cine y su relación con el Siglo XX. En 2014 experimentó con el formato 3D con Adiós al lenguaje (Adieu au langage), que tuvo una gran recepción en Cannes. Y durante los últimos 30 años de su vida, Godard trabajó en colaboración con su pareja, la cineasta suiza Anne-Marie Mieville

“El cine no es un arte que filma la vida, el cine está entre el arte y la vida.”

También estuvo casado con dos de sus actrices más emblemáticas: la danesa Anna Karina, con quien trabajó en Une femme est une femme (1961), entre muchas otras películas juntos. Y la francesa Anne Wiazemsky, diecisiete años menor que él. Su relación fue un escándalo para la sociedad francesa y para los círculos íntimos de Godard, pero estuvieron casados durante 12 años. En 1967, Wiazemsky protagonizó La Chinoise, reconocida por “predecir” las protestas de estudiantes del Mayo Francés al año siguiente.

Anna Karina y Jean-Luc Godard

Ese mismo año, Godard también dirigió Week-End, una alegoría sobre la decadencia de la sociedad occidental inspirada en “La Autopista del Sur” de Julio Cortázar. Aunque no le interesaban los premios ni el reconocimiento del público, su éxito comercial más grande fue El desprecio (Le mépris, 1963) con Brigitte Bardot, Jack Palance y Michel Piccoli. Y su hipnótica aventura de ciencia ficción Alphaville (1965) le valió el Oso de Oro en el Festival de Berlín. Nunca estuvo nominado al Oscar y en 2010 la Academia de Hollywood le entregó un Oscar honorífico, pero -fiel a sus principios- Godard no se presentó a recibirlo. Hoy se fue como siempre vivió: alejado del ruido y bajo sus propios términos.

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Ana Manson

Editora